Desde las épocas de Aristóteles se hablaba de la anarquía, de la ausencia total de la estructura del estado y de conceptos como el anarquismo, que discutían y ponían en tela de juicio la existencia del estado, las razones para obedecerlo, sus límites, el mejor diseño institucional para su funcionamiento y cual podría ser la mejor forma de gobierno, entre otras muchas discusiones políticas.

Incluso ya se debatía la relación intrínseca del ser humano con la política y por supuesto era claro que para ese entonces se evidenciaba que muchos seres humanos no vivían políticamente organizados.

Conceptos como la libertad y la organización política ya empezaban el rol dialectico de la contradicción, pero el concepto de la autoridad empezaba a distanciarse de su relación con la esclavitud o despotismo, para hacerse indispensable. Las reglas y la autoridad lejanas a coartar la libertad se hacían cada vez mas imprescindibles para la buena convivencia, para vivir en sociedad y para el bienestar general.

Se crea en consecuencia la Constitución Política como la norma de normas y como la máxima ley de la democracia, que establece las reglas que debemos acatar y seguir para poder vivir con justicia, en paz y armonía. Es el único gran instrumento para ejercer la autoridad sin discusión.

Cuando se empieza a violar la constitución y los principios de autoridad, la anarquía nace y se empieza a fortalecer automáticamente. Como cualquier cáncer se propaga, haciendo metástasis profunda en la institucionalidad, generando corrupción, injusticia, caos, desorden, ineficiencia e ineficacia entre otras grandes irregularidades.

Condiciones y características éstas con un manejo muy complicado y de soluciones muy complejas que adquieren dinámicas que en el largo plazo tienen un altísimo costo social y económico.

Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial son los encargados de impartir las políticas de gobierno, de orden, de leyes y de justicia, pero además deben hacerlo con autoridad moral, con ética, con dignidad y con gran liderazgo.

Es evidente, que ese elemental, sencillo pero muy robusto concepto ha empezado a perder vigencia absoluta en nuestro país y nuestras autoridades lo ignoran, increíblemente.

El concepto y el altruismo de la política como la ciencia que dicta las directrices del ordenamiento superior social y económico para el interés general, solo se ha tornado politiquería en Colombia y solo responde a intereses particulares o sectoriales. La degeneración de la política, los propósitos turbios, las intrigas, las maniobras, las bajezas, el oportunismo y la ganancia personal o grupal aprovechando el poder publico es lo que se evidencia por doquier.

La politiquería se diferencia de la política, en que esta última tiene una noble misión, que es la consagración al servicio de los demás y al interés general. Preceptos, que cada día se hacen mas difíciles de comprender y asimilar.

Espectáculos como el que hemos venido presenciado ya casi semanalmente, de protesta social combinada con vandalismo y humillación a la autoridad y específicamente a la Policía Nacional, que impotente y acurrucada se doblega ante el resentimiento social de unos desadaptados, habla muy mal del concepto de autoridad del ejecutivo, que podría neutralizar muy fácil y rápidamente esas acciones delincuenciales. Esa falta absoluta de autoridad envalentona la anarquía.

Como es posible que la educación pública este en manos de sindicatos como Fecode, que lejos de velar por las mejores condiciones salariales, educativas y sociales de los maestros afiliados como su único gran objetivo, se dedique a adoctrinar políticamente e ideológicamente a niños inocentes.

¿A donde están las autoridades para sancionar y quitar la personería jurídica a este tipo de instituciones que no cumplen con su finalidad? ¿Por que se permite este tipo de manipulaciones grotescas del ordenamiento social?

El estado de absoluta impotencia en que han dejado a las Fuerzas Militares de Colombia y a la Policía nacional, es el ejemplo mas claro de la anarquía crónica inadmisible. Cuando le vamos a devolver el honor y la dignidad a nuestros soldados, marinos y policías, cuando, por Dios. ¿Como hacemos para que estas instituciones vuelvan a actuar defendiendo a la constitución?

Estos ejemplos representativos que últimamente han venido resaltando el panorama nacional, se han vuelto cada día mas repetitivos y la anarquía desafortunadamente se esta haciendo cada mas evidente en los demás sectores como la salud, los servicios públicos y en todo nuestro entorno de manera paulatina y letal. Eso lo tenemos que aceptar.

Si bien en varias instituciones colombianas la anarquía hace transito para volverse modelo de institucionalidad, también las hay con autoridad. Independientemente de que la DIAN hoy sea mas un organismo de cobro coactivo de excesivos impuestos que posteriormente se dilapidan, la DIAN hoy es un organismo con autoridad. No le pague a la DIAN y vera lo que es autoridad. Me gusta como actúa la DIAN, independientemente de que como empresario esta entidad sin ningún aporte a capital social se haya vuelto mi socio mayoritario.

Muy mal síntoma para la democracia, la anarquía que estamos empezado a visualizar y a ver crecer en todo el panorama nacional. Autoridad, mucha autoridad y constante autoridad, es lo que debe apreciarse y demostrarse por parte del gobierno y del estado. La autoridad debe volver y tiene que ser acompañamiento diario de la ciudadanía, para que empecemos a recobrar valores y principios perdidos.

Nos falta muchísima autoridad y orden y sin eso nada progresa. Estamos a tiempo todavía de combatir la anarquía, pero ya demanda mucho esfuerzo.

@politicaPuntual

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Redacción Minuto30

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