Incendio. Foto tomada de archivo

Incendio. Foto tomada de archivo

A través de imágenes obtenidas mediante un satélite en las alturas, expertos mexicanos miden, con sofisticados algoritmos, la energía de la Tierra para atender de manera temprana los incendios en México y Centroamérica.

Los expertos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) registran las anomalías en la temperatura cuando esta sobrepasa los niveles térmicos normales, pudiendo alertar así a las distintas entidades gubernamentales, que acuden raudas a detener el fuego.

La subcoordinadora de percepción remota de Conabio, Isabel Cruz, explicó a Efe que la temperatura que ha de sobrepasarse para que se considere una anomalía térmica varía en función de si la región se observa durante el día o en la oscuridad.

«Con imágenes de la noche, dado que la temperatura de la superficie de la Tierra baja, por encima de 29 o 30 grados centígrados podemos decir que hay una anomalía», aseguró.

En cambio, en el día resulta «más difícil», ya que el suelo se calienta con el sol y la actividad de las ciudades, por lo que deben sobrepasarse los 80 grados centígrados para considerarse que algo está fuera de lo normal.

Para obtener la información, que los expertos ven en un mapa multicolor ilustrado en la computadora, el sistema sigue un proceso que traduce las imágenes en coordenadas.

El primer paso es que el satélite, equipado con una cámara y un sensor que registra la energía proveniente de la Tierra, tome las imágenes de la región.

«El sol emite energía que llega a la Tierra y esta puede ser absorbida, transmitida o reflejada. La energía que la superficie de la Tierra refleja la registra el sensor», precisó la experta.

Una vez registrada, el satélite -que identifica distintos tipos de energía como la proveniente de volcanes, industrias o incendios forestales- manda la señal a antenas que la captan y envían al sistema de Conabio.

«Cuando llega a nuestro sistema convertimos la señal a números digitales. Lo vemos como una imagen de satélite», apunta Cruz.

En el mapa, los colores son indicativos del estado de la geografía: los verdes hacen referencia a las zonas en las que hay vegetación, azul oscuro las extensiones de agua, y de color café las zonas yermas.

Unos marcados puntos rojos indican con un píxel la zona donde hay una anomalía térmica.

«El algoritmo nos saca las coordenadas del píxel donde se registró esa anomalía, con esas coordenadas caracterizamos ese píxel y vemos en qué país está de Centroamérica, en qué estado, en qué municipio», abundó Cruz.

Los expertos toman esto como una primera advertencia, pero luego realizan una segunda prueba que es ver cómo se comportan los píxeles de alrededor para así, observando las temperaturas, cerciorarse de si se trata de un incendio y de qué posibilidades tienen las llamas de propagarse.

En ocasiones, esa elevación de la temperatura puede ser un fuego con fines agrícolas.

Una vez se cercioran de la información, el sistema manda automáticamente una alerta vía correo electrónico a las más de cien entidades suscritas al servicio, una cifra que aumenta año a año y cuyo principal receptor es la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Desde que se detecta esta anomalía hasta que se envía la información suele pasar una media hora. Después, una vez recibido el aviso, la responsabilidad está en manos de la entidad correspondiente.

«Dentro del combate de los incendios siempre va a tener prioridad la población», apuntó Cruz.

Según datos del último registro anual de la Conafor, en 2016 se dieron en México 8.599 incendios en todos los estados, con un 96,21 % de la superficie afectada correspondiente a vegetación.

La mayoría de estos incendios son causados por la intervención humana, en especial por la actividad agrícola, que implica la quema de vegetación y, en ocasiones, esta puede salirse de control.

De acuerdo con la experta, en México la época más fuerte de incendios es de enero hasta finales de mayo o principios de junio.

Los meses más complicados son abril y mayo, cuando el sistema detecta más puntos de calor.

«Al ser la época seca, la vegetación pierde humedad y está propicia a que, si llega un fuego, se pueda extender», indicó Cruz.

A mitad de mayo y principios de junio comienza la temporada de lluvias, lo que reduce las posibilidades de peligro de incendio.

En cualquier caso, gracias a esta tecnología, una detección temprana de los incendios es posible. Después, que las flamas se desvanezcan a tiempo queda en manos de los equipos de rescate.

EFE

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Redacción Minuto30

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