No existe espacio en Medellín que no esté acosado por ilegales. El retroceso de la ciudad hacia la ilegalidad es asombroso, reinan los ilegales y se expande la ilegalidad. No existe una gerencia pública contra la inseguridad urbana, y los gobernantes se ven muy débiles ante el acoso de la delincuencia. Y como las autoridades no resultan eficaces contra la ilicitud, los ilegales prosperan, se multiplican y extienden su acción ilícita a todo el territorio.

Luis Pérez Gutiérrez

Luis Pérez Gutiérrez

Nada peor le puede pasar a una sociedad que la ilegalidad se apodere de su economía, de su territorio, y que la cultura de la ilegalidad se vuelva triunfante e invasora en el comportamiento ciudadano. Medellín viene sufriendo un deterioro continuado donde la cultura de la ilegalidad gana día a día nuevos espacios urbanos y ciudadanos. El cáncer expansionista de la ilegalidad nos puede destruir a todos. La ciudad está sitiada por la ilegalidad.

Y esa cultura de ilegalidad expansionista, está arrasando con gran parte de nuestra juventud. Muchos jóvenes y menores de edad encuentran su verdadera identidad de vida ingresando a los negocios ilícitos pues sienten que la sociedad no les brinda otros caminos que los satisfaga.

El Pacto del Fusil, celebrado en Medellín por los Grupos Ilegales mayoritarios, al parecer tiene la complacencia de gobernantes pues se sienten orgullosos de bajar los homicidios. Las Bandas acordaron no matarse entre ellos, para ser más fuertes delinquiendo en la ciudad. Si los ilegales dominan la ciudad, es mejor para ellos, no matarse y repartirse entre todos el botín de lo ilícito sin estar en guerra. Tener homicidios altos genera una alarma internacional de inseguridad que exige a las autoridades acosar a los bandidos. Bajar los homicidios tranquiliza a muchos gobernantes. Con el Pacto del Fusil aumentaron los delitos contra ciudadanos y se expandió sin límites la ilegalidad para darle trabajo ilegal a las bandas que ya no se matan.

Es tal el poder de la ilegalidad, que en comunicado oficial de los Urabeños o Autodefensas Gaitanistas de Colombia, (El Colombiano 2013) aseguran que ellos son los artífices de la reducción de homicidios en Medellín por el pacto del fusil, “a pesar de lo que digan las autoridades oficiales, esta enorme disminución (de homicidios) se debe a los esfuerzos que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia”; comunicado que nunca ha sido desmentido por las autoridades. Es una realidad cruel que hasta la reducción de homicidios sea por decisión de los ilegales y no de las autoridades legítimas. Analistas del conflicto de la ciudad aseguran que, desde el 14 de julio de 2013, en Medellín rige un pacto de no agresión entre las bandas criminales

Por todos los lados Medellín empieza a verse carcomida por la ilegalidad.

En los barrios populares los ilegales tiene el control del territorio. Por allá, las autoridades son solo de papel. No se puede pasar de una calle a otra sin permiso o sin pagar so pena de ser asesinado. El Espectador (2013) denuncia que en algunas comunas, los combos cobran a los estudiantes para ingresar a estudiar. Algunos educadores deben pagar cuota semanal para dictar sus clases. “En Medellín se paga por cruzar la calle o para usar escalera eléctrica pública de la Comuna 13”. (El Tiempo 2013). Algunas congregaciones religiosas deben pagar porcentaje de la limosna de los feligreses. Delincuentes cobran por el uso de canchas deportivas públicas (El Espectador, 2013). Según El Colombiano, los jóvenes para visitar la novia el fin de semana deben pagar por un pase que les permita circular sin peligro; o sea, los bandidos expiden visa de circulación a los ciudadanos en su propio barrio.

En barrios populares los motociclistas no acatan la ley ni la policía, no usan el casco ni el chaleco. Las autoridades ni se atreven a imponer la norma. Los motociclistas llevan parrillero prohibido sin que nadie los moleste. Si hay choques o accidentes entre vehículos, la banda mandona es la que hace justicia y decreta quien debe pagar y cuánto. También, los dueños de motos deben pagar una vacuna semanal para poder ingresar sus motocicletas al barrio donde residen. Es tan débil la autoridad, que El Colombiano (2014) informa que “delincuentes arrancaron un Cajero Electrónico en el barrio Robledo halándolo con cables y una camioneta vieja”.

Las fronteras invisibles se vuelven realidad y asesinan. El control territorial de los bandidos es tan evidente que se reparten el territorio. Los límites del territorio de cada banda aparecen con símbolos extraños en los postes de servicios públicos de EPM regados por toda la ciudad. Cristian Doria, un joven que regresaba de estudiar en bus urbano se quedó dormido y se bajo lejos de su casa. Fue asesinado porque no podía estar en ese territorio. (El Tiempo 2013)

Las bandas criminales deciden quién puede o no vivir en un barrio. El Desplazamiento intraurbano está llegando a límites inhumanos que hieren de muerte los derechos humanos. Cada año las bandas criminales echan de sus barrios, desplazan de una manera forzada, a 16.425 ciudadanos  según dato preciso de la Personería de Medellín (2013). Tienen tanto poder esas bandas, que existen fotografías de miembros de la policía ayudando a cargar colchones y enseres para que los desplazados salgan pronto de su propia casa. Cada día en Medellín 45 personas en promedio son echadas de sus barrios por los ilegales, a deambular, sin rumbo, victimas del vigor de los violentos y de la ineficacia de las autoridades.

