Por estos días he tenido varios espacios de pedagogía electoral, programas radiales, charlas en parroquias y universidades, y algunos encuentros con líderes, donde he podido palpar dos realidades: un interés muy grande por estas elecciones y una ignorancia enorme en cultura política.

En primer lugar, estas elecciones han suscitado un especial interés, curiosamente no tanto por los candidatos que en este caso del congreso superan los dos mil, sino por la situación actual del país. Sin lugar a duda, el escenario postplebiscito hizo que en la práctica el Congreso tuviera unos poderes mayores en la toma de decisiones, del simple hecho de representar llegó a suplantar la voluntad popular expresada el 2 de octubre, una herida más que como tantas otras decisiones de este y de otros órganos nos hacen cuestionar esas ideas clásicas de democracia, de constituyente primario, de Estados de Derecho con Constituciones fuertes, etc. En fin, sea como fuere, el hecho es que ya nos dimos al dolor y terminamos viviendo con unos acuerdos impuestos, el caso es que descubrimos el gran poder que tiene ese órgano y por lo cual esta vez genera de todos los sectores una fuerte expectativa ante su próxima conformación y el rumbo de nuestro país. En mi concepto no están equivocados aquellos que leen estas elecciones al congreso como una de las más importantes en décadas, pues la institucionalidad está en juego.

A este elemento por supuesto debemos agregarle otro factor novedoso, y es la presencia de las FARC con 10 curules garantizadas, tristemente tuvimos que llegar a estas alturas de época preelectoral para que algunos vinieran a caer en cuenta lo difícil que es alcanzar una sola curul para cualquier ciudadano sin importar su ideología, algunos apenas ahora son conscientes del regalazo que les dimos (o mejor, que nos obligaron a darles), algo que nadie, ni los mejores ciudadanos de nuestra patria que dejan en alto el nombre de Colombia (cuente entre ellos a todos los científicos, deportistas, literatos, artistas que quiera) llegan a tener… por no hablar de las victimas a quienes hoy les toca hacer campaña y tratar de llegar con votos a través de partidos y movimientos, sin saber si quiera si esa colectividad llegara a superar o no el umbral; y de nuestros militares y policías a quienes se les impide votar (cuando en otros países pueden hacerlo).

Por suerte la reserva activa ha venido asumiendo esa voz y al igual que las víctimas terminaron haciendo política para tratar de que su versión también sea escuchada y defender desde el congreso la patria que por décadas les ha tocado defender en los campos. Es muy grave que sin arrancar los victimarios que no han pasado por la justicia ya cuenten con sus curules fijas hasta el 2026, mientras los demás con heroísmo democrático víctimas de un sistema injusto tratan de conseguirlas al menos por este periodo (2018 – 2022). Y digo que es heroico, porque con esa desventaja y siendo tantos candidatos fácilmente cualquier persona se desmotivaría, merecen nuestro apoyo… obviamente elija bien, pero anímese, salga y vote por el que usted quiera, pero vote.

En segundo lugar, la otra realidad con la que me he encontrado es que además de que seguimos teniendo una debilidad institucional fuerte, el gran talón de Aquiles de nuestra democracia somos nosotros mismos, los ciudadanos y la profundísima carencia de cultura política. Algunos sufren de desinterés y pereza crónicos, pero otros tantos, aunque entusiastas tienen una profunda ignorancia en los temas más básicos y allí hay un trabajo social que no debemos seguir aplazando, entre todos nos podemos ayudar pero acudiendo a fuentes confiables, para este caso la página de la registraduría es tal vez la más recomendable, pues hay que poner cuidado con las noticias falsas y algunas cadenas que circulan por redes sociales que terminan enredando y desinformando.

