El juego de Daniel Coronell está cantado. Siempre saldrá con que lo quieren callar, que los uribistas intentan silenciarlo o que es víctima de los corruptos enemigos de la libertad de prensa. Esa táctica de victimizarse ya no le funciona señor Coronell. Aquí hay unos hechos claros y unas asociaciones “non sanctas” con quienes se han asociado para delinquir y que no han sido explicadas por usted. Por eso hay quienes buscan la justicia y la verdad en el exterior, porque les resulta probable que los jueces norteamericanos no le coman cuento como lo hacen algunos togados en Colombia, que evidentemente le funcionan a usted por miedo. Todos los colombianos saben que hoy en día la justicia en Colombia es vulnerable al terror, al dinero y al chantaje de los poderosos.

Y todo el mundo sabe que los poderosos son los que tienen como hacer apretar un gatillo, amedrentar, sobornar o intimidar con el sicariato moral. Hoy los jueces le temen a los nuevos ricos, a los poderosos, a los asesinos y a los que matan honras. Usted fue socio de Cesar Villegas, alias ¨El Bandi¨ cuando se le ocurrido pasar de reportero raso a magnate de las comunicaciones por la vía del enriquecimiento rápido y de la utilización perversa del poder mediático. Usted concientemente quiso dar el salto de golpe y porrazo para pasar ser un editor de poco brillo periodístico, que no ganaba más de dos salarios mínimos en el Noticiero Nacional, a ser un encumbrado periodista gracias a los malabares financieros con dineros oscuros y la lagartería con el nuevo poder político que se gestaba a partir del arepazo histórico de César Gaviria cuando terminó presidente por haberse arrimado oportunistamente a Luis Carlos Galán.

Gaviria buscó a Galán cuando su amigo Rodolfo González le trajo la razón del Cartel de Cali de que se acercara al líder del nuevo Liberalismo porque era seguro que lo iban a matar los del Cartel de Medellín. Los de Cali sabían los planes de Pablo Escobar y prefirieron quedarse quietos porque al final ellos mataban dos pájaros de un tiro. Les quitaban del medio el riesgo de un presidente que los extraditaría y de paso lograrían que el Estado se volcara contra el “monstruo”, como llamaban a Escobar.

Coronell, inteligentemente como muchos de los periodistas de la época, decidió asociarse con un hombre de la mafia, que lavaba dinero del narcotráfico de los Carteles de Medellín y de Cali, y quien por entonces buscaba aliados en los medios de comunicación ya que tenía sus propias aspiraciones políticas al tiempo que hacía alarde de su fortuna a todas luces recién construida. De hecho, Villegas era un importante soporte económico de las aspiraciones presidenciales de Ernesto Samper Pizano y fue uno de los fundadores y financiadores del Poder Popular, el grupo político que montó el lopismo para atravesársele a Luis Carlos Galán en su camino a la presidencia. Galán era incómodo para los carteles pero también para la clase política que vivía de ellos.

Incluso a Villegas también lo buscó, y así lo contó la revista Semana en su momento en un confidencial, el periodista Daniel Samper Pizano para que Ël Bandi¨ metiera dinero en la revista Cambio 16, que por la época estaban montando en Colombia. Lo irónico es que ya en ese momento todo el mundo sabía que César Villegas era un levantado, como dicen las señoras, y lleno de dinero caliente recién adquirido. Era un ostentoso nuevo rico que había construido su fortuna desde la Aerocivil tramitando y gestionando licencias para aviones y pistas clandestinas de los dos carteles. Cualquiera que se acercara a él sabía que manejaba monstruosas cantidades de dinero y que no ocultaba su cercanía con Los Rodriguez Orejuela y con el Clan de los Ochoa.

Simultáneamente usted buscó al señor Juan Guillermo Rios, quien para la época era uno de los más afamados y populares periodistas, para que lo contactara con el señor Justo Pastor Perafán, quien también rondaba los medios y los reinados de belleza y exhibía su poder económico desde su hotel Chinauta Resorts. Juan Guillermo Rios era una especie de relacionista pública y despachaba casi desde las propias oficinas de Perafán. Era el equivalente del loco Alberto Giraldo con los de Cali. En ese momento todo el mundo sabía que Perfán era un exagente de policía que terminó en las grandes ligas del narcotrafico con antecedentes en Panamá y vigilado por la DEA, que desde siempre le seguía los pasos. Perafán también estaba interesado en invertir en los medios de comunicación y fueron varias las personas que lo vieron a usted reunido con el señor Justo Pastor Perafán. Usted mismo le comentó a Cesar Villegas que ya contaba con los estudios y los equipos de Imagen y Sonido del extraditado narcotraficante.

Por coincidencias de la vida yo hacía en ese momento la revista del equipo Santa Fe por invitación de Edgar Plazas y me encontraba en la oficina de Villegas cuando usted le aseguraba que ya contaba con la infraestructura de Imagen y Sonido y que los hermanos Marco Antonio y David Cañón eran quienes aparecerían en la empresa y no directamente Pastor Perafán. Y no es mentira lo que dice el señor Germán Castaño Valencia en el video y la carta que anda circulando en las redes. Usted se vio muchas veces con Perafán y recibió dinero para la preparación de la oferta de NTC. Esto también lo contaba la periodista Carolina Duque que era una especie de asistente ejecutiva de Imagen y Sonido y quien tuvo que salir del país por saber demasiado. Hay otros testigos que por ahora prefieren el anonimato y hay otros que prefieren no echarse de enemigo a Coronell. Incluso algunos antiguos socios de NTC lo han confirmado.

Por esta razón aunque algunos periodistas le hagan el eco a su idea de victimizarse cada vez que se le descubre algo, esta vez con la justicia norteamericana las cosas pueden resultar a otro precio para Daniel Coronell. Y los que lo conocen y no le tienen miedo saben que este truco fue el que usó cuando la Revista La otra Verdad de Pedro Juan Moreno reveló el tumbado que usted le quería hacer a la Comisión Nacional de Televisión. Tan pronto salió publicada la revista que revelaba todo el entramado cuando Coronell pretendió exquilmarle al Estado una cifra cercana a lo que hoy equivaldría a unos 30.000 millones de pesos, Coronell buscó a su amigo Yamid Amat en su lecho de enfermo para que le hiciera una entrevista en la que afirmaba que se iba del país por amenazas de muerte. “Lo amenazo la verdad” dijo Pedro Juan Moreno, que había distribuido su revista en el Congreso, los medios y las altas esferas del gobierno.

Era una historia donde se narraba con lujo de detalles y con pruebas y documentos cómo Coronell con un comisionado como socio y con un perito también como socio en otra de sus empresas y con un tribunal de arbitramento acomodado con otro comisionado amigo, que era el presidente de la CNTV, tenían todo listo para tumbar el Estado. Yo fui el Comisionado Nacional de Televisión que derrotó en las elecciones a su amigo y exjefe Javier Ayala y cuando descubrí el entramado fui quien denunció que el otro comisionado, Darío Montenegro era socio de Coronell. Llevé esta denuncie a todos los medios y a varios periodistas como Nestor Morales y Felipe López pero ninguno de ellos quiso meterse con Coronell. Solo Pedro Juan me paró bolas y decidió investigar y publicar la verdad que en su momento sirvió para que Coronel dijera que lo querían silenciar.

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Redacción Minuto30

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