“Pero un pájaro que acecha
en su jaula angosta
apenas puede ver tras
las rejas de rabia
sus alas están contraídas y
sus pies atados luego,
abre la garganta para cantar.
 
El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
mas ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad”

 

Quienes nacimos en Colombia y tenemos unos pocos años más de vida, tenemos como referente en nuestra memoria la constante de encontrar en cada balcón de nuestros barrios o pueblos, en cada solar de las casas familiares, un miembro más de la familia entre barrotes confinado; un pájaro cantor que hacía la delicia de abuelos, tías y otros miembros del hogar (Hablo del pasado, pues afortunadamente hoy por hoy cada día son más escasos los pájaros en las casas)

Llegamos a admirarnos con su canto, que considerábamos un regalo para todos los que frecuentaban el lugar; nos extasiamos con su colorido y sus “habilidades” las que nos parecían graciosas y asombrosas. En mi caso, en el hogar de mis abuelos maternos tenían consigo pericos australianos y un pájaro cantor espectacular, que siempre al ver pasar a mi abuelo inflaba su pecho para cantar con gran sonoridad y deleitar a los presentes; Mi abuelito ante su llamado le llevaba las sobras de galletas y otras harinas presentes en el desayuno familiar. Al verlo en una diminuta jaula de unos 45 cms x 30 cms, con su plumaje negro y vistoso amarillo entremezclado, brincando como gran agilidad entre un madero y otro, pensaba que posiblemente era feliz; sin embargo, años de aprendizaje acerca de los animales me trajeron la conclusión que era su estrés el que lo estaba asfixiando y el deseo inminente de huir de los barrotes para alcanzar su libertad, de extender sus alas, darse a la fuga para poder disfrutar de los placeres que solo ellos pueden apreciar entre los aires.

Nada más cruel que la presencia de un pájaro enjaulado, el corte de alas es una práctica aberrante, tan indigna como la mutilación de los perros y la desungulación en gatos; todas estas acciones que infringimos en contra de ellos por el capricho humano donde nos consideramos propietarios de sus vidas, de su dignidad.  Los pájaros tienen alas que les permiten expandir su hábitat por el mundo, en el momento del confinamiento, ellos se sienten alineados y el canto lo emiten para intentar defender su territorio, ningún tipo de cautiverio es plausible, lo que genera la privación de la libertad a cada ser vivo afecta no solo en su físico sino también en su psiquis, es negar la totalidad del ser .

Actualmente en el Congreso de la República cursa un proyecto de ley que busca prohibir la tenencia y cría de aves de ornato y canora como animales de compañía, esto precisamente en búsqueda de ir en la misma vía con los derechos que venimos reclamando a favor de los animales que nos integran en la defensa de sus libertades, con ello, el derecho a no se recluidos y movilizarse libremente, como su naturaleza lo dicta.  En el mundo, muchos movimientos se han esgrimido para la defensa de estos pequeños seres vivos que han sido de los menos entendidos por el ser humano, que sin mediar razón, arrecia contra sus zonas vitales, que ha invadido sus espacios, sus entornos, condenándolos a una lucha diaria por la supervivencia. Deforestamos sin mediar sus nidos ni sus hogares, intoxicamos sus alimentos entre plaguicidas y químicos, la pólvora los asesina vilmente, los chicles los condenan a un sufrimiento mortal, la luminosidad nocturna altera sus ritmos circadianos; los exponemos a tanta crueldad de la cual ni siquiera nos percatamos.

Ya llegó la hora de mirar hacia las jaulas y ver a través de ellas para darles un respiro, una posibilidad de encumbrar su vuelo hacia otras latitudes donde la mano del hombre no los aceche. En Europa y muchos otros países del orbe, la directriz es tajante: no más aves enjauladas, no más cautiverio, en la actualidad se están emprendiendo acciones para aminorar la caza que tanto daño ha hecho no sólo a sus víctimas, sino a nosotros mismos que perdemos la posibilidad de aumentar cosechas y disponibilidad de recursos pues tanto los pájaros como los insectos y otros animales, se encargan de diseminar polen, semillas y otros germinadores de vida.

Para quienes aún tienen jaulas cantoras en su hogar, el plazo para la entrega a partir que la ley sea aprobada (lo cual tenemos esperanzas se dé), serán diez años pues lamentablemente, muchos animales no sobrevivirían a la anhelada libertad; Hemos coartado hasta sus posibilidades de supervivencia. Importante es tener el conocimiento para no hacer más daño, acerca de cómo proceder en cualquier liberación, pues esta  requiere de un proceso de reinserción que garantice al animal la recuperación de sus habilidades para alimentarse, refugiarse y alojarse en la naturaleza, reactivan los instintos que el confinamiento logra olvidar.

¡No más jaulas!

La libertad debe ser para todos, si admiramos su canto hay que dejarlos volar y extasiarse con la mejor sinfonía que ellos pueden brindar. Cuando aprendamos a darle el valor y respetar la esencia de cada ser, estaremos presenciando un nuevo mundo, un renacer donde la esperanza recobrará su fuerza y podremos llegar a construir el futuro que todos anhelamos.

“¡Volar es tanto más importante que un simple aletear de aquí para allá!”R.B.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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