¿Ustedes qué opinan de la cacería como práctica deportiva y realizada esta en Colombia? Personalmente no sé si es que cuento con un alto grado de confianza en la humanidad, pero la verdad no creía que hubieran personas que la practicaran y curiosamente si las hay. Existe en el país, actualmente un número de mil personas acreditadas para ejercer la caza deportiva, estos mismos, deben de encontrarse inscritos ante la federación y cancelar una membresía para su permiso (pagar, para matar).

Imagínense que la cacería de animales silvestres es vista como un deporte y dicha palabra derivada del español antiguo: Deportarser o divertirse, resulta antagónica a mi forma de ver; es complejo dimensionar que algo que cause daño y afrente contra la integridad del otro pueda ser visto como una diversión. En Colombia existe la Federación de Tiro y Caza, y alrededor de 20 a 40 clubes de caza, integrados por estas personas que al igual que con la tauromaquia, ponen la sevicia como razón para un disfrute inentendible. Se ha venido cobrando una tasa para poder permitirse el derecho a asesinar un animal silvestre, este como una especie de subsidio de compensación que busca irónicamente, generar recursos en vía de la preservación de las especies, de igual forma, es necesaria la gestión de un permiso ante las CAR donde se describe el tipo de animal silvestre que será objeto de cacería para emitir las autorizaciones; Insisto, ironías que quienes salvaguardan generaran permisos para matarlos y para acabar de ajustar destaco que dichas actividades se han venido realizando en alrededor de 14 millones de hectáreas pertenecientes al Sistema de parques naturales: ¡Impresionante! y las víctimas de este flagelo: Cinco especies de aves menores y el venado cola blanca, para quienes se conduelen, sería recordar la triste caricatura de Bambi y la muerte de su madre a manos de un cazador. ¿Cuántos casos reales existirán de este tipo?

Y Claro, hablamos de esas especies a las cuales el ser humano ha dado la venia para poder disponer a libre albeldrío de sus vidas, pero así también, otros animales de diferentes especies, pueden ser abatidos en estas “justas” inequitativas. Son pocos los Guardabosques existentes en Colombia y sería complejo garantizar con total seguridad que estos cazadores avalados, se limiten al “disfrute” de asesinar a las únicas especies de animales permitidas.

Definitivamente, somos seres injustos con los animales, hemos llegado a considerarlos mella de verlos como simples objetos, un recurso para un disfrute banal, en el cual se ve afectada su dignidad como seres sintientes y se les expone a altos índices de crueldad y afectación. ¿Cuántas mutilaciones no se generarán en estas actividades?, ¿cuál será el destino de aquellos animales heridos que quedan vivos en medio de los bosques?

Lo peor de todo es que dentro del curso de la cacería “deportiva”, se camuflan ilegales que aprovechan la permisividad de la actividad para incurrir en acciones mucho más cruentas, en aras de extraer de su hábitat animales vivos, mutilados o muertos para su venta en comercios clandestinos que como siempre, son apoyados por la crueldad humana y que ¡Claro!, son sostenibles gracias a la indolencia de aquel que compra o invierte en esta actividad, desconociendo el sufrimiento de tantos animales.

Investigando para este texto, me encontraba argumentos que en mi concepción de defensora de la vida (más que en si de los animales) me parecían irrisorios, leía que se arguye la necesidad de disminuir individuos de diferentes especies en aras de evitar sobrepoblación y para esto, se avala la cacería, de hecho es una de las justificaciones de quienes practican la actividad; lo curioso del caso, es que posteriormente estamos rasgándonos vestiduras por sus inminentes extinciones.

En 2016, por ejemplo, se encendieron alarmas pues a causa de la sequía y la caza indiscriminada (esta no incluída en los permisos existentes) se estaba disminuyendo la población de Manaties en el país y si vamos a otras latitudes, vemos la desaparición del Rinoceronte negro del oeste, la extinción del tigre de java y otras especies que van desapareciendo de la tierra gracias a la indolencia humana.

La legislación que amparó por cuarenta años la cacería en Colombia, fue el decreto 1608 de 1978 y menester de todo lo relatado anteriormente, puedo declararme de plácemes ante la notificación por parte de la Corte Constitucional de la inexequibilidad de los articulados que regularon en su momento la Cacería deportiva, dejando sin piso jurídico dicha actividad. Los Magistrados debatieron la cualidad de seres sintientes de los animales y la necesidad de proteger los recursos, el medio ambiente y ser coherentes con las políticas de protección animal.
Esto gracias a una demanda interpuesta por una persona que si ama la vida y que logró colocar en cintura, a aquellas personas que gozan del dolor ajeno y disfrutan segando la vida de animales inocentes que hacen parte de la riqueza de nuestra biodiversidad.

Esta declaración de la Corte, llega en un plácido momento en el cual vemos como día a día se vinculan más personas a un movimiento que no se ha esgrimido solamente en aras de la defensa de los animales, sino que ha venido a fortalecer la defensa de la vida, el entendimiento del daño irreparable que hemos venido realizando a la tierra, a sus riquezas, al ambiente y la vida misma y que requieren de acciones contundentes y de de concientización si queremos salvar algo de lo que con tanta fogosidad hemos venido acabando.

Lamento que la pesca deportiva no se encuentre dentro del ordenamiento brindando por la Corte en sus conceptos frente a la cacería en nuestro territorio, pues aunque se ha generalizado su práctica, incluso, como un atrayente ejercicio de paciencia y de triunfo para niños y adultos; la pesca es una actividad cruel como cualquier otra; Los peces mueren de una forma dolorosa: ellos poseen nocireceptores donde todos los estímulos dolorosos son procesados (los invito a usar un anzuelo incrustándoselos en sus mucosas orales), adicional a ello, la incapacidad de generar el intercambio gaseoso por fuera del agua al no poseer pulmones hace que el pez invariablemente muera de asfixia y quienes han sufrido patologías como el asma o se han visto en situaciones similares saben lo agobiante que podría ser este tipo de muerte.

Entiendo que continuamos siendo una cultura carnívora, pero sé que paso a paso en medio de la generación de conciencia de la crueldad en la que incurrimos, el daño medio ambiental y las opciones que existen en la actualidad, algún día podríamos llegar a modificar nuestra convivencia y encontrar puntos de respeto para todos los que cohabitamos el orbe.

Por lo pronto un enhorabuena por la labor de la Corte y espero que pronto sigamos celebrando nuevas decisiones que sean congruentes con lo emanado en la legislación de protección animal: Fin del sufrimiento animal, el mismo que gestan las corridas de toros, las peleas de gallos y otras tantas actividades indolentes con los animales.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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