Hay asonadas ciudadanas para defender la ilegalidad. Es muy grave que las bandas criminales estén logrando permear el tejido social de las comunidades. En 4 comunas de la ciudad, asonadas ciudadanas contra la policía le han arrebatado delincuentes de las manos de las autoridades y  han impedido que la Justicia opere deteniendo delincuentes. En el Barrio Antioquia (Diciembre de 2013), en dos ocasiones, la comunidad le quitó de las manos de la Policía a dos delincuentes buscados por narcotráfico. En la Comuna 8 las comunidades se opusieron a que detuvieran a un famoso ilegal. Las comunidades poniéndose en contra de la legitimidad de la policía es una señal de una ciudad sin rumbo.

La extorsión, las vacunas, son moda en la ciudad. Las bandas que extorsionan son poderosas empresas del delito que operan en toda la ciudad. El Centro de Medellín, que se ha convertido en una caldera urbana, tiene más de 22 empresas organizadas para el cobro de extorsión a comerciantes y empresarios. Dan recibos “oficiales y numerados” de lo que reciben y cobran por el día unos y por la noche otros. Casi todas las viviendas de los barrios populares pagan cuota semanal de vigilancia a grupos no legales. Discotecas y restaurantes de clase alta pagan vacuna por el número de vehículos de sus visitantes. El Comercio es renta fija para los ilegales. Según El Tiempo, grupos delincuenciales ofrecen ‘seguridad’ a urbanizaciones cerradas de viviendas a cambio de un pago mensual.

El transporte público está todo vacunado. En Medellín hay 4000 buses y en el Área Metropolitana cerca de 7000. Todo bus debe pagar a las bandas entre $40.000 y $65.000 semanales. Es una renta ilícita de más de $40.000 millones año. Si hay paz es porque se paga la extorsión. Cuando los transportadores no pagan, empieza el asesinato de conductores y el desorden social. Como las autoridades no han podido derrotar a los extorsionistas del transporte, los transportadores deciden guardar silencio para sobrevivir. Las bahías de taxis también tienen dueños, solo están disponibles para los taxistas que aflojen la vacuna, los demás no pueden ingresar a esas bahías.

Los semáforos tienen dueños. Los semáforos no solo sirven para organizar el tráfico. Los venteros ambulantes que se sitúan alrededor de los semáforos pagan una cuota diaria a ilegales que fungen como dueños del espacio público y del semáforo. Si no paga, otro ventero ocupará su lugar, no importa si tiene o no permiso de la Alcaldía.

El cáncer mayor, El Microtráfico, carcome la ciudad. Las Casas de Vicio u Ollas son cerca de 760, aunque CORPADES asegura que las casas de vicio son 1.000. Esas casas de vicio cuentan con más de 3.000 hombres ilegales armados  defendiéndolas. Qué puede hacer un puñado de policías contra semejante ejército ilegal y aventurero. En el microtráfico es evidente el triunfo de la delincuencia sobre las autoridades. El Microtráfico tomó la decisión de descentralizar sus ventas a colegios, a parques, a universidades, a espacios públicos de alta congestión, a menores de edad, a habitantes de la calle. No hay autoridad que haya podido contra la fuerza  del microtráfico.

Los habitantes de la calle sin esperanzas, “afeando la ciudad”. Deambulan por la ciudad ante el acoso brutal de las autoridades, que solo quieren hacerlos desaparecer, se les acusa que están “afeando la ciudad”, y para que no “afeen” la ciudad como si fuesen basura se les persigue como a criminales, pues no hay política de de resocialización ni lugares humanos adónde llevarlos.

A la economía la mueve la ilegalidad. Según El Espectador, Las Bandas Criminales obligan a tenderos de Medellín a vender licor adulterado; les prohíben vender el licor legal. En Medellín, Por cada botella de licor legal se vende una de licor adulterada. Esto indica que hay una fábrica de licores ilegal paralela y del tamaño de la FLA, y así quedó registrado en el Concejo de Medellín (2013). La FLA alimenta las arcas del Departamento y el licor adulterado con esas cuantiosas sumas de dinero, alimenta la ilegalidad en la ciudad. Asimismo,  Las bandas se quedaron con el negocio de los huevos y las arepas en los barrios populares de Medellín. Todo huevo, toda arepa que se venda en las comunas proviene de las bacrim. Los tenderos son sus distribuidores por obligación y extorsión. Y en otros productos, los carros distribuidores que lleven alimentos y productos deben pagar una vacuna para ingresar al barrio acorde al valor de la mercancía.

