fabio valencia cossio

Me vienen a la memoria las épocas universitarias en la década de los setenta, cuando liberales y conservadores confrontábamos una izquierda revolucionaria de distintas corrientes, -línea Moscú, línea Pekín y otras vertientes, que copiando y recitando unos a Stalin y otros a Mao, creían que con su rebeldía temprana salvarían al mundo y de paso a Colombia del capitalismo salvaje. Años después, cuando el sistema les ofreció el primer empleo en los sectores público o privado, con muy pocas excepciones, abrazaron el sistema.

¿Por qué traigo a colación esta historia? Porque tengo la seguridad de que hoy, muchos de los críticos y opositores de Gustavo Petro, primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, llegarán sin pudor y sin rubor a pactar y a buscar el ingreso a la coalición de gobierno. Estoy seguro de que en pocos días Petro tendrá mayorías en el Congreso gracias a lo cual su gobierno podrá hacer realidad muchas de las reformas que hicieron parte de la propuesta electoral.

Ese próximo congreso de mayorías parlamentarias petristas tendrá que aprobar entre otras iniciativas: el referéndum que preguntará si se convoca a una constituyente o no, la reforma fiscal para obtener 50 billones más de impuestos, la utilización de los ahorros pensionales propiedad de los trabajadores, el cambio de la política energética del país y el cierre progresivo de la producción de petróleo; el traslado de la Policía al ministerio del interior y el cierre del ESMAD, la amnistía para los integrantes de la primera línea, la suspensión de la erradicación de la coca, la democratización de la propiedad privada, etcétera.

Los votos que le faltan en el congreso le van a llegar de cuenta del oportunismo y sobre todo de la falta de coherencia de casi todos los partidos y sectores sociales y económicos del país y las leyes saldrán aprobadas con el concurso patriótico de los corporados que se opusieron en la plaza pública, a cada una de las iniciativas, durante la pasada campaña electoral.

Por esa razón y frente a ese panorama Álvaro Uribe Vélez revivirá de sus cenizas, como el ave fénix, erguido, fresco, con un liderazgo renovado, y como el único líder con fortaleza y credibilidad, capaz de representar ese medio país que no votó por Petro, y a quienes tenemos miedo de perder la democracia y la libertad y que soñamos con un país más justo y equitativo, sin corrupción y con oportunidades para todos. Uribe regresará solitario a “oponer y proponer,” en ejercicio de una actitud constructiva y propositiva, para decirle a los ciudadanos que ahí sigue con las heridas que le ha ocasionado la infamia, pero con la frente en alto y la voluntad inquebrantable de luchar por su pueblo, siguiendo la ruta de los grandes lideres de la humanidad.

La izquierda no lo pudo aniquilar y hoy Colombia lo vuelve a llamar con Esperanza. Hoy como en los últimos años, el país no es posible sin Uribe. Por esa razón termino con la célebre frase: “Los muertos que vois matasteis gozan de cabal salud”.

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Redacción Minuto30

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