La extrema izquierda liderada por las Farc y por Petro, intentan hacernos creer que los indígenas que lideran el paro, están tras la consecución de unos muy nobles derechos.

Como siempre, se ha tratado de darle un cariz político y de legitimidad a una actuación puramente delincuencial.

El inadmisible bloqueo de la vía Panamericana, los actos de agresión contra la fuerza pública, los ataques con explosivos y las imágenes de indígenas con armas de fuego en su poder, resultan absolutamente inaceptables.

La protesta social tiene amparo constitucional, pero cuando esta es pacífica y no afecta al resto de la sociedad. Lo que hemos visto en estas semanas ni es pacífico ni busca fines nobles.

La semana pasada, 9 personas murieron en la zona rural del municipio de Dagua, Valle del Cauca, mientras manipulaban explosivos. Entre los heridos, hubo un niño.

Comparto la indignación del ministro de Defensa, Guillermo Botero, quien reaccionó como corresponde, minutos después de que ocurriera aquella lamentable explosión. Quienes murieron en ese acto, preparaban artefactos explosivos que planeaban detonar con ocasión de la “Minga” que tendría lugar en el Valle.

Nos duele en el alma el asesinato del patrullero de la policía, Boris Alexander Benítez quien murió en la Panamericana a causa de un disparo hecho por los terroristas que posan de indígenas reclamando sus derechos.

La muerte de ese héroe de la Patria, un policía ejemplar, colmado de distinciones y condecoraciones, nos motiva para hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr que los responsables de ese brutal homicidio paguen con largos años de cárcel su acción demencial.

Ha trascendido que los grupos que las Farc deliberadamente dejaron en armas bajo la denominación de “disidencias”, están infiltrados en las marchas indígenas, estimulando el uso del terrorismo para amedrentar a la sociedad y pretender arrinconar al gobierno del presidente Iván Duque.

La Ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez ha manejado con destreza la situación, sin ceder un milímetro ante las acciones violentas y a todas luces despreciables llevadas a cabo por los indígenas que están recurriendo al terrorismo para chantajear al país entero.

Con el terrorismo no se dialoga, así este se camufle dentro de los movimientos indígenas de nuestro país. No podemos caer en generalizaciones. Son muchas las asociaciones de minorías étnicas aborígenes legítimas, que históricamente han luchado pacíficamente por la defensa de sus intereses.

Lo que no puede permitirse, ni tolerarse es que bandidos de la peor calaña, que hasta hace pocos meses utilizaban el brazalete de las Farc, se amalgamen con sectores violentos de los indígenas para atentar contra el país. Quien apela al terrorismo debe ser merecedor de toda la fuerza legítima del Estado, sin importar su condición, raza o sexo.

Y como siempre, Gustavo Petro, alentando el desorden y el caos. Su actitud francamente deleznable debe ser unánimemente rechazada. Igualmente, por su liderazgo negativo e incendiario, él debe ser considerado como corresponsable de lo que ocurra de aquí en adelante.

La conclusión que hasta ahora podemos obtener es que la tal minga indígena es, en realidad, una manifestación preocupante de la doctrina marxista-leninista de la “combinación de todas las formas de lucha”.

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Redacción Minuto30

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