Nos están robando otra generación

Tráfico y porte de estupefacientes, hurtos y tenencia de armas. A pesar de que no son los juegos que eligieron para divertirse, hacen parte de la realidad de los más de 4698 niños que han sido reclutados por las bandas delincuenciales de Medellín, en los últimos 3 años según Policía Nacional.

En Medellín, los niños entre los 14 y 17 años se han convertido, infortunadamente, en protagonistas de diferentes escenarios de la ilegalidad y del crimen organizado, y representan un 40% de las personas al servicio de los delincuentes. Conforme a una investigación que realizamos en el Concejo, desde 2014 hasta la fecha, los lugares en los que más se presentan detenciones de menores de edad son: Villa Hermosa, La Candelaria, San Javier en la comuna 13, y gran parte de la comuna nororiental.

A propósito de la decimoquinta conmemoración del Día Mundial contra el reclutamiento infantil el pasado 12 de febrero, es necesario reconocer los esfuerzos de la institucionalidad para proteger los derechos de los infantes y reiterar la pertinencia del Grupo de Atención Inmediata para menores de edad víctimas del reclutamiento infantil, que logramos incluir en el Plan de Desarrollo 2016-2019.

Las cifras demuestran que la actividad delictiva busca seducir a los niños, especialmente cuando han vivido situaciones de violencia intrafamiliar, abandono, entornos sociales difíciles y problemas económicos.  Estas condiciones, sumadas a la impunidad, alienan y convierten a los niños en blanco estratégico de los criminales. Muchos, terminan cambiando el credo de sus padres, para ir a probar suerte con los hurtos ordenados por su “nueva familia”.

La Corte Constitucional, en su sentencia 069 de 2016, dice que “Todos los niños, niñas y adolescentes víctimas del reclutamiento, tendrán derecho a la reparación integral en los términos de la presente ley”. Pero, mientras reivindicamos sus derechos, desearía que los niños ya no tengan que jugar más como carritos, es decir, sirviendo de instrumento a los adultos que dirigen el crimen en nuestra ciudad.

Aquí, la familia, la comunidad y las autoridades son determinantes en cerrarles el paso a quienes pretenden seguir violentando a toda una nueva generación, y brindar garantías con educación, cultura, calidad de vida y oportunidades.