Es posible sostener, que casi ningún ciudadano, se resiste a la sonada premisa que indica que, con los delincuentes, se necesita mano dura, pues se trata de un término que paso de ser el simple eslogan de una campaña, a ser el distintivo de algunos de los gobiernos más cuestionados por sus políticas de seguridad y a motivar cientos de discusiones sobre el uso racional de la fuerza legitima del Estado.

No creo que exista mayor manifestación de impotencia, que la sentida al ver como los ilegales condicionan la locomoción de las regiones a su antojo, ejercen poder sobre el comercio y se toman como propia la tranquilidad de los ciudadanos, es como si de forma aún más evidente, los gobiernos mas que impotentes, fuesen minúsculos e irrelevantes ante el actuar de unos cuantos.

Si lo que se busca con ofrecer mano firme con la criminalidad, es la aplicación estricta de la ley a través de la presencia y uso de la fuerza del Estado, tendremos sin duda que apoyar su intención como integrantes de un colectivo, sin embargo, no basta la fuerza bruta si la inteligencia para usarla está fallando.

Necesario es cuestionar, como no prevén las entidades encargadas del orden público un posible intento de expansión propio del rechazo y oposición que puede surgir de los ilegales cuando los golpean, como no advertir que la ausencia de Estado en ciertos rincones propicia la ocupación de actores armados o como desconocer que en medio de una campaña electoral, la guerra es caldo de cultivo para la formación de discursos bélicos o pacifistas encaminados a atraer votos, mano firme sin inteligencia, es comida para hoy y hambre para mañana.

Vale decir, que eso que algunos han llamado para-estados y que lo han ligado a la derecha o izquierda política según les convenga, refleja en realidad el crecimiento desmedido de grupos al margen de la ley, como manifestación de la incompetencia de los gobiernos, o dicho de otro modo para dar algún chance, de la selección indebida de sus prioridades, y ni que decir de aquellos, quienes desde sus cómodas trincheras ideológicas o de privilegio, alientan más y más disputas como sabiendo que muera quien muera, no serán ellos ni los suyos quienes los sufrirán, y es que pareciera calcado, que en unos años escuchemos apoyos seguramente al gobierno que se instaure, gritando a viva voz: “gracias a este o aquel, pude salir de mi casa”.

La garantía del orden público, requiere de actividad y no de reactividad, no se debe pasear un gobierno de región en región escondiendo realidades, pero a la espera de que el ilegal actúe para responderle, es risible incluso, que quienes tienen por misión garantizar la soberanía y el orden público, inviertan mayor tiempo en estrategias de respuesta a los opositores de la fuerza, que en planes para controlar y someter judicialmente a los enemigos de la nación.

Pareciera calcado repito, que el miedo aflore en las carreteras, la zozobra regrese a las veredas, la impotencia controle al ciudadano, la fuerza sobre y la inteligencia escasee, precisamente cuando el país se prepara para elegir quien lo gobierne, es casi un sálvese quien pueda, del que vale la pena decir, que cuando no hay quien nos cuide, el autocuidado es la única opción, y que a falta de garantías para vivir, deberá el colombiano, procurar sobrevivir.

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Redacción Minuto30

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