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Un trabajador vierte agua potable sobre un tanque, en una fotografía de archivo. EFE/Alberto Valdés

Bogotá, 22 mar (EFE).- Pese a que el agua potable y el saneamiento básico son derechos fundamentales, el 15 % de la población en América Latina no tiene acceso al líquido y Colombia no es ajena a esa problemática, aunque es uno de los países en los que más llueve en el mundo.

Buscando ser parte de la solución del problema la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en los últimos cinco años viene apoyando 10 proyectos en diferentes zonas urbanas, rurales e indígenas de Colombia que no tienen acceso a agua potable y tampoco a saneamiento básico.

Esos planes, en los cuales se han aportado al menos 52 millones de euros (unos 57,5 millones de dólares de hoy), se desarrollan en departamentos como Nariño, Chocó, Cauca, Sucre, La Guajira y Córdoba, así como en ciudades entre las están Cartagena de Indias y Bogotá.

Según la AECID, más de 300.000 personas se han beneficiado de esos proyectos, principalmente comunidades campesinas, indígenas y afro en áreas urbanas y rurales.

La Cooperación destaca que la mayoría de sus acciones para dar acceso a servicios de agua y saneamiento se centran en zonas en donde la población se ha desplazado debido al conflicto armado interno que ha vivido el país en áreas como Chocó y Nariño; sitios de asentamiento de poblaciones desplazadas -principalmente en la periferia como Cartagena de Indias-, y otros lugares del ámbito rural y comunidades indígenas.

AGUA DEL RÍO PARA BEBER

Una de las más recientes ideas apoyadas por la AECID está en el departamento de Córdoba, en donde trabaja para mejorar la calidad del agua para indígenas embera-katíos.

Allí unieron fuerzas la Fundación Global Nature, la Fundación Humedales, la AECID y de la empresa colombiana de servicios públicos URRA para poner en marcha una iniciativa de saneamiento y acceso al agua con tecnologías basadas en la naturaleza que beneficie a las comunidades Tuis-Tuis, Manantiales y Placeres, asentadas en el Alto Sinú.

Los denominados filtros verdes se inspiran en la naturaleza y en ella se usa vegetación típica de las orillas de los ríos que eliminan contaminantes del agua con sus raíces.

Se trata de una nueva tecnología desarrollada por un equipo de investigación del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia, dirigido por el profesor Miguel Martín Monerris.

La tecnología cuenta con una gran capacidad de desarrollo en América Latina, una región del planeta en la que el 15 % de la población carece de acceso a agua segura para los más pobres.

El proyecto se llama Baña do Bari, que en lengua embera quiere decir «agua del río para beber».

Se trata de poner de manifiesto el potencial de los filtros verdes para solventar los problemas de contaminación de aguas residuales en comunidades aisladas.

El proyecto también tiene la ventaja de que proporciona beneficios para la biodiversidad, como es la creación de humedales artificiales, en cuyas etapas últimas de tratamiento se establecen cadenas tróficas completas que permiten el sostenimiento de la vida de peces, anfibios, reptiles y plantas silvestres.

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