El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habla en una conferencia de prensa hoy, sábado 11 de abril de 2015, durante la VII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de las Américas que se celebra en la Ciudad de Panamá. EFE

La de Panamá ha sido la última Cumbre de las Américas para Barack Obama y pasará a la historia como aquella en la que el presidente estadounidense pasó página y decidió no ser más un «prisionero del pasado» en las relaciones de su país con la región.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habla en una conferencia de prensa hoy, sábado 11 de abril de 2015, durante la VII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de las Américas que se celebra en la Ciudad de Panamá. EFE

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, habla en una conferencia de prensa hoy, sábado 11 de abril de 2015, durante la VII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de las Américas que se celebra en la Ciudad de Panamá. EFE

Con espíritu pragmático porque no le interesan «disputas» que empezaron antes de que naciera, como él mismo dijo, Obama se anotó varias victorias: afianzar el acercamiento a Cuba con su histórica reunión con Raúl Castro, mitigar las tensiones bilaterales con Venezuela y fijar para junio la aplazada visita a Washington de la mandataria brasileña, Dilma Rousseff.

En la sesión plenaria de la Cumbre, Obama aguantó estoicamente una lluvia de críticas por su polémico decreto sobre la «amenaza» que supone la situación en Venezuela para EEUU y ataques directos de algunos presidentes, entre ellos el venezolano Nicolás Maduro y el ecuatoriano Rafael Correa.

Su respuesta fue que «la Guerra Fría ya terminó». Además, «Estados Unidos mira hacia el futuro. No estamos atrapados en la ideología, al menos no yo», dijo también.

Obama subrayó que hay «capítulos oscuros» en la historia de EEUU, un país que no se cree «perfecto» y que, hoy por hoy, no tiene interés en «inmiscuirse» cuando denuncia situaciones que no considera justas como el encarcelamiento de alguien «simplemente» por cuestionar al poder, sino que lo hace porque es «lo correcto».

Algo muy parecido había dicho ya este viernes Obama cuando remarcó que «las naciones fuertes no tienen miedo» a la sociedad civil, durante un foro con opositores cubanos, venezolanos y de otros países, y antes de reunirse con algunos de ellos.

La promesa de una relación de igual a igual entre EEUU y la región ya la había lanzado Obama en su primera Cumbre de las Américas, la de Trinidad y Tobago de 2009, pero desde hoy se sustenta en logros concretos.

El más importante, por su relevancia histórica, es la consolidación con su encuentro con Raúl Castro de la apertura hacia Cuba, un proceso que marca «un punto de inflexión» no solo con la isla, sino con toda la región, en palabras de Obama.

De la cumbre de la reconciliación entre las dos naciones se recordará, tal vez más que ese encuentro, los sinceros elogios que dedicó Castro a Obama en su intervención en la plenaria ante las miradas atónitas de cientos de periodistas de todo el mundo.

«Obama es un hombre honesto», dijo el líder cubano al eximirle de la responsabilidad de la política contra la isla llevada a cabo por los «10 presidentes» estadounidenses anteriores.

La nueva etapa entre EEUU y Cuba «abre la posibilidad concreta de un nuevo diálogo interamericano más consensuado y cooperativo», con la participación «activa» incluso de países que, como Bolivia, Venezuela o Ecuador, «se han colocado políticamente a las antípodas» de Washington, explicó Vanni Pettinà, historiador experto en Cuba.

Con Venezuela, al menos, se ha bajado el tono en una cumbre que muchos temían que se viese afectada por las tensiones entre Washington y Caracas.

Maduro y Obama tuvieron incluso un encuentro, que ocurrió de forma casual, y en el que el estadounidense reiteró que EEUU «no tiene interés en amenazar a Venezuela», y sí en apoyar «su democracia, estabilidad y prosperidad», según la Casa Blanca.

Por su parte, Maduro contó después que existe «la posibilidad de ir a un proceso de conversaciones con los Estados Unidos y de abrir relaciones de respeto».

Tampoco se ha olvidado Obama en esta cumbre de la potencia regional, Brasil, y ha logrado cerrar la aplazada visita a Washington de Rousseff, que se producirá el próximo 30 de junio.

Tras la reunión bilateral que ambos mantuvieron, Rousseff explicó que ha dado por superado el conflicto generado por el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU a sus comunicaciones personales, las de varios de sus ministros y de importantes empresas estatales brasileñas.

Con el presidente colombiano y uno de sus mayores socios en la región, Juan Manuel Santos, también celebró Obama una reunión en la que destacó los «progresos» en el proceso de paz colombiano.

Si se compara con la Cumbre de Cartagena (Colombia) de 2012, que «fue casi un fracaso», hay un «cambio dramático» que tiene que ver con la «nueva dinámica» de EEUU «no solo hacia Cuba, sino con toda la región, comentó Frank Mora, director del Instituto de Latinoamérica y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida (FIU).

Obama se despidió de las cumbres continentales a lo grande y lo último que dijo a los periodistas fue: «Soy muy optimista sobre esta región y la razón principal son sus ciudadanos. Son extraordinarios». Panamá, 11 abr (EFE)

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Redacción Minuto30

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