proceso de paz
El expresidente colombiano Juan Manuel Santos (i), se saluda con el exlider de las FARC Rodrigo Londoño (d). Foto de archivo. EFE/Francisco Guasco

Bogotá, 25 nov (EFE).- El acuerdo de paz de Colombia tiene luces y sombras pero cinco años después de su firma, y a pesar de los obstáculos, se consolida como una oportunidad para la reconciliación nacional y como modelo para el mundo.

La convicción de que es mejor «una paz injusta que una guerra justa» parece haberse impuesto entre la mayoría de los colombianos porque, a pesar de que no faltan críticas de lado y lado al acuerdo en sí o a su implementación, reconocen que es un avance y así se ha puesto de manifiesto esta semana en los actos conmemorativos del quinto aniversario.

Eso porque aunque persisten otros focos de conflicto en el país, el acuerdo con las FARC ha servido para detener el de 52 años con esa guerrilla que dejó la mayor parte de los más de 8,5 millones de víctimas, entre muertos, heridos, secuestrados, desaparecidos y desplazados.

El acuerdo de paz, firmado el 24 de noviembre de 2016 por el entonces presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, último jefe de las FARC, tiene rango constitucional por lo que es de obligatorio cumplimiento, y su implementación está prevista para un periodo de 15 años.

Para Yann Basset, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, uno de los aspectos a destacar es que la mayoría de los más de 13.000 desmovilizados de las FARC han seguido su reintegración a la sociedad.

«Lo que sí es cierto, es que efectivamente a pesar de la vuelta espectacular a la ilegalidad de algunos cabecillas visibles como Iván Márquez (…) la mayoría de los guerrilleros han seguido con sus procesos de reintegración a la vida civil», argumenta Basset.

Las disidencias son en su mayoría guerrilleros que nunca se acogieron al proceso y formaron nuevos grupos que siguen reclutando jóvenes y niños en los campos.

El catedrático también valora el papel de la justicia transicional en donde «se han mostrado avances» a través de los macrocasos en los que se juzgan delitos como el secuestro, el reclutamiento forzado y otros crímenes cometidos en el conflicto armado interno.

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En cuanto a los tropiezos de la implementación, recuerda que es un proyecto de largo plazo por lo que «habrá que esperar otros gobiernos «ojalá con una tendencia más favorable a la implementación de esos acuerdos».

OPTIMISMO Y RESPALDO

Un reconocimiento de peso es el del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien en su visita de esta semana a Colombia constató los avances del acuerdo y ratificó el apoyo del organismo internacional a la paz de Colombia como una experiencia ejemplar.

«Al hacer hoy balance, podemos afirmar con confianza que la implementación del proceso de paz esta echando raíces profundas», dijo Guterres el miércoles en el acto central del aniversario.

Reforzó diciendo que «en un mundo marcado por conflictos, muchos de ellos sin un final a la vista, un acuerdo de paz negociado para poner fin a un conflicto que muchos creían sin solución es algo único y sumamente valioso».

Tan optimista se siente el jefe de la ONU que en una declaración posterior dijo que el caso de Colombia lo inspira a hacer «un llamado urgente a los protagonistas del conflicto en Etiopía» para de hagan un «alto al fuego incondicional e inmediato para salvar el país».

El expresidente Santos, artífice del acuerdo y Premio Nobel de la Paz, ha subrayado que, aunque falta seguridad para los desmovilizados, 296 de los cuales fueron asesinados en estos cinco años, el 95 % de los excombatientes siguen en el proceso y la Justicia Especial para la Paz (JEP) ha construido siete macrocasos con 1.000 comparecientes, mientras que la Comisión de la Verdad ha escuchado a más de 26.000 personas.

A propósito de los asesinatos, el presidente colombiano, Iván Duque, sostuvo que «tristemente este ha sido un fenómeno presente en muchos procesos de paz» en los que muchos de los firmantes de acuerdos han sido posteriormente asesinados.

Según Duque, esta es una «historia de dolor que ha estado presente en los procesos de reincorporación en Colombia», por lo que llamó a desmantelar las organizaciones criminales que están detrás de estos asesinatos.

CAMINO POR RECORRER

Para Colombia es imperativo seguir avanzado en la implementación del acuerdo de paz construido sobre seis puntos: reforma rural integral, participación política, fin del conflicto, solución al problema de las drogas ilícitas, víctimas e implementación, verificación y refrendación.

A propósito de la reforma política, Basset recordó que la comisión que trata ese tema redactó un informe que «ha sido engavetado» y que el Gobierno de Duque propuso su propia versión de reforma política que tampoco fue aprobada y entonces «ahí no pasó absolutamente nada».

También ve que la reforma agraria y la restitución de tierras no han avanzado mucho y, «por el contrario, han tenido muchas trabas».

El experto concluye que las celebraciones «tienen mucho de política, pero concretamente en el terreno hay mucha preocupación sobre la implementación del acuerdo».

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