Son conocidas las principales transnacionales y sus patrocinadores, que se dedican a la trata de seres humanos haciéndolos adictos a sensaciones sexuales, asegurando de este modo el negocio de la asesoría a los gobiernos, funcionarios públicos, instituciones privadas y juristas -para que digan que este negocio responde a un derecho fundamental sexual y reproductivo-, entre otros, y la venta de la elaboración de investigaciones, normas, jurisprudencia, material educativo y lúdico, de medios de comunicación y otros productos, a favor de los intereses de estas transnacionales que los cobran a los países con las respectivas asesorías, venta de insumos y demás supuestos “servicios”, que demanda la adicción a la promiscuidad como supuesto “derecho sexual”.
También consiguen dinero con la venta de fármacos para evitar la concepción, destruir al concebido o ambos efectos a la vez, como sucede con los anticonceptivos hormonales de modo independiente a su vía de administración, y con los dispositivos intrauterinos.
Se valen de recursos y actividades para curar las más de treinta enfermedades de transmisión sexual que causan con su proselitismo hedonista como expresión de “autonomía” y “derecho” al placer, incluso al precio de la pérdida de la salud -y en ocasiones de la vida-, cegando el derecho a vivir sanamente la sexualidad, del que dependen el desarrollo afectivo, la salud en sexualidad, la unidad familiar y el apoyo mutuo, generoso y solidario, entre todos los miembros de la familia nuclear y la extensa durante el ciclo vital completo.
De este modo han enseñado que el Estado debe interpretar el derecho a la salud, no previniendo las enfermedades causadas por la promiscuidad, sino procurándolas con juegos lúdicos desde el preescolar hasta la Universidad -maltrato infantil y de adolescentes- con falsos derechos sexuales y reproductivos, y luego curándolas o paliándolas a un alto precio como el de atender, a veces por sesenta o más años en una paciente, los problemas de salud mental ocasionados por promover la muerte de los hijos a través el aborto con todas sus modalidades, incluyendo la píldora abortiva del “día después” y por medio de anticonceptivos como los hormonales que todos tienen un porcentaje de efecto abortivo, o paliando los daños irreversibles en algunas enfermedades, que pueden ser mortales como en el caso del SIDA y que tienen un alto costo económico y social. Se llevan los impuestos de muchas personas que hacen grandes esfuerzos laborales y económicos.
Otras prácticas de la trata de seres humanos con ocasión de estimular una vida sexual insana, al vaivén del capricho, el egoísmo, la sensiblería y la emotividad no gerenciadas con las facultades superiores de la persona, y que frecuentemente causa esterilidad, son las de los laboratorios de técnicas de reproducción asistida TRA, donde se destruye a la mayoría de seres humanos causados manipulando células reproductoras, por falta de “calidad biológica” o incluso cuando ya están creciendo y desarrollándose dentro de sus madres o de terceras, porque se implantaron varios y sólo desean que uno salga vivo del cuerpo en el que están creciendo y desarrollándose estos miembros de la familia humana que son comercializados, contradiciéndose el principio de inenajenabilidad de cada ser humano.
Y practican el secuestro de estos seres humanos en congeladores, por el que los padres pagan dinero, o los usan para investigación científica sin respeto alguno a la integridad, salud y vida de estas víctimas, que también son tratadas como material para comercio cosmético y otras formas de tráfico de partes o de la totalidad de sus cuerpos.
La transnacional Federación Internacional de Planificación Familiar IPPF, tiene en su página Web en abril de 2020: “IPPF es un movimiento de la sociedad civil de propiedad local y conexión global. Trabajamos para garantizar que las personas sean libres de tomar decisiones sobre su sexualidad y bienestar, en un mundo sin discriminación.” No les parece que enfermar y causar la muerte a seres humanos, sea un modo de discriminarlos, impidiendo su bienestar, integridad, salud, vida y pleno desarrollo, a cambio de ganar dinero a costa de ellos.
Ésta es una de las principales transnacionales dedicada a la trata de seres humanos, disimulada con subproductos culturales basados en la negación de su identidad genética de especie, que es el mismo ADN desde la célula inicial.
