La rodilla es una estructura clave en la práctica deportiva y en el desempeño físico humano general. Cumple un papel definitivo con alto compromiso recibiendo las mayores cargas y exigencias en la práctica de la mayoría de deportes de campo como el fútbol. Por ello la incidencia de lesiones de rodilla en el deporte es alta con importante riesgo de limitaciones e incapacidad, tantas veces con desagradables consecuencias en deportistas. De allí la necesidad de gran atención y cuidado.

La llamada “meseta tibial” está ubicada en la rodilla, debajo de la superficie articular del hueso más prominente de la pierna. Es una estructura anatómica que debe su nombre al parecido que tiene esta parte de la tibia, con una mesa o plataforma de poco tamaño. Está localizada en la cara anterior de la tibia, específicamente en la parte superior de las estructuras denominadas “tuberosidad externa e interna” en la rodilla (ver imagen). Esta meseta sirve como punto de apoyo esencial para que los ligamentos cruzados de la rodilla y los meniscos se articulen con los cóndilos del fémur.

Al revisar la gráfica adjunta de la articulación de la rodilla, podemos entender su complejidad donde la meseta tibial realiza una vital función de soporte e integración de las estructuras articulares. Dada su enorme movilidad y por recibir una de las mayores cargas durante la ejercitación física, es una zona que se lesiona frecuentemente en deportistas, debido a situaciones en las que se golpea el área o que se realizan torsiones extremas, soportando grandes sobrecargas.

meseta tibial

meseta tibial

Una lesión común es la fractura de la meseta tibial, que puede comprometer toda la articulación, produciendo importantes limitaciones. Pero también ocurren con frecuencia algunas contusiones por sobrecarga, que no son más que respuestas a movimientos repetidos o esfuerzos exigentes por una movilidad forzada. Por ejemplo, cuando se excede en la práctica deportiva.

La contusión tibial no es una injuria grave. Podría configurarse como una lesión de fatiga excesiva de la articulación de la rodilla que compromete estructuras ligadas al platillo tibial (como los ligamentos cruzados), con moderadas inflamaciones sin ningún tipo de fractura o roturas evidentes de tejidos. Aunque el deportista siente un dolor punzante, no da mayores limitaciones, pero de persistir en la práctica deportiva si podría dañar otros elementos de la rodilla, con evidentes complicaciones. .En este caso es muy común que haya afectación de alguno de los ligamentos cruzados por sobrecarga o una gran elongación, que incluso puede presentarse con microdesgarros en estos ligamentos.

El tratamiento es uno de los más comunes a las lesiones deportivas. Lo primero es la suspensión de la actividad deportiva, la reducción de la carga y la aplicación de medios físicos como frío y calor. Una vez confirmada que es una contusión y no fractura, se continúa con otras alternativas de fisioterapia (incluyendo fortalecimiento muscular y rehabilitación física) y opcionalmente un antiinflamatorio no esteroideo, que puede ser oral o inyectable.

Eventualmente (aunque hoy es una práctica ya común) puede emplearse un gel desinflamatorio local para estimular el flujo sanguíneo y aligerar la eliminación de los factores que causan la inflamación. Todo depende de la historia clínica del paciente, de su valoración y especialmente del criterio médico.

Este tipo de lesiones evolucionan de forma rápida y si se tratan a tiempo como es debido no tienen ningún tipo de complicaciones. El deportista tendrá una recuperación al 100% en pocos días y podrá volver pronto a su actividad normal. Otra situación muy diferente es si se confirma una fractura en la meseta tibial. Esto amerita otro tipo de tratamiento y enfoque.

Apostilla: Este parece ser el caso del futbolista colombiano, que hace parte de la selección, Juan Fernando Quintero. De confirmarse lesión en la meseta tibial, podría afectar levemente alguna estructura de su espacio como los ligamentos cruzados. En este caso su pronóstico es bueno y su vuelta a la actividad no tardaría más allá de 8 a 10 días. (Ver en la imagen la exposición de los ligamentos cruzados frente a una afectación del platillo tibial).

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Redacción Minuto30

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