Estaba en mora de escribir este artículo y creo que es importante hacerlo ahora debido a la realidad que vive Venezuela, y a la que se puede aproximar en Colombia si no tomamos medidas. Hay tres razones fundamentales para oponerse a la ideología comunista, con la misma firmeza con la que uno puede y debe oponerse al Nazismo. Es curioso como existen personas que condenan a Hitler y alaban al Che, como si uno y otro no fueran extremos perversos, caras de una misma moneda como lo afirma Manuel Llamas en un artículo publicado por el Instituto Juan de Mariana y Libertad Digital. Vemos esas razones:

Primero, el comunismo destruye el desarrollo: en el corazón del comunismo está no solo la idea socialista de la “dictadura del proletariado”, sino que una vez conseguido ese objetivo, es decir, tomado el poder se eliminaría las clases sociales para que todos sean iguales, eliminando la propiedad privada y por supuesto la iniciativa individual, pues bajo su lógica esta amenazaría con hacer que unos crezcan más que otros.

El discurso de igualdad que principio podría sonar bien, porque algunos ingenuamente creen que se trata de generar mayores oportunidades, guarda una lógica perversa, pues al contrastar con la realidad hemos visto que la igualdad se hace por debajo, que el “todos iguales” es un “todos pobres, todos sin derechos”, por supuesto, menos el que dirige, porque quien gobierna siempre se ubica en un lugar de privilegio ejerciendo el capitalismo más salvaje.

Como han dicho algunos “el comunismo ama tanto a los pobres que los multiplica” -otros aplican esta frase al populismo, y vale igual-. El problema ético y antropológico de fondo del comunismo, es que yo no puedo obligar a las personas a que todas sean iguales, no somos robots. La iniciativa privada, es decir aquella que emana de cada individuo y que le anima a sumarse con otros para desarrollar sus proyectos es el motor de la economía.

El que cada uno aporte desde sus libertades y capacidades, desde la pluralidad, es una gran riqueza que fomenta el desarrollo porque parte de esas ventajas competitivas. Las injusticias hay que solucionarlas, pero sin eliminar la propiedad privada, sin bloqueos a las iniciativas, a los proyectos como suele hacerlo el comunista con sus expropiaciones.

Ninguna empresa nació grande y nadie hace una con el ánimo de quebrar, el problema no está en quienes han logrado triunfos, no se debe frenar el desarrollo, la idea es apuntarle a que quienes están en situación de pobreza puedan salir de ella, que sea algo transitorio y no lo que determine sus vidas. Por eso es necesario seguirle apostando al emprendimiento, a la educación, a la capacitación de las personas.

El éxito del desarrollo es justamente cuando las personas pueden decir “gracias por las ayudas que he recibido, pero ya superé esa etapa, ahora puedo valerme por mí mismo”. No hay nada más gratificante que saber que algo se consiguió por los propios medios, que no dependo de otro, ni siquiera del Estado… eso da libertad, incluso para tomar decisiones políticas.

Segundo, el comunismo es antidemocrático: La democracia es un sistema muy bello, con sus errores pero que permite amplias libertades, una de esas fallas debido a su apertura es su profunda debilidad para protegerse así misma ante las dictaduras, pues en medio de ese discurso de diálogo le da cabida a ideas profundamente contrarias a su naturaleza. De allí que Hitler haya llegado justamente por vías democráticas, o que Maduro por ejemplo siga utilizando esa fallada y que durante tanto tiempo le haya servido para camuflar sus acciones.

El comunismo, y el socialismo más radical hablan sin temor de la “dictadura del proletariado”, quien pretenda hacer pasar estas ideologías por democráticas ya empezó con un error de entrada. No es posible ser comunista y demócrata al tiempo. Ahora bien, ¿quiere decir esto que toda la izquierda es contraria a la democracia y que favorece las dictaduras?, no, tampoco hay que irse a ese extremo, hay posturas de una izquierda socialdemócrata, o de un socialismo moderado que no necesariamente atentan contra las instituciones, son posturas que abogando porque el Estado se preocupe por lo social, por los más necesitados, saben conversar con la iniciativa privada al tiempo que rechazan absolutamente la imposición de la dictadura.

En este sentido por ejemplo se pronunció Susana Villarán, una política peruana que entrevistó hace varios años Álvaro Vargas Llosa en su documental Consecuencias de la cadena National Geographic, en esa entrevista Villarán expresó lo siguiente “hablar de la izquierda latinoamericana es un error garrafal, sin embargo lo que sí es importante, es saber que las sociedades de países sobre todo los andinos, pero también en el cono sur lo estamos viendo, están volcándose hacia algunas alternativas que ponen más acento en lo redistributivo en lo económico, en un rol más activo del Estado, eso es verdad, porque hay desigualdad y la desigualdad lleva a que las sociedades elijan gobiernos más de izquierdas, eso es un tema; pero Chávez para mí es un militarista antiimperialista, de izquierda no tiene nada, en el sentido de luchar contra las desigualdades que se pueden evitar, que generan sociedades más igualitarias, más cohesionadas, menos injustas. Hay una izquierda moderna, es una izquierda que combina el mercado, con un rol activo del Estado, una izquierda que valora enormemente la democracia.”

Tercero, el comunismo impone una religión civil: Esta ideología no permite la libre expresión, el problema más allá de que esta ideología se declare abiertamente atea, es que quiere hacer ateos a los demás. Como lo denuncia Cantinflas en su muy recordado discurso en la película “Su excelencia”: “¿cómo podemos votar por un sistema que habla de dignidad y acto seguido atropella lo más sagrado de la dignidad humana, que es la libertad de conciencia, eliminando o pretendiendo eliminar a Dios por decreto?”.

En conclusión, tal y como lo denuncian Axel Kaiser y Gloria Álvarez, en su libro “El engaño populista”, no se puede pensar simplemente que el comunismo funciona y fue que la URSS lo entendió mal, o Cuba lo entendió mal, o Venezuela lo entendió mal. Hay problemas de fondo en la misma ideología que no permiten el desarrollo y esto es lo que se olvida.

Desde ya los colombianos debemos estar atentos a las elecciones de 2018, la izquierda colombiana no comunista tiene el reto de desmarcarse del chavismo y proponer algo distinto, pero resulta altamente preocupante su silencio ante los atropellos que todos los días comete la dictadura de Nicolás Maduro contra el pueblo venezolano, pareciera que de fondo muchos comulgan con la masacre que allí ocurre tanto de las personas como de las instituciones.

Por otro lado, es muy preocupante que las FARC abiertamente respalden la dictadura de Maduro y algunos ingenuamente crean que cambiaron y ahora son unos demócratas, no hay peor ciego que el que no quiere ver… siempre he defendido que si algo hay que rescatar de las FARC es que han hablado de frente, siempre repiten que van tras el poder, que entregan las armas a cambio de poder, y allí van avanzando, otra cosa es que haya personas que no quieran escuchar y que ingenuamente se empeñen en esperar algo distinto.

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Redacción Minuto30

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