Esta célula, llamada cigoto, es un organismo humano unicelular totipotente, habitualmente capaz de lograr el desarrollo de su propio cuerpo y los anexos necesarios para seguir creciendo.
Con las mismas falsas interpretaciones de la autonomía, el libre desarrollo de la personalidad y los derechos sexuales y reproductivos, la institución vinculada a IPPF en Colombia que ha hecho más proselitismo y práctica del genocidio causado con el aborto y el aumento de suicidio en mujeres que abortan -su riesgo se multiplica por 12 rspecto a las que llevan a término el embarazo-, y el SIDA como efecto de la promoción de las prácticas promiscuas argumentadas en falsos derechos, es PROFAMILIA.
Es tan lucrativo el negocio de promover adictos sexuales, que alcanza el dinero para pagar a medios de comunicación y a muchas personas, instancias, intereses e influencias.
Esto se nota, por ejemplo, en los campos educativo, con el material usado en la mayor parte del mundo para enseñar sobre la falsa “salud sexual”, en la que promueven la enfermedad sexual prevenible, incluso la que lleva a la muerte, contradiciendo el derecho y deber del autocuidado en salud consagrado en nuestra Constitución Política.
Y logran absurdos como que los ministerios de salud contradigan la sana práctica preventiva en Salud Pública, de enseñar a evitar los contactos de riesgo, con argumento de “respetar” los falsos derechos sexuales y reproductivos y malinterpretado el libre desarrollo de la personalidad.
Dicen que el Estado tiene que pagar la “salud sexual” pero ese pago incluye la recuperación de salud sexual después de que el mismo Estado, por proselitismo de estas transnacionales, ha causado la enfermedad, dando también dinero a éstas transnacionales para que vendan al Estado tratamientos para arreglar parte de lo que ellos promueven que se dañe.
Así se llevan el dinero que habría podido servir para aliviar las enfermedades de los que no se las procuraron y empobrecen, enferman y matan a miles de millones de víctimas, con un efecto muy difícil de revertir en las generaciones futuras, que sufrirán los altísimos costos e estas ambiciones, negligencias y complicidades.
También han desarrollado una larga experiencia en faenas jurídicas, políticas, gubernamentales y de salud, con las que ha universalizado la contradicción continua de una legislación, educación y práctica por parte del Talento Humano en Salud, que contradice continuamente los avances de la ciencia y las humanidades.
Han logrado esto, entre otros medios, con su influencia desde la Organización de las Naciones Unidas ONU y con el apoyo que les han dado la mayoría de los presidentes norteamericanos, especialmente desde 1974 cuando aprobaron el informe Kissinger (https://pdf.usaid.gov/pdf_docs/Pcaab500.pdf), que es una estrategia de disminución de población para mantener la hegemonía de los Estados Unidos en cien países del mundo, con énfasis en los que contienen las mejores reservas naturales, que son los trece señalados en el mismo informe, entre los que está Colombia.
Según este documento, parte de esas estrategias son capacitar en Estados Unidos promotores de los países que son su objetivo político y económico, para que introduzcan la mentalidad antinatalista y abortista en sus propias naciones, de modo que parezca algo de la cultura de los países víctimas.
Otra estrategia de ese informe es dar apoyos para el desarrollo de esos países, condicionándolos a que acepten la educación promiscua de niños y adolescentes y las prácticas hedonistas y antinatalistas, como aborto, anticonceptivos y esterilización, y los incorporen cultural y jurídicamente como derechos legalmente reconocidos y promovidos por los mismos estados.
Una meta narrada en ese documento es apoderarse del liderazgo, aportando más dinero, en las instancias de la Organización de las Naciones Unidas desde las que se puede hacer presión a los gobiernos representados en ésta, para alcanzar los fines de la estrategia de dominio geopolítico y económico de los Estados Unidos relatada en el Informe Kissinger.
También la mengua de población ha sido una táctica utilizada por los países comunistas y por otras personas y formas abusivas de obtener beneficios de diferente índole.
