No nos crucificarán

Estos días después de la marcha del 1 de abril y en espera de la convocatoria para realizar nuevas acciones tendientes a demostrarle al mundo el descontento generalizado que hay en Colombia con el proceso de entrega de la nación a una banda de narcoterroristas, hemos intentado desviar nuestra atención hacia otros temas que bien podrían aligerar la carga emocional que venimos arrastrando desde que el espurio en compañía de sus áulicos y sus parceros narcoterroristas, decidieron montar la pantomima de un supuesto proceso de paz.

A decir verdad es casi imposible alejarse de esta dolorosa realidad cuando en cualquier reunión a la que se asista siempre sale el tema de lo descuadernado que está el país debido a las acciones de un gobierno corrupto y corruptor hasta la saciedad de unas conciencias proclives a dejarse seducir por unas monedas de oro como cuentan los evangelios sucedió con Judas el Iscariote.

Esa traición ha sido la más reconocida por la historia y esto debido a la preponderancia que la religión católica ha tenido en el devenir histórico de los últimos 2000 años. Eso no quiere decir que el comportamiento del espurio y sus compinches no tenga las mismas características y por ende se pueden considerar equivalentes. Claro que la traición del Iscariote originó la crucifixión y sin esta y la posterior resurrección no hubiese surgido esa religión.

Entonces, si hacemos un paralelo a las implicaciones futuras de la traición de Judas, es muy posible que en hechos muy próximos estemos presenciando el surgimiento de una fuerza avasalladora del pueblo en rebelión en contra de una traición que no puede prosperar hacia un gobierno castro chavista que nos lleve a la miseria y a la indignidad del ser humano. Buscar comida en la basura es una de las mayores indignidades a las que pueden llevarnos y esto lo vemos en nuestro vecino que en solo 18 años pasó de la opulencia a la mendicidad.

Es por eso que sin dudarlo y sin condiciones el pueblo tiene que hacer las acciones pertinentes para evitar esa debacle y si hay que parar, paramos y si hay que marchar, marchamos y si hay que desobedecer, desobedecemos y si hay que firmar, firmamos, pero no debemos escatimar nada para evitar que este panorama desolador de un pueblo mendicante como lo es el pueblo cubano de los Castro y ahora el venezolano de Chávez y Maduro llegue a materializarse en Colombia.

Tuve la oportunidad de compartir escenarios con funcionarios cubanos en diversas ocasiones y me llamó la atención que los pocos viáticos que les entregaban los organizadores de esos eventos, los destinasen a conseguir elementos de primera necesidad que le son negados en su país. Dentífricos, jabones, medias, bombillos, cepillos de dientes y en fin una serie de artículos de uso diario que, asombrosamente no podían conseguir sin restricciones en su nación.

En esos eventos eran los primeros en sentarse a manteles y los últimos en levantarse para recoger las sobras. Ese sistema de gobierno cambió un pueblo libre y festivo por una manada de miserables pedigüeños. La miseria los llevó a ese comportamiento y da grima ver hasta donde se puede rebajar la condición humana si el hambre es una constante.

El Pueblo de Venezuela está haciendo lo necesario para que esta situación de miseria se prolongue en el tiempo y de ahí que está llegando a hechos violentos en contra de quienes está atornillados en el poder para impedir que continúe ese estado de cosas y los colombianos debemos no solo apoyarlos y si es del caso revivir la unión que gestó la independencia para que unidos recuperemos lo que logramos en el siglo 19.

Estamos a tiempo y no debemos perder la oportunidad de hacer lo que haya que hacer para desmontar ese tinglado que se inventaron esos delincuentes para jubilarse y conducirnos por el camino del socialismo trasnochado y radical del viejo y caduco comunismo igualitario que se incrustó en las mentes subdesarrolladas de los seguidores y admiradores de Stalin, Mao y todos esos gobernantes mentirosos que se enriquecieron como buenos parásitos a costillas de los impuestos del pueblo. Ninguno de ellos sufrió hambre ni buscó en las basuras su sustento.