Desde su ORIGEN, Conservadores de Vida se ha disntinguido por ser un movimiento político y ciudadano, dedicado a la defensa del medio ambiente, la biodiversidad, los ecosistemas, el agua, los animales y la protección de la vida como el máximo de los derechos, la adopción de políticas enmarcadas en el desarrollo sostenible, la economía solidaria, el desarrollo empresarial, la defensa y el fortalecimiento de la familia como el núcleo básico de nuestra sociedad, así como la lucha para lograr la adaptación al cambio climático. Nada nos hará cambiar nuestros valores, nuestra ideología, los pilares que nos identifican y el trabajo que durante años hemos liderado desde el Congreso de la República y desde las instancias de decisión a nivel nacional, departamental y municipal.

El PRESENTE nos indica que el país ha tomado una decisión y nosotros, como demócratas, conservadores y defensores de la institucionalidad, tenemos el deber moral de respetar y reconocer los resultados propios de la democracia y hacer valer el dictamen sagrado de nuestra Constitución Política. El mapa electoral de la segunda vuelta nos mostró un triunfo claro de Gustavo Petro en las zonas más alejadas de Colombia, donde históricamente ha reinado la violencia, la inequidad, la falta de inversión, la ausencia del estado y la falta de oportunidades. Esa Colombia que trágicamente no goza de los privilegios y las oportunidades que existen al interior de nuestro país, ha decidido y con su voto, ha castigado a los partidos tradicionales, evidenciando su apatía, demandando un diálogo social y sentando un precedente en materia de participación, con la elección más concurrida de la historia.

Tenemos que entender, por complejo que sea y aún en medio de la incertidumbre, que el país y nuestra gente se manifestó en atención a una promesa de cambio, cambio que no puede ser construido por una sola persona, en este caso el presidente, sino, que debe ser contruido con el trabajo y la convicción de cada uno de nosotros, de las personas que conformamos y hacemos posible a diario que este país, sea lo que es.  La clase política, los sectores productivos, la empresa privada y toda la sociedad civil, tenemos ahora el reto de eliminar el lenguaje hostil y tendencioso que nos ha dejado esta campaña electoral y enfocarnos en la construcción de un mejor país.

Ahora bien, lo anterior no significa que dejaremos de preocuparnos y de trabajar por la defensa de las libertades, los derechos, la correcta distribución del gasto público, la propiedad y el desarrollo de la empresa privada, la generación de empleo, la inversión extranjera, la política económica, el respaldo a la Policía Nacional y a las Fuerzas Militares, exigiendo al nuevo gobierno la construcción de una política de seguridad ciudadana que sea verdaderamente efectiva y priorice los derechos humanos, el mejoramiento de la calidad de vida las personas y la protección de las instituciones que garantizan el correcto funcionamiento del Estado Social de Derecho, como lo hemos hecho siempre.

Debemos mirar nuestra realidad como una oportunidad para reconocer el pedido y la manifestación de la ciudadanía y propiciar un escenario que permita atender y asumir los cambios que demanda la gente. Entre ellos, la muy necesaria reforma a la justicia, para que se robustezca su presupuesto y de verdad sea eficaz y funcional; la reforma a la educación, para que más personas accedan a cupos para su formación técnica o profesional, y la construcción de un plan de desarrollo que esté equilibrado con las realidades y sea equitativo para todos. No podemos ser inferiores e indiferentes, desde cada uno de nuestros roles, bien sea públicos o privados, ante el reto histórico de lograr una reconciliación nacional, que nos permita avanzar en lo fundamental y nos lleve a construir un país más justo y participativo.

Los liderazgos políticos y empresariales tendremos ahora la responsabilidad de unir a la ciudadanía y defender nuestro modelo económico. Lógicamente, con carácter, vehemencia y sin negociar nuestros principios. Porque aún somos parte de una democracia, imperfecta, pero en la cual se privilegia todavía el derecho a elegir y las libertades.

Por último, considero muy importante mirar hacia el FUTURO y enviar un mensaje de tranquilidad. Dejando en claro, que, como Conservador de Vida y Senador electo de Colombia para el periodo 2022 – 2026, seguiré dando la cara, trabajando sin descanso, manifestando mis posiciones y mis ideas, aportando sin miedo, construyendo y realizando un control político propositivo, liderando desde mi experiencia, de la mano con los empresarios, la ciudanía y las comunidades en sus territorios, políticas que respondan a las necesidades de las personas.

Como equipo de trabajo, continuaremos de manera coordinada, con concejales, diputados, alcaldes y representantes a la cámara, que integran a Conservadores de Vida, defendiendo los principios de libertad, orden, justicia y progreso, protegiendo el patrimonio público, trabajando por el desarrollo regional y respaldando la labor de un gran líder, experimentado, cumplidor y valiente, como Juan Diego Gómez Jiménez, de quien no me queda la menor duda, será la principal carta para ser Gobernador de Antioquia en octubre de 2023.

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Redacción Minuto30

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