Saúl Hernández

Frente a la suspensión de la farsa habanera caben muchas especulaciones, pero vale la pena detenerse en algunos elementos no escasos de fundamento que hacen dudar de la autenticidad del suceso.

Saúl Hernández

Saúl Hernández

El primero de ellos es que un militar de la importancia y la experiencia del general Rubén Darío Alzate, no comete tamaña imprudencia por capricho. Por eso, a primera vista, no cabe más que preguntarse quién lo engañó. O lo hizo el Gobierno mismo, con o sin el concurso del alto mando militar, o lo hicieron las Farc, con o sin el concurso de la población civil.

Sin embargo, no puede obviarse tampoco la posibilidad de un contubernio entre Gobierno y Farc, con o sin el concurso del general de marras, pues aún no hay información suficiente para saber si él hace parte de un engaño mayor del que estaríamos siendo víctimas todos los colombianos. Habrá que esperar con qué cuento resulta a su regreso.

Un segundo elemento que es importante destacar es el discurso que se venía urdiendo sobre el proceso de ‘paz’. De un lado, como Santos regresó de Europa con las manos vacías no tuvo de otra que negar que el objetivo de esa gira fuera el de pasar ponchera —¡las uvas están verdes!—, y aducir que lo que pretendía era conseguir apoyo político para lo que se viene del proceso, que, según advirtió, es “lo más duro”.

A renglón seguido, Humberto de la Calle lanzó el bombazo de que se pretende cambiar la definición de delito político para subsumir en él cualquier conducta criminal. No es solo para el delito de narcotráfico como creen muchos, sino para hacer conexos los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra con el fin de garantizar la impunidad total y la participación en política de estos terroristas.

Como si fuera poco, las Farc y sus valedores han venido insistiendo reiteradamente en el cuento del cese bilateral al fuego y hasta han usado un término bastante osado como es el de “armisticio”, el cual implica ya un reconocimiento más formal del carácter beligerante de la parte alzada en armas, lo que le daría a esta narcoguerrilla terrorista el tan deseado estatus.

Como tercer elemento, hay que destacar que el secuestro del General y su posterior liberación serán útiles para disolver algunas dudas que despierta el proceso de La Habana como la supuesta falta de unidad de mando al interior de las Farc. Si el frente 34 se consideraba casi como una rueda suelta que no le marchaba al proceso de ‘paz’, con la liberación del general Alzate se mostrarían leales al mando central y perdería peso esa teoría.

Pero, más importante que eso, lo fundamental es que las Farc transmitirían la señal de una supuesta voluntad de paz, cuestión que será amplificada por el gobierno de Santos, los medios de comunicación enmermelados, diversas ONG y un sinnúmero de almas ingenuas que añoran el fin de la violencia.

Un último elemento que cabe destacar es el hecho de que Santos haya suspendido el proceso ahora y no antes, cuando ocurrieron crímenes que ofendieron a todos los colombianos: niñas asesinadas, policías degollados, otra niña mutilada por querer escapar de las filas guerrilleras, indígenas muertos, atentados explosivos —como en un supermercado de Quibdó, que dejó cinco muertos—, derrames de petróleo y demás. Es que en estos dos años de diálogos no ha habido más que pura violencia y ninguna señal de paz. Las Farc han secuestrado a casi 60 personas y asesinado a más de 600 efectivos de la fuerza pública.

Ahora, si bien es cierto que Santos había advertido que el proceso podría irse al traste en caso de que las Farc atentasen contra un personaje eminente (en lo que parecía una referencia al expresidente Uribe), el secuestro del general Alzate no encaja del todo en esa definición pero se aproxima mucho. Por eso, es válido preguntarse si Santos se encontró con un pretexto para suspender el proceso o si lo fabricó.

Y aunque Santos siga negándose a concederlo, todo en este aparente montaje apunta a justificar un cese bilateral al fuego —la caguanización del país—, para que, como dijo ‘Pablo Catatumbo’, no sigan pasando estas cosas ni otras peores. Como puede verse, nada más que una vulgar extorsión.

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Redacción Minuto30

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