Cuando el presidente Santos afirmó en Cartagena, ante Confecámaras, que “si no existieran medios de comunicación, no existiría el terrorismo”, su premisa careció de la exactitud que suelen tener los relojes suizos.

Sin mayor esfuerzo mental, el Mandatario habría podido expresar:  “Queremos para Colombia unos noticieros originados en Suiza, sin guerrillas, sin ataques a los cascos urbanos, voladuras de puentes, torres de energía y oleoductos; sin asesinatos, secuestros, ni extorsiones; sin campos minados; sin organizaciones paramilitares; sin dirigentes aliados con grupos al margen de la ley; sin usuarios de la telefonía móvil asesinados por oponerse al despojo de sus celulares; sin magistrados y parlamentarios corruptos y otros etcéteras”. Los periodistas protestaron porque cuando la dinastía santista mantuvo el control de El Tiempo, jamás se ignoraron los temas de la violencia sino que fueron aprovechados con preponderancia.

Disparates.

El colega Tomás Nieto comparte con La Barca esta pequeña historia que guarda afinidades con el discurso santista:   Cuando Caracol hacía el tránsito del Grupo Santo Domingo al Grupo Prisa fue nombrado gerente regional en Antioquia el señor José Manuel Restrepo. La zona que le asignaron era la más afectada por distintos géneros de violencia: las guerrillas de las Farc y el Eln; los escuadrones paramilitares dirigidos por los hermanos Castaño; las bandas del narco-sicariato del cartel de Medellín y los secuestradores dirigidos desde las cárceles.

Restrepo citó a su despacho al director regional del sistema informativo, Orlando Cadavid, para instruirlo sobre la clase de noticieros que él quería para las emisoras de su nueva plaza: sin masacres, secuestros, retenes guerrilleros, tomas de pueblos. Resumiendo: silencio absoluto sobre hechos perturbadores del orden.

Sin salir de su asombro, Cadavid le preguntó si esa directiva ya  había sido impartida para las demás ciudades del país y qué opinión tenía de la nueva política el Director Nacional de Noticias. (Restrepo) le respondió que eso no era necesario y que él asumía toda la responsabilidad. ¡Puro cuento!

Al regresar a la sala de redacción, los ansiosos redactores le preguntaron a Orlando qué quería el nuevo gerente y les respondió: “Quiere un noticiero originado en Suiza”.

Unas propuestas.

Van algunas pautas que este “revolucionario” de la información radial le quiso marcar a su jefe de noticias:

–         Si guerrillas o “paras” masacran 20 campesinos, nos toca ignorar el episodio. Eso es lo que buscan los genocidas: que hablemos de ellos.

–         Si las otras cadenas le hacen eco a la matanza, nosotros no perdemos nada, ignorándola. Tranquilizaremos a la gente, absteniéndonos de suministrarle malas noticias.

–         Si Bogotá nos da cambio para que informemos sobre la masacre, nos salimos por la tangente, diciéndoles que preferimos hablarles de los avances de las obras del Metro o de la próxima exposición de Botero.

–         Si secuestran a algún personaje importante, esperamos a que caiga la noche. Y si hubo otros plagios, decimos que en Antioquia se presentaron cinco secuestros, pero no damos los nombres de los cautivos para tranquilidad de sus familias.

Gerentadas.

Según el autor de El Campanario, como este conjunto de ‘directrices’ periodísticas del señor Restrepo no tenía pies, ni cabeza, su “ingenioso” aporte a la paz del país no pasó de ser una fugaz “gerentada” de las que se burlaba el finado trotamundos Facundo Cabral.

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Redacción Minuto30

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