Algunos efectos de ésto han sido el genocidio más grande que se conoce en la historia de la especie, de las poblaciones humanas embrionaria y fetal, por la generalización de la mentalidad de un presunto derecho a destruirlas, a pesar de que la ciencia aumenta todos los días sus conocimientos sobre estos seres humanos, que están creciendo y desarrollándose con mayor intensidad, en el contexto de la dinámica del ciclo vital completo, y las humanidades señalan cada vez más la razonabilidad de reconocerlos constitutivamente como personas desde la concepción y durante su ciclo vital completo.
Entre los efectos de este genocidio y de la mentalidad mutiladora de las funciones y estructuras relacionadas con la cocausación de nuevos seres humanos, está la inversión de la pirámide poblacional, de la que ya se evidencian consecuencias más difíciles de solucionar.
Entre los ejemplos del impacto de la mentalidad antinatalista, publicados por el Instituto de Política Familiar IPF, institución acreditada ante la ONU por la calidad de sus investigaciones población, natalidad y familia en Europa, están el Desplome de la nupcialidad y la explosión de la ruptura familiar: para 2016, 4 de cada 10 matrimonios se rompían antes de cumplir 10 años de haberse constituido, 7 de cada 10 hogares europeos no tenían ningún niño, 154 millones de hogares no tenían algún hijo y seguían aumentando los hogares unipersonales.
Un efecto de la mentalidad antinatalista en Europa, es que ha quedado inmersa en un invierno demográfico sin precedentes, es un continente viejo. Esto ha llevado a concluir que para 2050, por cada dos personas mayores habrá una joven, la proporción de mayores de 80 años será de 11,1%, casi una de cada 3 personas tendrá más de 65 años y sólo una de cada 7 será menor de 15 años (Red Europea Instituto de Política Familiar IPF. Nota de Prensa 15 may 2018, http://ipfe.org/Espa%C3%B1a/Descargar/Nota/59)
Desordenar la proporción de edades en las familias ha sido uno de los grandes fracasos de la especie humana. En esto la miopía científica de los demógrafos ha sido extrema, tal vez por falta de interdisciplinariedad y por su analfabetismo antropológico dominante: las ciencias empíricas son insuficientes para conocer al ser humano como hace falta en esta profesión.
Otro efecto de la mentalidad antinatalista en Europa, se ha notado más con el COVID-19, un virus que ataca preferentemente a poblaciones de adultos mayores, muchos sin hijos que los cuiden y, por eso, les toca salir a la calle a solucionar algunas de sus necesidades básicas, contrayendo la enfermedad y muriendo por miles.
Ya la humanidad ha visto el precio del egoísmo de usarse, evadiendo las consecuencias de vivir una sexualidad descontextualizada de su razón de ser, según la verdadera entrega amorosa entre personas suficientemente maduras en su afectividad y, por lo tanto, capaces de asumir los compromisos de fidelidad, exclusividad en su entrega conyugal, paternidad, maternidad y filiación, y de responder asertivamente al impacto social y a generaciones futuras, que conlleva la decisión responsablemente libre de esta entrega.
La mayoría de los gobiernos del último medio siglo han sido cómplices, activos o pasivos, en el genocidio más grande y cruel de la historia humana, por los vacíos de conocimientos científicos y humanísticos, -sí, justo en la época en que más se ha universalizado el acceso a éstos-, que los hacen más manipulables por otros que tampoco tienen en cuenta suficientemente esos conocimientos y dan prioridad a sus ambiciones de poder, posesión y placer, logrando que la mayor parte de la humanidad caiga en estas mismas falencias y en no pocas tragedias, con altísimos costos en su salud física y psíquica.
La especie humana necesita erradicar cuanto antes la mentalidad eugenésica, antinatalista, esterilizadora, promiscua, abortista y de desecho, de la que los seres humanos más frágiles son las mayores víctimas.
La incondicionalidad en la acogida, el respeto y promoción de cada uno de todos los seres humanos, durante su ciclo vital completo, ha de ser la prioridad de quien tenga uso de razón; eso sí es una cultura a la altura de lo que, con el buen desarrollo científico y humanístico, podemos conocer y sustentar razonablemente, acerca de en qué consiste cualquiera de todos los seres humanos durante su ciclo vital completo.
En esto es determinante saber estudiar y esforzarse por ser mejor persona, hasta lograr dar la altura para solucionar las necesidades actuales de la calidad de la educación, comenzando por el propio hogar.