Pretender ahora, en medio de esta angustiosa sequía, acompañada de extensos incendios forestales, meternos el cuento de una superproducción cafetera, es otra mentira. Solo sabemos la verdad cuando nos dirigimos a la compras de café de los pueblos para darnos cuenta de la realidad, como en el Huila, en donde la falta de agua tiene asolados los campos.

A pérdida.

A los males anteriores se les sumaron la arañita roja y el minador. La crisis de los cafeteros es de rentabilidad, sostenibilidad, viabilidad del negocio, mientras que la crisis de la Federación de Cafeteros es de producción.

Los expertos sostienen que primero debe ser la rentabilidad y el aumento en la producción viene por sí solo.

Juzgan que la Federación se equivoca cuando invierte esta ecuación, al creer que aumentando la producción, la rentabilidad se dará sola.

¿Qué hacen los cafeteros por mantener la calidad y el negocio del café, todo?

Que reciben pérdidas y ahora sufren la desvalorización de sus tierras.

¿Qué le llega al productor?

La cadena de producción del café es lineal y el primer eslabón de la cadena es el más frágil, pues allí se concentran los procesos más complejos y las pérdidas económicas.

El productor hace la mayor inversión: La finca, el montaje y el cultivo.

Igualmente, el productor garantiza, la variedad, las buenas prácticas, la recolección manual, el beneficio ecológico, el café pergamino tipo exportación.

En este escenario de negocio, ni los exportadores, la Federación o los grandes tostadores le garantizan al productor un precio de sustentación por esa calidad.

Toda la infraestructura de la Federación en investigación y asistencia está enfocada hacia la calidad.

La comercialización del grano no obedece a la misma política de calidad, el sobreprecio que paga el consumidor no llega al productor.

La caficultura colombiana está en vía de extinción, de marchitamiento lento y con ella se pierden las montañas productivas; los municipios tienen población decreciente y la pobreza acecha estas regiones.

Las estadísticas de producción de café y de población rural y urbana en zonas cafeteras son decrecientes.

Vicisitudes.

Este progresivo e imperceptible fenómeno se intensificó porque a las plagas, pese a que el cafetero aprendió a convivir con ellas, se sumaron nuevos elementos: devaluación del dólar y fenómeno climático, pues La Niña produce menos floraciones, aborto de frutos y  menos producción.

El fenómeno de El Niño produce aumento de los factores de conversión de cereza a pergamino; se pasa de 60 kilos de café en cereza por arroba de pergamino, a 80 kilos en cereza; se seca la baba, el mucílago del café, aparecen otras plagas (minador y araña roja), aumentan los gastos de control fitosanitario y la broca ataca con intensidad, dañando la almendra y la calidad. La crisis económica mundial, el café que se comercializa como un «comoditie» se impacta y precios internacionales por debajo de dos dólares la libra.

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Redacción Minuto30

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