Evaluar la gestión de las ciudades, en un contexto tan atípico como el que impone una pandemia, requiere tanta responsabilidad, como objetividad, sin ser menos importante la capacidad de observación, el análisis y la escucha, mucho más, en un año de gestión reactiva, en donde todas las acciones atendieron a las demandas diarias, en temas sociales, y especialmente en temas de salud, sin dejar de un lado, la ejecución de los demás programas y proyectos de los planes de desarrollo, veamos.

Tal vez lo que absorbió mayormente la atención de ciudadanos propios y extraños, fue el tratamiento dado, a los temas de salud, relacionados directamente con COVID-19, capítulo frente al cual, hay que decir, que, entre subidas y bajadas, Medellín mantuvo el punto de equilibrio entre las unidades de cuidados intensivos requeridas y las efectivamente usadas, equilibrio en la medida, en que a la fecha, no se conoce ningún caso, en donde se haya negado acceso a dicha especialidad, ni siquiera a pacientes no COVID-19, situación que dependía, depende y dependerá en gran medida, del autocuidado y la responsabilidad ciudadana.

Ello sumado, a que en labores de inspección y vigilancia, la tarea la facilitó, una Secretaría de Salud, activa y regada en control, en la que día a día, cientos de colaboradores, dispersos por la ciudad en todo momento, verificaban la aplicación estricta de las medidas y protocolos.

Si la tarea era salvar vidas, con relación a la premisa de que todos ya conocemos al menos un amigo, cercano o familiar que se ha contagiado y recuperado, pero bajo la misma lógica, no todos hemos conocido un fallecido, hay que decir Medellín va cumpliendo, un curso aprobado.

Con la economía golpeada, por medidas impopulares pero necesarias, se enfrentaba Medellín, al reto de procurar la menor cantidad de empleos perdidos por cierres de actividades comerciales, y a la vez, sortear todo tipo de acciones que garantizaran cero contagios.

La plataforma “Medellín Me Cuida”, se convirtió en una herramienta tan sólida, que resistió todo tipo de ataques jurídicos y políticos, resultando estar blindada socialmente, pues, aunque ciertos sectores políticos y económicos la rechazaron inicialmente, se convirtió al final, en la información aliada de todos.

Con más de 1.100.000 personas habilitadas para trabajar, su retorno a labores y la realización del Plan Mil, se permitió que la reapertura económica se diera de forma más acelerada, sin poner en riesgo la atención en salud. La relación de emprendimientos clausurados, lamentablemente, ha resultado notoriamente inferior, de cara al número de empleos conservados y nuevos emprendimientos, Medellín, es promovido al siguiente curso.

El distanciamiento social, que, durante muchas administraciones, persistió en Medellín, no por cuenta de la pandemia, pero si más bien como estilos de gobierno, vaya ironía, se rompió desde el día uno del llamado “Medellín Futuro”, en el cual, comuna a comuna, corregimiento a corregimiento, el mismo Alcalde, posesionó a los ediles en sus territorios, como señal de articulación política e institucional, lo que ya daba cuenta, de una intención de democracia imparable, que continuaría como la ruta de la participación comunitaria y social en Medellín.

Y es que valga decir, que con medidas de bioseguridad a bordo, e incluidas en los discursos, los liderazgos sociales de Medellín, podían percibir, como esta vez, a diferencia de otras tantas, el gobierno se acercaba a ellos, y no al contrario, tal vez no faltó en la agenda de la participación, ningún territorio por visitar, para la planeación del presupuesto participativo, para el fortacimiento del control social.

Y sobre todo para el empoderamiento de la organizaciones sociales, resultado de un trabajo armónico, se lograría la convergencia, para la expedición de una normatividad transitoria, que permitiría a los territorios, atender esas necesidades creadas por la pandemia, a través de los recursos de Presupuesto Participativo, otra materia aprobada.

Tal vez bajo la metodología popular de la educación primaria o secundaria, para hacer una analogía, al calificar la acción de Medellín durante un año, la gestión de Empresas Públicas de Medellín, sería como el ítem correspondiente a la disciplina, y es que valga decir, que el comportamiento consecuente entre lo que se dijo e hizo en campaña, y lo que se ejecuta mientras se gobierna, da cuenta de una calificación alta en este ítem.

Contrario a lo que muchos sostenían, Medellín, no solo logró hacer público lo que por años ha sido privado en materia de información institucional, sino que además, invirtió los papeles, poniéndole condiciones a los que condicionan, accionando en contra de los que siempre accionan, tocando intocables, reestructurando lo que se creía estructurado, buscando recuperar lo perdido, negando el ingreso a nuevos contratistas extranjeros, contra todo pronóstico, hay que decir que hoy EPM suma utilidades, avanza a buen paso en la ejecución y puesta en marcha de Hidroituango, existe animo conciliatorio en los contratistas, y las pólizas se encuentran vigentes en cobertura, lo que da para decir, que Medellín, puede ser promovido al próximo año.

En tareas pendientes, diremos, que Medellín, puede y debe retomar la ruta del valle del software, un poco impedida por la pandemia, pero rescatable en los próximos periodos, así como otras tantas novedosas ideas que se leen en el plan de desarrollo, y como curso prácticamente perdido, plantearemos, la intención revocatoria, que pese a tener de su lado una pandemia entera, que impide en cierto modo la gestión, se le avizora a lo lejos, que ni con el refuerzo, ni con el ajuste de alguna décima, le pueda alcanzar.

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Redacción Minuto30

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