Apenas 23 años. No tiene definido si es hombre o mujer, pero sí vagabunda. Se acaba de ganar el X Premio Nacional de Novela, que convoca anualmente la Cámara de Comercio de Medellín, y publicó enseguida su libro. 

Por Edgar Artunduaga

Luis Carlos Barragán Castro, recién graduado en Artes Plásticas en la Universidad Nacional,  le dedica la novela “a Luis Eduardo Ariza y esos días nuestros”. No me molesto porque a mí me obsequio el libro y lo dedicó “con amor”. El muchacho no es gay (¿o si?) pero prefiere decir que es “trans”, a las personas que cuestionan su género.

“….Solía traerme el café de la mañana estando desnudo, yo despertaba siempre más temprano y lo veía dormir por horas y horas sin cansarme, me gustaba ver sus pestañas largas, tocar las perforaciones de su oreja o hacerle cosquillas que reía en sueños. A veces salíamos en la noche a bailar, él era un demonio de la salsa, yo me sigo preguntando cómo es que ando con un muchacho tan guapo, yo que siempre era tan tímido y todo eso”

No tuvo el dinero para viajar de Bogotá a Medellín y no se creyó el cuento de que había ganado. Participó en la ceremonia a través de skype y después fue a recibir el premio de $25 millones.

La cuestión –me explica Luis Carlos- es que no tengo explicaciones para ser hombre o mujer, yo me cuestiono eso. “Después de leer y leer, y conversar mucho con la gente, siempre terminamos concluyendo que no sabemos qué significa ser hombre o mujer y que esas definiciones categóricas terminan separando”.

Para muchas personas, ser hombre implica tener pene, pero se sienten bien sin usarlo.¿En serio un hombre tiene que ser macho, dar la mano etc?. ¿Y una mujer es la que siempre pone, la que ofrece, ayuda, la sirvienta de la casa?

“Uno al principio se confunde mucho de tanto cuestionarse, pero después se da cuenta de que puede llegar a un lugar indefinido, que se puede estar bien. Yo me cuestiono en la novela los límites morales y las formas como vivimos”.

“En mi sopor, aniquilado por el pensamiento de un chico marica que conocí, comienzo a perder la memoria. Chico marica significa: 14 años y desnudo, piel tostándose en el crepúsculo purpúreo, dientes blancos, agitar los calzones en la oscuridad para encontrar una erección, en mi cama, en mis sábanas, diciendo que el olor del semen lo excita”

Luis Carlos no tiene afanes para definirse. Prefiere mantenerse en esa cuerda floja de la indefinición sexual: “No me interesa saber o clasificarme, no necesito ni siquiera eso”.

No quiere ser hombre o mujer sino vagabunda. El libro es de ciencia ficción también, sucede en el espacio y hay naves espaciales, electrodomésticos que hablan. Rompe la censura no sólo en términos de género sino de raza. Se expande más allá del mundo.

Y si tuviera un hijo intentaría no imponerle cuestiones de género, de cómo ser hombre o mujer, sino que él decidiera qué quiere hacer. Pero prefiere nunca tener un hijo y dedicarse a ser un buen tío, o tía.

A propósito: “Mi tío marica que tiene dos hijas y esposa asiste tristemente a La Oficina, el bar gay más triste y boleta de Bogotá. Me lo encuentro…se pone rojo, pálido, verde, azul. Yo me río por dentro. Pero fresco, yo no le digo a nadie. El cincuentón traía consigo a un muchacho muy alegre de 18 años o tal vez de 17 con una cédula falsa. Está temblando mi tío, pobrecito, eso sí quién lo manda a casarse y a no ser un marica de verdad, con la verraquera del caso”.

Para Luis Carlos, no hay una forma correcta de vivir, cada uno busca la suya. –Me estoy imaginando, le dije por teléfono, un muchacho bonito, medio amanerado. –No sé, De pronto, pero poquito. Igual no tengo problema con eso tampoco.

No se ha vestido de mujer, pero le gusta mucho ser Drag Queen, el show de las personas que se transvisten de hombre. Tiene una buena relación con su familia. Vive con su papá y un gato.

Pensó muchos títulos para su novela: Diccionario de obsesiones, Rock para flotar en el espacio, Mearse en el espacio sideral, Diario espacial para solteros tristes, Monserrate y los hombres del futuro, Espacio-tiempo de terciopelo. Finalmente optó por “Vagabunda Bogotá”.

¿Bonito, feo, gay, amanerado o simplemente gozón? Para salir de dudas nos vimos y le tomé unas cuantas fotos.

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Redacción Minuto30

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