Durante 20 días, y contando, los mineros del Bajo Cauca Antioqueño develaron la cara de otro actor mucho más poderoso detrás del vandalismo y la presión que arrojaban al gobierno. Se trata del Clan del Golfo, una estructura criminal dedicada a sacarle rédito, entre otros oficios delictivos, a la minería ilegal.

El Clan, nombre en el que decantó la macabra historia y la formación de paramilitares que azuzaron el desorden público durante décadas en todo el territorio nacional , y que luego de una polémica desmovilización pasaron de ser lo que todo el mundo conocía como “las autodefensas” a “El Clan del Golfo”, una sùper estructura criminal con alcance nacional, estaba en acercamientos con el gobierno de Gustavo Petro para un posible destierro de sus acciones violentas en todo el país.

El gobierno, desde el final del 2022, anunció un cese al fuego con esta megaestructura criminal, pero con el paro minero y su desarrollo en medio de graves disturbios y desmanes incontrolables, decidió volcar nuevamente la fuerza pública en su contra para ser perseguidos y combatidos.

Analistas como Camilo Gonzalez Posso, Presidente de Indepaz, el Instituto para el Desarrollo y la Paz, sostiene que ante “la conejeada” del Clan a la voluntad del gobierno de buscar terminar con la gesta de criminalidad de este grupo, el ejecutivon no tuvo más remedio que ponerlo nuevamente en la mira de las armas y la justicia oficiales.

Por su parte, el Clan del Golfo motivó sus acciones ilegales a la luz del inamovible gubernamental en la ley de sometimiento. El gobierno les notifica y les ratifica que con ellos no habrá negociación política, sino sometimiento con algunos beneficios. Eso no les gusta, porque sus esfuerzos constantes están dirigidos a ser admitidos como jugadores políticos.

Y no sobra recordar que el gobierno tendría muy poca maniobra para darles ese gusto, porque desde otra orilla, aquí sí de negociación política, el ELN ha advertido que no acepta ni permitirá que “lo metan en el mismo costal “ con una estructura como el Clan del Golfo u otras formaciones criminales organizadas con las que el gobierno busca conversar para desarticularlas.

Pese al ruido país que generó la participación en la sombra del Clan del Golfo en los nefastos hechos del Bajo Cauca, Camilo González sostiene que es natural que eso ocurra en un proceso como el que adelanta el gobierno bajo el paraguas de “La paz Total”. “Eso no va acabar el narcotráfico, pero puede salvar vidas”, adelanta el experimentado analista del conflicto colombiano antes de sentenciar que “no hay otra salida sino la de conversar con este tipo de estructuras por su protagonismo innegable en el desarrollo y escalamiento del conflicto”.

En su análisis y en diálogo con 30Minutos de Minuto30, González desvela el arcano de negocios como la minería ilegal y el narcotráfico. Asume como normales los estertores que le surgen al proceso, precisamente al admitir su dificultad. “Eso no es un asunto de un fin de semana”, dice para graficar lo costoso que puede resultar, políticamente hablando, este asunto para un gobierno y sus agentes . Se dialoga con grupos cuya complejidad es enorme, comenzando porque hay que entender que por encima de los capos de capos hay otros capos. Estos, muchas veces camuflados en la legalidad y la política.

Estamos hablando de negocios multimillonarios que no terminan con el encarcelamiento de un jefe como “Otoniel”. El es apenas una pieza de una mareante y compleja realidad. Capturado “Otoniel”, de inmediato tiene reemplazo. Así es este negocio que mantiene en fila a muchos aspirantes a jefes sin que su dinámicas sean alteradas o fracturadas. El negocio sigue incólume.

En la minería ilegal, por ejemplo, se mueven miles de millones de dólares al año. Dinero que ingresa a la economía formal a través de entramados de lavado de activos muy complejos y por tanto difíciles de detectar.

¿Y cómo se puede escalar hasta llegar a los verdaderos jefes? Muy difícil pero no imposible, dice González Posso. Es difícil en principio por el código de silencio de los criminales. Esos nombres, los que mueven los hilos desde la sambra, están cerrados a cal y canto. Muy esporádicamente se les puede poner rostro y apellido. Pero la tarea es posible si se fortalecen las instituciones con capacidad de rastrear movimientos financieros con tecnologías apropiadas.
La Unidad de Información y Análisis Financiero, UIAF, puede ser un vehículo importante para llevar a las autoridades hasta el escondite de esos misteriosos y poderosos personajes.

La corrupción es la rémora en los anhelos oficiales por desarticular esas oscuras redes delictivas que están por encima de las cabezas visibles. De no hacer todos los esfuerzos por desanudar la corrupción, el país seguirá en el patio de la impunidad y las macroeconomías ilegales. Un mundo donde “nadie sabe nada”.
Camilo Gonzalez desabrocha en esta entrevista los bemoles de un proceso criticado, atacado por detractores naturales e improvisados, y también aplaudido por algunos sectores . Un proceso que de “Paz Total” aún sólo tiene el nombre. Resta llenarlo, no solo de contenido, digerible por la sociedad, sino de sentido y significación para la historia del país.

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Redacción Minuto30

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