En Colombia tenemos una gran dificultad con la paciencia puesto que con cada acción esperamos resultados ya. Parece que la fertilidad del trópico incide en esa actitud inmediatista y por ende esa capacidad de espera es desconocida para muchos de nuestros compatriotas. Quienes han querido conseguir un cambio real aprenden a esperar resultados que se dan cuando se persiste, se insiste y nunca se desiste.

En la vida todo tiene un proceso y la madurez se alcanza cuando ese proceso se cumple en todas sus etapas. (Claro que hay maduros que solo tienen el nombre pero siguen biches como individuos).

La marcha del 1 de abril puede que no saque al espurio del poder, también es posible que los narcoterroristas sigan con sus exigencias, que la economía siga en picada, la impunidad se acreciente y la corrupción continúe siendo la manera de gobernar del defraudador de la fe pública.

Tampoco desaparecerán por arte de birlibirloque, las componendas entre los organismos del estado para destruir a la oposición, o las compras de conciencias para que los diversos medios de comunicación; con dueños y comunicadores sin principios diferentes al enriquecimiento rápido; sirvan como cajas de resonancia para convertir mentiras en verdades y que con sus reiteradas noticias y escritos de opinión orientadas a torcer la realidad, logren estafar a más de un colombiano que cree a pies juntillas lo que lee o escucha en esos medios corruptos hasta la saciedad.

Este país, si no lo paramos rápido terminará siendo un paria democrático similar al vecino que ahora está sufriendo de la dictadura del proletariado; otros países en vista de las acciones totalitarias de sus gobernantes, están llamando a sus embajadores para demostrar su malestar y presionar el regreso a la democracia real.

Otra de las dificultades que tenemos los colombianos para distinguir los riesgos es que por más que nos digan y no informen, casi nunca aprendemos de la experiencia ajena y nada más explicativo que ese dicho “La Experiencia ajena es como la M…, todo el mundo habla de ella pero nadie la coge”.

Sabemos el camino que recorrió nuestro vecino, vimos cómo pasó de ser un país riquísimo a un territorio en donde sus habitantes esculcan en la basura para encontrar algo de alimento y vemos las largas filas de ciudadanos para acceder a los sitios de ventas de comida para comprar lo poco que les venden. Los llevaron al desespero del hambre y con esto olvidaron la democracia. Para ellos importa comer y el resto es ilusión. Se les acabaron la dignidad y los principios y su condición de mendicidad es la adecuada para que no protesten ni se unan en torno a una idea de democracia. Esa ha sido y seguirá siendo la estrategia de estos estafadores de la fe pública que se dicen llamar socialistas. Empobrecer en grado sumo a los pueblos, robándoles su dinero, empresas y su dignidad para fortalecer al máximo sus patrimonios y así establecer esos regímenes totalitarios en donde los derechos del individuo se desconocen.

Aquí mal que bien y a sabiendas de que tenemos un país con muchas deficiencias y muchas injusticias hemos logrado un nivel de vida que, a pesar del desgobierno del actual inquilino del palacio presidencial, puede considerarse ubicado en un camino de mejoramiento continuo. El sistema de salud es menos excluyente, el ingreso a la educación es más asequible, el progreso se ha vivido y se ha percibido paulatina y continuamente. Claro está que esto se desaceleró en los últimos 7 años, pero aun con este malandro en el poder, la inercia le duró un poco para que el pueblo no se diera cuenta de sus mañas y su mala gestión.

Desde el inicio de su mandato, el traidor ha buscado la manera de establecer un régimen pro comunista y ahora vemos que el pesimismo llegó al empresariado y al común de la gente que día a día ve como se le vuelve más difícil vivir debido a los altos impuestos que se van para la corrupción. Perdimos la confianza en las instituciones, no creemos en la justicia y mucho menos en los tribunales que nombrarán unos mamertos extranjeros para juzgar a todos los colombianos que de una u otra forma no estemos de acuerdo con el proceso de entrega de nuestra patria a unos advenedizos narcoterroristas.

Eso es solo el abrebocas para que el 1 de abril salgamos a recuperar lo que se nos está perdiendo: La democracia, el respeto, la libertad y la nacionalidad.

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Redacción Minuto30

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