Medellín aparece ya como capital del Narcoturismo. La ONU (2013) presentó una investigación de dos años, en asocio con la Alcaldía de Medellín, y concluyó que para el turismo internacional, Medellín es capital del Sexo, la Droga, la parahotelería y el abuso de menores. Señala la ONU que existen páginas de internet que pueden ser leídas solo en el exterior, donde a los extranjeros se les ofrece droga, sexo, menores de edad. Esos paquetes de narcoturismo en Medellín para extranjeros se brindan en El Centro de la Ciudad y En el Poblado.  El estudio concluye que en la ciudad hay muchos parahoteles, o los “Party Hostel”, donde se ofrece alojamiento y al mismo tiempo prostitución, droga, abuso de menores de edad. La ONU asegura que hay bandas criminales dedicadas a promover con éxito a Medellín como capital del narcoturismo. La investigación de la ONU encontró que los extranjeros prefieren venir a Medellín a narcoturistiar porque es fácil y barato adquirir sustancias psicoactivas y sexo; y, además, por la percepción de que la acción de las autoridades locales frente al delito es frágil.

Los Casinos ilegales han ido invadiendo a toda la ciudad. Según El Concejo de Medellín (2014) “En la Ciudad hay 2.000 Casinos ilegales”. Son menos de 200 los casinos autorizados y más de 2.000 los ilegales sin que las autoridades sean capaces de restablecer la legitimidad urbana. A todas luces caminamos hacia una ciudad ilegal.

Atracos y robos por todas partes. Un ciudadano que vaya al Centro y salga victorioso sin que le roben es un héroe. Se volvió tan normal robar en la ciudad, que en Internet se distinguen las bandas de hombres y mujeres atracadores con fotografías, videos y lugares donde operan. Es tal impunidad, que en El Poblado los delincuentes que roban a conductores se dejan tomar fotografías y videos que circulan en redes sociales. Y es tal la falta de temor de los bandidos a las autoridades, que en un trancón en la Avenida Las Palmas, un grupo en varias motos asaltó uno a uno a los vehículos del trancón a pleno sol. El Colombiano (2014). Asimismo, el robo de celulares tiene derrotada a las autoridades. Y de paso, las autoridades desesperadas, en tono azufresco, aseveran que los ciudadanos se están dejando atracar de bandidos con armas de juguete; esta expresión en lugar de avergonzar al atracado, ridiculiza a los gobernantes que se estarían dejando derrotar de “bandidos de juguete”.

Los servicios públicos de contrabando son otra medida de la ilegalidad de la ciudad. En El Colombiano (2014), EPM asegura que por conexiones domiciliarias fraudulentas de agua, pierde cada año 18 millones de metros cúbicos de agua. Si el consumo promedio de cada familia es 15 metros cúbicos mes, eso indica que cerca de 100.000 domicilios son ilegales en el consumo de agua potable de EPM. De otro lado, en el servicio de energía existen en Medellín Oficinas Ilegales, o “ingenieros del fraude” que ofrecen el servicio de energía ilícito, o de contrabando, a familias y establecimientos comerciales de alto consumo. Y para que no descubran que su producto es ilícito y es robo de energía, se asocian con bandas criminales de los barrios que los protegen intimidando a funcionarios de EPM para que no delaten el  ilícito. En robo de energía anual son más de $50.000 millones año, lo cual indicaría que cerca de 45.000 domicilios son ilegales en el servicio de energía, usando energía de contrabando.

Finalmente, la falta de eficiencia en la segurida, angustia a los ciudadanos y muchos empiezan a organizarse para para defenderse. Los motociclistas desesperados por los robos de motos, han creado grupos de más de 5.000 personas que por internet se informan para protegerse. En medio de estas acciones sanas de autodefensa, nacen también organizaciones monstruosas para hacer justicia por sus propias manos. Circuló en los barrios un panfleto de un grupo autodenominado CYCARIA que anuncia la llegada de un grupo de «limpieza social» para acabar con «ladrones, asaltantes y delincuentes».

La cultura de la ilegalidad lleva a la ciudad a un abismo. Las empresas criminales se tornan prósperas. Muchos jóvenes sin oportunidades ven en la ilegalidad su mejor futuro. Las comunidades que dependen del dinero de los negocios ilegales empiezan a defender más a las bandas criminales que al Estado. Si la justicia no es eficiente y pronta, nacerá una parajusticia que destruye la sociedad.

La ilegalidad de la ciudad no es solo material. El poder de lo ilícito asesina el buen espíritu de los ciudadanos y destruye el tejido social. La muerte del espíritu de legalidad de los ciudadanos sería el fin de nuestra civilización.

Cae bien esta cita. En 1957, apareció un bello libro que quería cambiar el mundo: “La Rebelión de Atlas” Decía su autora Ayn Rand: «Cuando para producir se necesita autorización de quienes no producen nada. Cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores. Cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno más que por el trabajo. Cuando observe que las autoridades no lo protegen contra ellos. Cuando repare que la corrupción es generosamente recompensada. Entonces, sin temor a equivocarse, podrá afirmar que su sociedad está condenada.»

Medellín se está legitimando como ciudad ilegal. Qué Horror! Qué condena!

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Redacción Minuto30

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