Johnajohn Campo
Johnajohn Campo fue registrado(a) al posar con su diploma de Artes Plásticas, en Cali (Colombia). EFE/Ernesto Guzmán

Cali (Colombia), 22 ago (EFE).- Johnajohn Campo no se identifica como hombre o como mujer, por eso cuando se gradúo en Artes Plásticas en la Institución Universitaria del Valle, en la ciudad colombiana de Cali, quería que el título así se lo reconociera: no es maestra ni maestro, es la primera persona «maestre» de Colombia.

En Colombia los derechos de las minorías se han ganado, generalmente, con el amparo de la Corte Constitucional. Y Cali, la tercera ciudad más importante del país, ha sido epicentro de esas luchas: comenzó con el matrimonio civil entre personas del mismo sexo y, ahora, con el reconocimiento de las garantías para acceder a la educación a personas con diversas expresiones de género.

A sus 39 años, Johnajohn, a quien se le asignó el género masculino al nacer y transitó al femenino pero no se identifica con ninguno de los dos, ha logrado un hito más para la comunidad LGTB: que un programa académico profesional tenga el reconocimiento de tercer género o no binario.

Elle, como prefiere que le digan, asegura que el acompañamiento jurídico de su universidad y la sentencia 447 de 2019 de la Corte Constitucional (que permitió por primera vez el cambio de nombre de una trans en el registro civil) fueron fundamentales para que el Ministerio de Educación aprobara la titulación con el reconocimiento que había buscado.

«Soy consciente de que como activistas o artistas hacemos una labor pedagógica y este título académico más allá de certificarme, sienta un precedente al poner en el debate dos temas fundamentales: el nombre identitario de las personas y las expresiones de género no binarie, que son una construcción del lenguaje social», explica a Efe la maestre.

NI HOMBRE NI MUJER

Johnajohn sintió desde su infancia que no encajaba en los roles de género tradicionales, y que a través de su cuerpo representa una «multiplicidad de expresiones de género» que reafirma desde lo artístico con sus «performances».

Realizó un documental que se titula «Trasvestirse en tiempos de precariedad, historias de familia» y que explica lo que significa la no binariedad. «No correspondo a construcciones de género hegemónicas o estereotipos. Soy una multiplicidad de expresiones, por tal motivo me construyo desde esa no binariedad», apunta.

Su trayectoria y formación universitaria le permiten desarrollar arte con el cuerpo, con el vestuario, con la gestualidad; crear artes plásticas y arte relacional, que tienen que ver con la construcción de un tejido comunitario.

Relata que entre su familia ha encontrado esa barrera de los prejuicios y defensa de valores tradicionales, pero su trabajo pedagógico ha permitido encontrar espacios de interlocución.

El día de su graduación, por ejemplo, asistió a la ceremonia con sus dos madres: la biológica, que es su sustento emocional dentro del hogar; y su madre trans, quien es su par y sufrió al igual que elle la discriminación de la década del 70.

LEGADO

Los últimos días las redes sociales de JohnaJohn han estado muy activas. Luce feliz metida en su blazer negro, exhibiendo su diploma con su nombre legal: John Freddy Campo y su nombre identitario Johnajohn Campo, y enlaza las numerosas entrevistas que ha tenido con medios locales.

Pero también postea los comentarios negativos y críticas que han recibido las publicaciones de su historia: «Si no se identifica con ninguno de los dos géneros, ¿por qué se viste como mujer?», «la estupidez humana no tiene límites», «y entonces, ¿este engendro satánico qué es?». Pero asegura que las palabras de grueso calibre ya no le afectan.

Reconoce que sí las sintió cuando apenas comenzaba su transición; le era complejo recorrer las calles y crear su personaje porque en Colombia quienes no encajan en la sociedad son desaparecidos.

La Red Comunitaria Trans, organización que vela por los derechos de la población trans, informó este mes que en lo que va de año 27 mujeres trans han sido asesinadas por su identidad de género. Pero el subregistro, indican, es alto.

Por eso Johnajohn insiste en que la clave es desarrollar una labor pedagógica en diferentes espacios de la sociedad, en hacer activismo en los barrios y mostrar roles que no son los tradicionales.

Hoy se siente feliz del camino que abre para quienes vienen atrás con las mismas necesidades. También resalta que sea Cali la ciudad donde se marca este hito: «Cali es la capital de la resistencia. Obviamente, es una ciudad en la que hay violencias estructurales hacia personas de diferentes tipos, pero también hay una conciencia social y política».

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Redacción Minuto30

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