“Una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín” refrán que se podría aplicar con toda certeza a los arrebatos emocionales de la gritona, cuando pretende desviar la atención de los dineros de la bolsa plástica, atacando como es su obsesión enfermiza a Uribe y sus reuniones públicas, documentadas y reconocidas con diversos empresarios que podrían invertir en el desarrollo de Colombia.

El fulano de la bolsa tiene prontuario delincuencial de vieja data y de hecho esa escena puede asimilarse a otra en donde estuviese guardando los dineros del rescate de alguno de sus secuestrados o los provenientes del pago de alguna de sus extorsiones en lugares anónimos, penumbrosos y por fuera de toda indiscreción, como muy seguramente lo hizo en su etapa de militante  del M-19 en compañía de sus parces Algunos de ellos engendraron hijos que ahora acompañan esas acciones seudopolíticas con indicios serios de ilegalidad pero que quieren aparecer como “el estandarte moral de la nación”.

Su primer paladín que ahora pide una sanción social reconoció que falsificó documentos para los narcoterroristas y ahora en su senectud anda feliz mostrando el trasero en donde tenga oportunidad.

Cuando se vive con rectitud el comportamiento en el tiempo se puede escudriñar sin temor del sujeto. De hecho, entendiendo las circunstancias, se pueden menguar y hasta olvidar acciones que en otro entorno pueden considerarse improcedentes y delictuosas.

De ahí esas políticas de sometimiento para aquellos que formaron parte de los grupos terroristas por circunstancias ajenas a su voluntad y que engañados en unos casos y por la fuerza en muchos, anduvieron por fuera de la ley sin posibilidades de enderezar su camino.

Ese nunca ha sido el caso del fulano de la bolsa que se ha distinguido por tener una elocuencia distractora y una incoherencia abrumadora; en sus explicaciones sobre el esclarecedor video ha dado tantas versiones diferentes que ha perdido toda la escasa credibilidad que alguna vez pudo tener, parece una mirla que con cada paso suelta un bollito.

Vaya uno a saber si con eso quiere que quienes lo investigan se detengan en cada una de las explicaciones para prolongar en el tiempo, ese proceso y enredar la madeja para que no se encuentre el camino de la comprobación de los hechos.

Ahora parece que la moda es el cinismo a ultranza y se tiene como paradigma que pedir perdón exonera de todas las culpas.

La ofensa del fulano de la bolsa no fue solo hacia los incautos votantes de segunda vuelta o a los cohonestadores de sus ideas y acciones y nunca será procedente solicitar el perdón a ese número de colombianos. La ofensa es hacia la totalidad de habitantes de Colombia exceptuando algunos otros delincuentes que tienen la misma percepción de principios que ha acompañado a este delincuente.

La tontería del ofensor llega al extremo de pensar que solo sus votantes son merecedores de esa solicitud. Juegan otra vez las minorías puesto que el no ganó, por ende son minoría y seguirán siéndolo con tendencia a la extinción, mientras sus representantes tengan esos comportamientos que riñen con la decencia que tanto proclaman.

El rechazo es generalizado y mientras existan zutanos que quieren justificar o, atenuar o, explicar con benevolencia esas acciones a todas luces degradantes, el asco se extenderá hacia ellos y quedarán inmersos en el mismo fango de estiércol que con su hedor alejará a quienes en algún momento creyeron en sus falacias.

Postre: La exposición del video es oportuna en cualquier momento y las consecuencias son indudablemente la muerte política del fulano de la bolsa y de sus ciegos seguidores. Quienes tengan 2 dedos de frente lo entenderán y saldrán como ratas de barco en riesgo de naufragio.

Pluscafé: Hay 8.000 razones para concluir que lo del video es un delito similar a lo de 1994 que dejó sin Visa al elefante y llevó a la cárcel a muchos de sus compinches. No importa el monto sino el hecho.

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Redacción Minuto30

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