Gustavo Petro es un político tradicional más, que no se ha diferenciado en las formas más cuestionables para llegar a sus posiciones. Hoy les está ganando hasta los más anacrónicos y connotados barones de la vieja política. Su equipo “alternativo” está encabezado nada menos que por Roy Barreras y Armando Benedetti, dos de los lagartos más cuestionados, conflictivos y vejatorios del país. La cola es más larga, ya que pocos como Petro han logrado fichar a una diversidad de los más detestados y casi más repudiados agentes de la política colombiana.

Alguna vez nos hizo creer que era distinto, pero es más de lo mismo y hasta peor. Veamos algunos que hacen parte de su “staff” o apoyos de primera línea: Samper (presidente con apoyo del narcotraficante cartel de Cali), los Moreno (elegidos por la izquierda, condenados por corrupción), Piedad Córdoba (emproblemada y con un hermano a punto de extradición por narcotráfico), Benedetti (en líos graves, citado por la Corte), León Muñoz (capturado con cocaína), Julián Bedoya (acusado de fraude documental), Mario Castaño (capturado, acusado de corrupción) el cura Hoyos (condenado por corrupción), Fabián Sanabria (acusado de delitos sexuales), John Calzones (condenado e inhabilitado), Ramiro Suárez Corzo (condenado por homicidio), Aida Merlano (condenada y prófuga), Timochenko y demás secuaces (sin palabras), etc.

Además de los extraditables que se beneficiarían con la no extradición y todo el staff de bandidos pendientes del ‘perdón social’. Pero hay más, los “Petrovideos” revelaron que hasta delincuentes internacionales lo asesoran, entre ellos el condenado y prófugo de su país Vinicio Alvarado. Ni hablar del pasado de Xavier Vendrell (ex convicto), el otro asesor de Petro, que militó en un grupo terrorista en España. Es un cambio al pasado; lo de Petro no es revolución, ni evolución, es involución, es regresivo. Su incapacidad le da para proponer soluciones elementales: imprimir billetes para erradicar la pobreza y liberar delincuentes para descongestionar las cárceles. Quiere disponer de los ahorros de toda la vida de la gente en las AFP, que a la mayoría rinden generosamente.

Son los primeros puntos que reafirman que Petro no es de izquierda. Hablamos de una izquierda genuina, saludable democrática, de avanzada. De eso Petro no tiene nada, es anacrónico, polarizante, lleno de odio y de comportamiento fascista. Pero hay mucho más. Habla de “cambio climático” como si fuera autoridad, al parecer considera incautos a sus seguidores, que cree le comen cuento ciegamente. El consumo y los hábitos particulares de cada persona generan un impacto sobre el medio ambiente. Semiológicamente Petro es un hombre sobrepesado, de papada y barrigón. Su sedentarismo es rampante, con una facies de males crónicos que no puede disimular.

Esto evidencia un pésimo autocuidado, que está a tono con hábitos no saludables consigo mismo y el planeta, con una baja capacidad funcional (demostrable). Se muestra devorando carnes rojas, grasa y evidencia sus afectos por el alcohol en público. Sin rubor acepta su ingesta, que es un tema de efecto ambiental. La coherencia no es su fuerte. Impulsa por ejemplo la producción de panela que solo es azúcar (el azúcar añadido mata más que la cocaína), cultivo con riesgo ambiental. A los campesinos hay que generarles oportunidades para diversificar su labor en otras líneas a tono con el medio ambiente y la salud pública. Punto en contra, que reafirma que no es de izquierda genuina, sólo retórica barata.

Fanfarronea con los carísimos zapatos Ferragamo, de piel animal, igual que sus cinturones. Sus compinches como Bolívar se muestran envalentonados comiendo en Miami suculentos bistecs con colas, que tienen detrás un grave daño ambiental. En campaña, importándole un pepino la huella de carbono contrató avión privado para contaminar mucho más, en vez de viajar humildemente en transporte público coadyuvando en la reducción de la huella de carbono (Ver foto, Mujica baluarte de izquierda genuino, a la izquierda Petro con ínfulas de burgués reaccionario). Nada tiene que ver con una izquierda verde, propositiva y constructiva. No evidencia compromiso ni coherencia con el ambiente, no tiene ninguna autoridad para hablar de cambio climático, cuando es el peor ejemplo de mostrar.

No es político de izquierda democrática, es un anarquista, extremista, agresivo, intolerante, soberbio, falto de humildad, que se cree ser superior e inspirador de violencia. Habla de “política del amor” pero insulta al contrario (los mafio periodistas por ejemplo), una versión Hitler Siglo XXI. El mejor presidente que ha tenido América en los últimos años fue de izquierda, el Dr Tabaré Vásquez, cuya bandera fue la salud pública. Dos veces gobernó a Uruguay, siendo adorado por su pueblo. Totalmente opuesto a este dirigente criollo.

El mejor alcalde que ha tenido Madrid (E), el profesor Enrique Tierno de izquierda es el más querido y recordado, antítesis de Petro. Uno de los grandes alcaldes de Suramérica, Raul Pont (Porto Alegre Br) también de izquierda, muy distinto a Petro. Su comportamiento y actuar se asemeja más a Trump que a Pepe Mojica con su sutil estilo para promover desórdenes y anarquismo en las calles. El paro en medio de la pandemia que promovió, agravó la crisis sanitaria con miles de muertos que jamás debieron ocurrir (¿a él le importó?) de no ser por las insalubres aglomeraciones que respaldó.

Pero si quiere estar en la izquierda genuina debería emular (no nombrar) a José Mojica, Pedro Sánchez (PSOE), Felipe González, Fidel Castro (en su primera etapa), Anne Hidalgo (París), Jacinda Ardern (N. Zelanda) y tal vez en Colombia por esa línea Bernardo Jaramillo, Jorge Robledo y Carlos Gaviria (quien lo detestaba), notables personajes de la izquierda nacional que jamás votarían por Petro. Ello confirma que no es de esa ideología.

A quienes hacemos parte de esa izquierda moderna, fraterna y fresca, Petro no nos representa, tiene el mismo discurso de Chávez de hace 20 años, con un populismo extremo. Públicamente “por negocio” intenta distanciarse de Maduro, pero su ideología, expresión y comportamiento lo delatan, es alumno avanzado de Chávez.

Pero no hay duda que Petro es el favorito y tiene la mayor ventaja para llegar a la presidencia. Su rival es casi un aparecido, con un recorrido político pobre, llegó a segunda vuelta de carambola, gracias al uribismo y su mala hora. Votaron contra Uribe y contra Petro, de allí sale Rodolfo Hernández que tampoco puede considerarse “outsider” o alternativo; es un personaje atípico no muy confiable, ni representa un cambio; es impredecible y contradictorio. Un día adora a Uribe, luego ataca al uribismo. Se reúne con Fajardo, llegan a acuerdos recibe una propuesta, que al parecer no revisa y de forma intempestiva, dice que era cortesía. Políticamente y como organización de campaña Petro le lleva enorme ventaja. A pesar de su edad, Hernández es un novato. Que Petro no gane sería una catástrofe política, lo ha invertido todo y ha hecho pactos con todos los demonios.

Petro y sus secuaces jamás representarán un cambio o poder transformador del país. Su ambición de poder es desmedida, lo busca a cualquier costo o con quien le asegure hasta las más oscuras maniobras para lograrlo (los «Petrovideos» lo reconfirman). Por todo ello, nunca podrá considerarse de un movimiento de izquierda alternativa, democrática y saludable, es un político tradicional más, con altísimo riesgo de incompetencia.

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Redacción Minuto30

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