La esencia de un buen gobierno es no resolver los asuntos con precipitación y no buscar el propio provecho. Y ya lo decía Aristóteles: “Un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes”. Al respecto el profesor de Estrategia y Gestión Chan Kim (autor, ‘Estrategia del océano azul’) cuenta que en el siglo III D.C., el rey Ts’ao envió a su hijo, el príncipe T’ai a estudiar con el maestro Pan Ku. Debido a que el príncipe tenía que suceder a su padre, Pan Ku debía enseñarle los principios fundamentales para ser buen gobernante. El maestro le envió solo al bosque de Min-Li. Al cabo de un año, el príncipe tenía que volver para describir el sonido del bosque.

Cuando el príncipe volvió, narró lo que había oído: «Maestro, pude oír el ruido de las hojas, el canto de los pájaros, el zumbido de las abejas y el susurro del viento». Al terminar el maestro le dijo que volviera de nuevo para escuchar más. El príncipe quedó perplejo por la petición. Durante días en el bosque escuchaba, pero no oía sonidos nuevos. Una mañana, sentado en total silencio bajo los árboles empezó a distinguir unos sonidos débiles diferentes de los que había oído. Cuanto con más atención escuchaba, más claros los percibía. «Estos deben de ser los sonidos que el maestro deseaba que distinguiera», reflexionó.

Al volver el maestro preguntó si había oído algo más. «Cuando escuché con atención pude oír lo que no se oye. El sonido de las flores al abrirse, el sonido del sol calentando la tierra y el sonido de la hierba bebiendo el rocío de la mañana». Eran los sonidos del silencio. Ante ello explicó Pan Ku: “Oír lo inaudible, es disciplina necesaria para ser buen gobernante. Sólo cuando un líder ha aprendido a escuchar los corazones de las personas, sus sentimientos no comunicados, dolores no expresados y quejas no proferidas puede inspirar confianza en su pueblo, comprender cuándo algo está mal y satisfacer las necesidades de sus ciudadanos. La destrucción de los estados llega cuando los líderes sólo escuchan palabras superficiales y no entran profundamente en el alma de su gente para oír sus verdaderas opiniones, sentimientos y deseos”.

La lección del escritor y experto Kim demuestra que es indispensable para una sociedad, que sus gobernantes y líderes además de buenos, sean bien preparados. Que se requiere de un largo proceso de formación y conocimiento para interpretar los “sonidos” de la gente. Científicamente lo ha demostrado Malcom Gladwell, que independiente a la formación académica, son necesarias al menos diez mil horas de práctica, vivencia e investigación para alcanzar una experticia mínima y el dominio básico en área específica.

No es concebible que aun tengamos aspirantes o candidatos improvisados e inventados para llegar a cargos de elevada representación de la comunidad, para que continúen el círculo vicioso de la incompetencia y la destrucción social. Sucede cuando existen fuertes intereses de una minoría de poder por mantener sus privilegios, a costa del sufrimiento de la mayoría. Una mayoría manipulable, ya que las pasiones de los hombres no se ajustan a los dictados de la razón y la justicia, sin una fuerza coercitiva. La competencia y capacidad para gobernar solo se logran después de un largo tiempo en el bosque.

Apostilla: “Seguir el camino, ver al maestro, seguir al maestro, caminar con el maestro, ver a través del maestro, ser el maestro”.-Proverbio Budista

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Redacción Minuto30

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