Caminan por todos lados en tiempos electorales un grupo de mentirosos profesionales buscando avalar con firmas sus mentiras y despropósitos, acabaron con los partidos políticos y ahora buscan el apoyo del pueblo para sentirse ungidos, la idea es llegar a la meta posando de impolutos e incorruptibles. Con facilidad pasmosa nuestros dirigentes van cambiando de bandera o color político y cuando ninguno de ellos favorece sus pretensiones salen a la calle a buscar el favor del electorado. No les da vergüenza seguir mintiendo y llenando sus bolsillos mientras muchos padecen necesidades. Aprendí de mi madre que “aquel que miente roba, y, una mentira solo se sostiene con otra mentira”. ¡Qué fácil mentir!, finalmente triunfan las mentiras ahuyentando y escondiendo las verdades, más aún cuando están cobrando fuerzas las –fake news– noticias falsas para desprestigiarse unos a otros.

Otrora, los políticos llenaban las plazas públicas tratando de convencer al electorado, no solo con discursos sino también con su presencia, hoy no importan los discursos, programas o propuestas sino inundar las redes sociales de mentiras y odios disfrazados, y, digo disfrazados, porque después de tantas palabras disonantes terminan los mismos con las mismas sentados en la mesa burlándose de todos, creyendo que nadie se ha enterado. Poco a poco fue haciendo carrera en nuestro país que para gobernar es necesario mentir, un gobernante es al final de cuentas, un mentiroso profesional que sale fácilmente por los medios de comunicación, que lo amparan y protegen, a decir que todo va bien y que lo malo que está sucediendo es cuestión de percepción, en otras palabras, chismes o mentiras.

Innegable que vivimos en un país acorralado por la corrupción, obras inconclusas y organismos de control inoperantes. Lo más triste es que los políticos ni siquiera se sonrojan cuando van al congreso a rendir cuentas de sus travesuras o trucos mágicos para desaparecer los dineros públicos. Qué bueno sería que cuando a usted le pidan apoyar un “político del pueblo”, cuente hasta cien, respire profundo y antes de plasmar su rúbrica en aquel papel, sea consciente de lo que está avalando, no se debe firmar por firmar sin saber que se está firmando, recuerde que ellos solo necesitan su apoyo, pero usted en verdad, como ciudadano, no les interesa, menos sus problemas.

Sin ser mentalista, clarividente o adivino, otra vez me atrevo a pronosticar que al Congreso de la República llegarán los mismos, igualmente, la presidencia la conquistará aquel que sepa leer las ambiciones del pueblo, para que el círculo vicioso siga girando en torno a mentiras y más mentiras revestidas de honestidad, justicia y buen gobierno. Sería muy provechoso para todos que el voto de opinión, racional e inteligente, y sobre todo consciente, fuera haciendo carrera dejando a un lado el voto de estómago. Triste democracia la nuestra cada vez vencida y manoseada por las mentiras de unos pocos. Y es que, en medio de mentiras y ropajes, algunos aduciendo que son de centro, de izquierda, de derecha, de centro izquierda y otras muchas posturas más, van acomodando su publicidad de acuerdo con lo que el pueblo quiere oír.

Desde que tengo uso de razón, he escuchado y leído que la gran preocupación de los gobiernos ha sido la pobreza y el desempleo, en sus campañas sin distingo alguno los diferentes candidatos posan ente las cámaras de televisión reprochando las penurias y necesidades que atraviesan no pocos colombianos, se les ve la cara de angustia cuando leen las cifras de miseria en cada una de las regiones. En tiempos electorales es común ver candidatos visitando barrios pobres y humildes donde las necesidades no siempre son físicas sino también afectivas, pero, pasa el día de las elecciones y nunca más se vuelven a ver, se esfuman volviéndose caramelos escasos o difíciles de conseguir.

Sin importar el número de mentiras que por minuto deban decir, las campañas despegan a todo vapor haciendo visible lo invisible, qué más mentira que ver un candidato en un barrio pobre revolviendo un sancocho en la mitad de la calle y, si es posible para doblar la mentira también lo sirve. El candidato y sus asesores saben el momento preciso para dejar a un lado la camioneta blindada y montar en taxi, bus, o en su defecto embarrarse los zapatos caminando por algunos senderos polvorientos de barrios empinados de la ciudad, en términos generales se untan de pobreza. Terminada la contienda electoral la amnesia es total, nadie conoce a nadie y para llegar al despacho de aquel que caminó calles y barriadas, debe ser con cita previa luego de haber sido atendido por múltiples intermediarios. Quienes alcanzan a ser elegidos se posesionan en medio de discursos elocuentes, señalando la ruta a seguir para mejorar el nivel de vida de aquellos que carecen de lo más necesario. Debería existir una ley que obligue a que en su último día de mandato el presidente, antes de recibir su pensión vitalicia, esté obligado a escuchar cien veces su discurso de posesión.

Pd, “la muerte pregunta a la vida: ¿por qué a mí todos me odian y ti todos te aman? La vida responde: porque yo soy una bella mentira y tú eres una triste realidad”. Anónimo -acción poética-.

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Redacción Minuto30

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