La contradicción entre más conocimiento y mayor número de contagios, nos interpela acerca de si estamos poniendo todos los medios teóricos y prácticos para promover al máximo la salud de todos, también con ocasión de este virus.

En un artículo de revisión publicado el 1 de diciembre de 2020, sobre la literatura científica actualmente disponible en dos de las más reconocidas fuentes, PubMed y Scopus, acerca de la “Contaminación de superficies inertes por SARS-CoV-2: Persistencia, estabilidad e infectividad” (https://doi.org/10.1016/j.envres.2020.110559), se verificó que es posible reducir significativamente las posibilidades de transmisión del Síndrome Respiratorio Agudo Severo Coronavirus-2, causante de la enfermedad COVID-19.

En solo PubMed, una base de información gratuita en internet, de literatura biomédica y de ciencias de la vida, desarrollada en 1996 y mantenida por el Centro Nacional de Información Biotecnológica de Estados Unidos, se registraron 76.103 publicaciones científicas sobre el virus SARS-CoV-2.

El conocimiento es de difícil alcance, incluso para los mismos científicos; por eso nuestra responsabilidad es mayor, de poner los medios para avanzar en él y tener en cuenta que, ni la ignorancia ni la duda, dan derecho al error, sino que implican que debemos asumir con mayor responsabilidad, el deber de enterarnos mejor, en los temas que contribuyen a nuestro cuidado y desarrollo, evitando además, hacernos daño y causarlo a otros.

Ante este océano de información en un tema que sigue siendo vital conocer, si de verdad queremos ser completamente responsables, estudiar es parte de cuidarnos y potenciar el auto y heterocuidado de todos a los que podamos llegar con nuestro aporte; ¿qué más debemos hacer?

El conocimiento es progresivo, porque depende en gran manera de que seamos coherentes; se conoce mejor lo que más se vive, pero hay que saber seleccionarlo por las tendencias a repetir que la práctica genera en el cerebro y que hacen posible obrar con más facilidad tanto las virtudes como los vicios.

Se sabe que el virus SARS-CoV-2 se transmite principalmente de modo directo, porque se desplaza desde las vías respiratorias, a una distancia menor de 2 metros, con el contacto cercano de persona a persona, por pequeños aerosoles o microgotitas que salen de éstas, que suelen medir cinco milésimas de milímetro (5µm), -cinco micrómetros, micrones o micras-, dejando contaminado el aire y pudiendo victimizar a los que lo inhalan. Si queremos hacerlo bien, hay mucho por rediseñar en la vida humana.

Conocer esto es de gran responsabilidad. Hay personas que tienen capacidad intelectual de genios pero en su imaginario, hacen una lectura del universo desde las lentes de su sensación, que no tiene en cuenta micras y metros, convirtiéndose en seres que expresan una gran afectividad y emociones muy positivas, a la vez que utilizan lenguajes de esta sensibilidad que terminan siendo incluso letales. Su situación es la de confundir el valor de una parte -la sensación-, adjudicándole el valor que solo corresponde reconocer a un ser humano, sea el que sea.

La transmisión indirecta sucede por contaminación de superficies, animadas como las manos en algunos seres vivos, o inanimadas.

En los resultados de estas investigaciones se aprecian variaciones que a veces desconciertan y que podría deberse, entre otros factores, al modo de seleccionar las especies, cepas y ejemplares en que se investiga, el método utilizado para detectar los virus, su cantidad, el medio de cultivo, la humedad, temparatura y demás estímulos físicos y químicos, el rigor para aplicar los protocolos, los marcos referenciales de conocimiento y las lecturas que se hacen de lo observado, entre otros factores.

Según varias investigaciones, el promedio de vida de los SARS-CoV-2 es de 1 h en cobre pero han durado hasta 4 h, menos de 3 horas en papel tissue -de limpieza- y de impresión, 3 h en cartón pero ha durado hasta 24 h; 5,6 horas en acero inoxidable pero hubo virus que vivieron en este medio incluso durante 7 días, 6,8 h en plástico pero puede durar hasta 72 horas, menos de 2 días en madera y tela, menos de 4 días en vidrio y billetes, menos de 7 días en plástico.

El virus es más inestable a medida que aumentan la humedad y la temperatura. Su promedio de vida fue de más de 24 h a 10 ºC y 40% de humedad relativa, y 1, 5 h a 27 ºC y 65% de humedad relativa.

Otros coronavirus conocidos anteriormente, sobreviven varios días en teflón, baldosas cerámicas, caucho de silicona, Aluminio, esponjas esterilizadas, guantes quirúrgicos y látex esterilizado, y que es previsible una conducta similar en el SARS-CoV-2.

En instituciones asistenciales, el virus fue hallado en superficies de unidades de cuidados intensivos (0-75%), salas de aislamiento (1,4-100%) y salas generales (0-61%). En superficies limpias y desinfectadas, fue escaso pero sí se halló en el suelo.

Respecto a desinfectantes y agentes de limpieza domésticos contra el SARS-CoV-2, se observó que en todas las superficies el virus es más susceptible de morir con 70% o más de etanol -alcohol etílico-, isopropanol -alcohol isopropílico o Propan-2-ol- al 70%, agua oxigenada – peróxido de hidrógeno- al 0,1%, e hipoclorito de sodio al 0,1%, pero todas estas sustancias tienen que tener un contacto de más de un minuto con la superficie.

También son eficaces la povidona yodada, el hidrógeno y compuestos de amonio cuaternario combinados con alcohol.
Es importante que en todos los envases de estas sustancias y de geles, se evidencie si son preventivos o no, y cuál es la concentración eficaz para la prevencion del SARS-CoV-2. Lo contratrio podría desorientar y causar mayor diseminación de la enfermedad, porque los que los usan pensarían que están protegidos y no es así.

El virus es más resistente en algodón y también puede permanecer varios días en los billetes, a los que suelen mezclar desde comienzos del siglo XX, este material con el papel, para hacerlos más fuertes. La duración en monedas depende del metal que se utilice. En lo posible debe usarse el recurso virtual para pagos.

La buena ventilación de los ambientes es indispensable. Otras medidas, más conocidas, son el lavado frecuente de manos, evitar tocar objetos, no tocarse la cara, no saludar tocando ropa o piel, no hacer encuentros físicos innecesarios, mantenerse siempre a por lo menos 2 metros de distancia, limpiar con frecuencia, con alguna de las sustancias arriba mencoinadas, ascensores, barandas y pomos de las puertas, echar alcohol de 70%, en lo posible, echar alcohol a las zuelas de los zapatos, bañarse entero y cambiar toda la ropa al llegar de la calle, porque estas prendas son vehículos del virus, que luego pasa a la trapeadora y, si se rompen los guantes con que se usa y se lava, la persona se contamina.

Necesitamos rediseñar muchos espacios sociales y de convivencia familiar. Por ejemplo, hay menor riesgo comiendo en sillas espaciadas, que alrededor de una mesa que no tiene 2 metros de distancia en todas las direcciones en que hay comensales.

Todos necesitamos la responsabilidad de cada uno, para su protección propia, de la familia y la sociedad, que tiene derecho a que los recursos en salud sean encauzados hacia la prevención, rehabilitación, cuidados paliativos y la solución de las enfermedades inevitables. Es tarea de todos no causar más gastos con las enfermedades que son evitables, aunque también sean atendidas.

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Redacción Minuto30

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