Recibo con desbordada emoción la decisión acertada del senado de la República de aprobar en último debate un proyecto de ley sobre el que llevo trabajando más de 4 años y que el gobierno de Santos, en un acto de total irresponsabilidad e indolencia, decidió objetar.

Me refiero a la ley que establece la práctica del tamizaje en los bebés recién nacidos. Se trata de la aplicación de pruebas rápidas en los neonatos, cuyo objeto consiste en identificar algunas enfermedades graves que pueden generar efectos como el retraso mental, retardo en el crecimiento e incluso la muerte de los niños.

Esta prueba, que no tiene un mayor costo económico, trae muchísimos beneficios pues la detección temprana de enfermedades que tengan los recién nacidos, permite acometer los tratamientos a que haya lugar garantizando así una mayor posibilidad de mejoría y, por ende, una mejor calidad de vida de los menores.

Ahora bien. Además de favorecer a los pacientes, el sistema de salud también gana con la implementación del tamizaje neonatal, pues en el mediano y largo plazo se ahorrarán gigantescas sumas de dinero. Gracias a la detección temprana de enfermedades, se permite implementar tratamientos inmediatos con los que se evitará complicaciones futuras que degeneren en limitaciones severas, las cuales, indefectiblemente, tendrán que ser atendidas por el sistema general de seguridad social en salud.

El tamizaje neonatal se practica en casi todos los países de nuestra región. Colombia era una de las pocas excepciones y estábamos en mora de implementarlo. El gobierno anterior, indolentemente, se opuso a esta ley. Santos tenía plata para la corrupción, para la mermelada, pero no para hacer exámenes de salud que benefician tremendamente a los niños colombianos.

Con quienes me acompañaron en la aprobación de esta ley, tuvimos que recorrer un largo camino que no estuvo exento de dificultades. No hay un solo argumento real que demerite la trascendencia del tamizaje neonatal. Algunos indolentes, se opusieron a esta ley alegando razones presupuestales, las cuales se caen por su propio peso.

Lo primero que hay que decir, es que al hacer una simple relación de costo beneficio, es más lo que se ahorra el sistema de salud detectando enfermedades congénitas y emprendiendo el tratamiento necesario, que lo que se gastaría atendiendo las complicaciones durante la niñez.

Es descorazonador que haya supuestos “expertos” que se oponen al tamizaje pensando en los centavos que se ahorra el Estado al no hacerlo. Los niños, valga recordarlo, están por encima de todos. Los derechos de ellos, lo indica la Constitución y el sentido común, prevalecen sobre los del resto de ciudadanos y, en consecuencia, todo lo relacionado con su bienestar es, ante todo, una inversión y nunca un despilfarro.

El proyecto aprobado pasará a sanción presidencial y luego de que el presidente Iván Duque lo firme, será una ley de la República. Con el tamizaje neonatal, el país está dando un paso en el sentido correcto en materia de atención de la salud de los niños colombianos.

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Redacción Minuto30

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