La abstención en Colombia es muy alta, las razones son múltiples y muy diversas, pero hay en medio de todas esas una que es de carácter educativo, hay personas que sencillamente no saben votar, no conocen el mecanismo, se enredan con las tarjetas electorales, no saben buscar la información y muchos terminan desentendiéndose, no porque no se quieran involucrar, es que muchas veces nadie les ha explicado. Para una gran mayoría de personas lo más parecido a una “formación política” o al menos lo que asocia a ese nombre es cuando lo visita un candidato y le dice “vote por mí”, a veces hay dádivas de por medio y otras veces no, lo grave es que la persona queda reducida a la posición de un simple seguidor que casi nunca cuestiona, rara vez hay quien explique, quien resuelva dudas y quien diga las cosas no pensando en cálculos políticos sino simplemente explicando cómo son las reglas de juego. Esa es la razón incluso por la cual algunos ciudadanos todavía no logran comprender que uno pueda hacer pedagogía sin nombrar candidatos o partidos o que se puedan hacer críticas al sistema con cierta objetividad sin estar matriculado en un partido puntual o ser seguidor de un político. Simplemente en nuestro ambiente eso no es común y por eso se pone bajo sospecha.

Educar siempre es el camino más largo y al partido y a los candidatos muy rara vez les interesa un ciudadano informado, esa tarea es de la academia y es urgente hacerla. Quisiera terminar este artículo con una anécdota de estos espacios pedagógicos que he venido desarrollando, espacios que por cierto nacieron de la inquietud de una joven universitaria que me dijo que estrenaría su cédula y que no conocía prácticamente nada de ese sistema… otro llamado de atención a colegios y universidades ¿estamos formando al ciudadano?, ¿le estamos dando las herramientas básicas?… a veces empezamos por poner a la gente a discutir propuestas, cuando ni siquiera saben bien cómo marcar correctamente una tarjeta electoral.

La anécdota que me impactó fue una señora que se me acercó después de una de las charlas para preguntarme cómo podía votar en blanco, la pregunta me sorprendió, creí que no le había entendido y pues efectivamente la duda de ella era cómo hacerlo, obviamente le dije que existía una casilla para hacerlo que solo era marcarla, a lo que ella me responde que siempre pensó que votar en blanco era lo mismo que dejar en blanco la tarjeta electoral. La verdad es que la literalidad de la palabra lleva a esas confusiones que para otros pueden ser muy obvias, el tema aquí es que hay una gran diferencia entre “votar en blanco” que se cuenta como voto válido y “dejar en blanco” que se considera un voto no válido al no estar marcado, y que se compara con los nulos por no poder saber con claridad cuál era la voluntad del votante.

Hacer pedagogía hasta en lo más básico es fundamental, esta señora me enseñó algo y es que su confusión tiene mucha lógica desde el lenguaje, yo tantos años en esto nunca lo había pensado así, nunca comprendía porque tantas personas asistían a las urnas y no marcaban sus votos, ya habían hecho lo que uno cree es lo más difícil: desplazarse hasta el lugar. La semana pasada entendí que probablemente muchos de ellos están convencidos de haber votado en blanco… esas cosas como sociedad nos tiene que poner a pensar. Si ni siquiera el mecanismo está claro, no podemos hablar de libertad en la elección. Hay que insistir en la pedagogía, si se entiende la forma podemos pasar a contenidos, cada ciudadano podrá expresar mejor su visión, fortalecemos la democracia y avanzamos.

Recomendación: Cuando vaya a elegir por quién votar no descarte a los que se lanzan por primera vez bajo el argumento de “¿y usted si va a llegar?”, dese la oportunidad de conocer caras nuevas, analícelos que las votaciones no pueden hacerse bajo la lógica de unas apuestas, su voto puede hacer la diferencia. Y si su candidato o partido no gana, no sienta que “perdió su voto”, le repito no son unas apuestas, se trata de manifestar una voluntad de quien cree usted que es el mejor para el cargo, piense como jefe, es decir, “de esos aspirantes ¿usted a quién contrataría?”, en el fondo es así, nosotros les pagamos el sueldo con los impuestos, analice las hojas de vida y este 11 de marzo con su voto sugiérale al país cuál cree que es el mejor empleado para ocupar una de esas vacantes (curules) en senado y otra en cámara… ¿cambia la perspectiva no?

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Redacción Minuto30

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