El 23 de enero de 2019 quedará grabado en la historia de Venezuela como uno de los hitos más importantes en la lucha por la democracia, por la libertad. El gran pueblo bravío nos vuelve a demostrar su ímpetu en las calles, millones de héroes anónimos vuelven a arriesgarse a estar unidos y rechazar al dictador. Una escena que no es nueva, que hemos visto ya repetirse durante años, tristemente sin resultados contundentes. ¿Qué pasó entonces ayer que cambió el panorama y una puerta de esperanza se abrió?

Básicamente son dos factores:

Primero, es indiscutible que en el escenario tenemos a un líder joven, carismático, preparado y muy valiente, que no está haciendo campaña, sino que, desde la misma constitución vigente, que crearon los chavistas, está defendiendo a su patria y por ello en razón de sus funciones como presidente de la Asamblea Nacional se juramentó ante su pueblo como presidente interino, como presidente encargado. La figura de Juan Guaidó, es diferente a María Corina Machado, Henrique Capriles o Leopoldo López; y es que, aunque todos ellos están más o menos en la misma orilla; Juan Guaidó ya ostenta un cargo que hace posible la transición a la democracia respetando el Estado de Derecho. No es un liderazgo solitario, no es un partido, no es un gobernador, no es un candidato, es el poder legislativo el que se ha pronunciado. Muy probablemente esto ha hecho que algunos miembros de la fuerza pública empiecen a tener la determinación suficiente para defender al pueblo, a sus propias familias y tomar distancia de la dictadura.

Segundo, es impresionante el acompañamiento que la comunidad internacional ha expresado, una cascada de apoyos reconociendo a Juan Guaidó como presidente legítimo ha puesto contra las cuerdas a Nicolás Maduro y a su séquito, lo que por supuesto también prende alarmas. No hay nada más peligroso que una persona insegura que siente amenazado su poder, no es raro que en su desespero actúe con más violencia para intentar imponerse; ya lo ha hecho y lo seguirá haciendo mientras pueda, es un dictador.

Al momento de escribir este artículo estos son los países que han respaldado a Guaidó: EE. UU., Canadá, Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Panamá, Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Puerto Rico, Paraguay y Kosovo. Además, la OEA y el Grupo de Lima como organizaciones también se pronunciaron. De igual forma se han escuchado apoyos provenientes de partidos políticos de países europeos, quienes junto a grupos ciudadanos están presionando a los gobiernos a dar el reconocimiento. Así mismo, en un mundo donde las redes sociales tienen una fuerza tan arrolladora, llamó la atención la acción de Facebook, Instagram y Wikipedia, quienes desde sus plataformas y a su manera dieron cierto reconocimiento al nuevo presidente.

Las muestras de apoyo al cambio y de rechazo a Maduro han sido múltiples, aunque salta a la vista que la que más le preocupa al dictador es la de EE. UU., especialmente cuando desde la Casa Blanca se ha manifestado que, ante una reacción violenta de su parte, ellos entrarán a tomar cartas sobre el asunto, algo que más que una amenaza, es una advertencia. No obstante Maduro conserva respaldos importantes como Rusia, México, Cuba, Bolivia, Turquía, sin embargo, resultan ser minoritarios y me atrevería a decir que ese apoyo no ha sido tan contundente como en otros momentos.

Ahora, ¿qué sigue?, ¿qué nos espera?… el camino es un poco incierto, ojalá fueran solo alegrías, pero sabemos que posiblemente se vengan confrontaciones fuertes. Cuesta aceptar una triste realidad, a los dictadores no se les saca del poder mediante el diálogo; ya Venezuela comprobó en carne propia que cada vez que los opositores se sentaban con Maduro o sus delegados, se apagaba la calle, pero la situación seguía de mal en peor.

Tenemos que ser conscientes que la democracia funciona relativamente bien cuando se habla entre demócratas, en otras palabras cuando estamos con personas que respetan las reglas de juego (elecciones periódicas con voto popular secreto, universal y libre; pluralidad de ideas; separación de poderes; respeto a los DDHH, etc.); pero una de las deficiencias de la democracia como sistema es que puede ser fácilmente instrumentalizada por quienes tienen otros intereses, como el hecho mismo de perpetuarse en el poder arrogándose para sí todos los poderes. Muestra de ello es que muchos dictadores han llegado al poder no por medio de las armas, sino incluso y paradójicamente por medio del voto popular, luego de estar instalados usan algunos mecanismos en apariencia democráticos para disfrazar sus acciones, para maquillar la realidad, mientras oprimen, reprimen y controlan.

Esperamos que no sea necesaria una intervención militar en Venezuela y que todo este esfuerzo de presión diplomática tenga buenos frutos para alcanzar una transición pacífica y el castigo a todos aquellos que han cometido delitos de lesa humanidad. Es un hecho que el pueblo está cansado de tanto abuso, que no puede dejarse chantajear más, que muchos han dado su vida en este intento por recuperar la democracia y que están a un paso de conseguirlo. Si hay una intervención militar en Venezuela será bajo la responsabilidad del mismo Maduro y su grupo, quienes en su infinita terquedad parece que son incapaces de poner por encima de su ego los intereses del pueblo.
Desde Colombia, como una ciudadana más que tiene el placer de tener amigos venezolanos, solo enviarle a todo ese pueblo valiente un abrazo fraterno, con la esperanza de que Venezuela recupere pronto la libertad, la democracia. Como decimos en mi tierra, esperamos que cese la horrible noche.

Apostilla 1: Hay puntos en los que discrepo respecto a las posturas del presidente Iván Duque en su gobierno, como lo dije en este mismo espacio mi voto por él tenía algunos reparos; en política no espero perfección, ni aspiro a que todo me guste, eso sería irreal. Sin embargo, en fechas como la actual agradezco que sea él quien esté en la presidencia de Colombia y no el señor Gustavo Petro, es infame que, ante el sufrimiento de millones de personas, la crisis política, económica y especialmente humanitaria, él solo lea la situación de Venezuela en términos de dos potencias peleándose el petróleo, es increíble el grado de miopía.

Apostilla 2: No había tenido la oportunidad de pronunciarme en este espacio sobre el triste y doloroso atentado a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, sea este el momento para expresar solidaridad a las familias y un rechazo contundente al terrorismo. Nada justifica este tipo de ataques, la sociedad en pleno debe rechazarlos y pedir que no queden impunes, más aún cuando las víctimas estaban en un estado de indefensión, no olvidemos que eran estudiantes, como explica Jean Carlo Mejía, no era un blanco militar. Así mismo hacer un llamado, nadie debe hacer “chistes” con el dolor ajeno y nadie debe usar la tragedia para dividirnos.

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Redacción Minuto30

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