Los ataques diarios a la administración de la ciudad provienen de distintos lugares aunque patrocinados por la misma causa. No es, como se ha dicho, que el alcalde tiene “muchos frentes abiertos” realmente es uno solo que se expresa de múltiples formas; ahora los representantes de la cosmovisión de la sociedad alineada a la derecha, convocan el miedo diciendo que la administración está regida por el “odio de clases”, demostrando que, aunque como categoría social y política la clase tiene toda la vigencia, lo que se mantiene sin discusión es la absoluta incapacidad de los atriles de derecha para interpretar la sociedad más allá del miedo de la guerra fría.

En el mismo tono que el ministro de la guerra denuncia confabulaciones de Rusia, o la Unión Soviética, como prefieren llamarla, y se le declara la guerra, por micrófono, a países árabes para convocar, como lo han hecho tantas veces, el miedo por el enemigo externo desconocido y el enemigo interno inventado para favorecer su imagen; para, como lo han hecho siempre, ver arder el país y mantener su parcela de poder.

En una especie de macabra programación neurolingüística, la derecha caduca y sus medios declaran la existencia de conspiraciones y así mantener vigencia, su relevancia política deviene del triunfo de la ignorancia; su existencia política depende, para ser más claros, de que la gente les siga creyendo sus infiernos y enemigos, del miedo a la libertad y a la ciencia. No es extraño que el mismo antivacunas, anti transfusiones y anti libertades sean los seguidores de los anti comunistas.

Mientras la Unión soviética, la amenaza árabe y el enemigo comunista interno son una nostalgia del pasado, la categoría “clase” no pierde vigencia política y económica para explicar la realidad; indiscutiblemente esa sociedad esta divida en clases: unas dueñas, únicamente, de su trabajo, y otras propietarias de todos los medios de producción. Una clase odia a la otra, la condena al atraso y la ignorancia, y le niega todos los días sus derechos, esa clase que odia a los otros espera que toda la sociedad pague sus “errores” mientras todos los días endurece las penas para el que se roba un celular. Claro que hay clases y claro que una clase odia a la otra mientras pretende gobernarla y obligarla a creer que por reclamar sus derechos odia en vez de amar.

No existe ninguna acción de gobierno de Daniel Quintero que nos pueda hacer creer que es un gobierno de izquierda, pero sin duda es un gobierno liberal que le ha puesto limites a los poderes que tenía la ciudad como su mercado perfecto y a la alcaldía como su caja menor, mientras la desigualdad se profundizaba aupada por los monopolios que impedían cualquier iniciativa emprendedora independiente. No creo tampoco que la coyuntura de un gobierno resuelva este problema estructural, pero una administración que mira hacia el norte de la ciudad sin desprecio y odio por “los pobres” sí es un avance al menos cualitativo.

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Redacción Minuto30

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