Por un año nuevo lleno de vida

Uno de los clamores más apasionantes que se han gestado alrededor de nuestra labor en pos de los animales ha sido por la desaparición de las corridas de toros, meta que quisiéramos se gestara a lo largo y ancho del orbe, pero, por lo pronto nuestras acciones se encaminan ha labrar un futuro compasivo en nuestro país y sobre todo para nuestra ciudad: Medellín.

La Capital de Antioquia, nuestra ciudad pujante, culta e innovadora lleva en sus hombros la gran responsabilidad de demostrarle al mundo que estos valores que hemos querido sean los que nos representen, se evidencian verazmente en cada actuar que encaminan sus ciudadanos y es esta coherencia que demandamos, la que hoy me permite a mi con gran regocijo manifestar (aunque guardando un poco de prudencia) que aquello que veíamos lejano pero deseoso se puede vivenciar en este año 2019, y es la posibilidad de desarraigar de nuestro territorio el infame biocidio que año tras año sucedía en las arenas del Centro de Espectáculos LA MACARENA, al comando de “matadores” que en su oficio, se dedican a blandir su espada con sevicia y crueldad sobre un animal indefenso y temeroso que ve pasar sus últimos minutos de vida, sin lograr entender las razones que lo llevaron a ser el protagonista de un espectáculo circense carente de argumento válido y de razón.

En estas breves líneas quiero ofrecerle un agradecimiento sincero al burgomaestre de nuestra ciudad por la decisión valiente y consecuente con su discurso de no permitir que el Centro de Espectáculos (como debería afianzar su nombre) La Macarena, siga siendo el observador silente de la forma como violentamente se tiñe carmesí su arenilla así como tampoco continúe abriendo sus puertas a un grotesco episodio donde la escasa cuarta parte de su aforo, se vanagloria del dolor ajeno infringido sin ningún tipo de compasión a un ser vivo.

En los últimos días, hubo una noticia frente al tema de la temporada taurina, que nos llenó de asombro y repudio, la posibilidad del ingreso gratuito para menores a observar este lastimoso acto. Pregunto, ¿Qué tipo de seres humanos son los que queremos forjar para el futuro de nuestra ciudad, aplaudiendo que sean espectadores de actos de barbarie en contra de los animales?

Esta es una razón más, para aplaudir la decisión emanada desde la Alcaldía.

Como ciudad que ha venido labrando su camino en contravía de la violencia que tanto amilanó su imagen, es importante generar espacios donde la cultura se entremezcle con la vida, donde el aporte social se impregne de valores que construyan y cultiven desde el individuo en beneficio del colectivo; donde prime la solidaridad, la compasión y el respeto por el otro, entendiendo que no somos los amos y señores de este mundo, sino por el contrario, estamos acá compartiendo y cohabitando el planeta. Espacios donde los niños, puedan crecer entendiendo la importancia del respeto y la dignidad de todos los seres vivos sin importar la especie.

Me declaro ignorante frente a esto, pero a mi me queda “grande” entender las razones que hacen que las personas declaren su amor por algo que mancilla de forma agreste y cruenta la dignidad y la vida de un ser vivo; para mi es complejo asimilar que hay quienes se rasgan las vestiduras frente a una noticia que disminuye el derramamiento de sangre en una ciudad que ha sido victimizada por el conflicto. Sin embargo, en la viña del Señor estamos.

El debate seguirá, las acciones de una vía y de otra seguirán presentes y con seguridad, habrán otras situaciones que se entremezclen en esta álgida confrontación entre taurinos y no solo defensores de animales, sino defensores de la vida. El fin del maltrato animal debería ser menester como lo he venido clamando desde mis otras columnas, de nuestro paso por la vida, pues cuando respetamos al otro alcanzamos un estado de crecimiento espiritual tal que nos permite vibrar en sintonías mayores que ayudan con armonía a pacificar este mundo tan lamentablemente hostil.

Por ahora solo resta brindar: Por un año nuevo, lleno de vida.

Fundación O.R.C.A