La Revista Semana no podía hacer un papelón como lo ha exigido el excolumnista Daniel Coronell, con respecto a que en Colombia se estaban reviviendo los falsos positivos, por un directriz del Ejercito y que ese órgano periodístico debería haberlo publicado antes que The New York Times, lo que es una inconsistencia, pues la diferencia entre los dos medios es abismal y nuestros gobiernos le han tenido respeto supersticioso al medio norteamericano, mientras que Semana ha tenido duros enfrentamientos con algunos gobiernos, por lo que una simple conjetura, no se podía convertir en una verdad absoluta, así que la cautela de Semana se inscribe en el rigor informativo.

El periódico The New York Times, no ha mostrado la prueba reina, acerca de que el Ejército colombiano, buscaba revivir los falsos positivos, la cual no puede existir, porque el artículo del diario estadounidense está basado en supuestos. De otra parte hay que reiterar que los falsos positivos son el resultado de la degradación del conflicto que ha vivido el país, como ocurrió con el paramilitarismo, siendo indiscutible que el marxismo leninismo fue el generador del conflicto con sus guerrillas desde hace 60 años, para la toma del poder, luego los falsos positivos también son responsabilidad de quien creó el conflicto y eso hay que tenerlo bien claro.

Cualquier medio de comunicación serio, no le puede hacer apología a algo hipotético, así sus fuentes sean muy confiables, que fue lo que hizo Semana, pero The New York Times si efectuó la publicación, porque al ser un periódico extranjero, no tiene la misma responsabilidad con la opinión nacional, entonces más que el engavetamiento primó la cordura de Semana, ya que la primicia que quería el señor Coronell, se hubiera tomado como parte de una conspiración de la extrema izquierda en contra del presidente Duque, para tumbarlo, pues desde febrero los sectores marxistas(mamertos) estaban convocando a una huelga general el 25 de abril, que buscaba la renuncia del gobierno, y por eso la revista por un simple supuesto no se podía arriesgar a que le llovieran rayos y centellas, sin tener una base solida sobre las denuncias en contra del Ejercito.

Prácticamente queda demostrado que el artículo del señor Nicholas Casey en The New York Times es un infundio, ya que no hay una sola acusación seria y carece de pruebas contundentes, por lo que al abstenerse Semana de la publicación, actuó con mesura, así Daniel Coronell y otros periodistas no lo quieran ver, porque los indicios, datos incompletos o supuestos no son soporte para hacer periodismo, menos en casos tan graves como señalar a las Fuerzas Militares de estar promoviendo falsos positivos.

Por el hecho de que la comandancia del Ejercito exija resultados en contra de la delincuencia, no se le puede malinterpretar, ya que el país ha tenido un prolongado conflicto de más de 60 años, en donde las bandas armadas fácilmente se reciclan y mutan como ha sucedido con el paramilitarismo y las FARC, luego el Estado no puede bajar la guardia y las Fuerzas Armadas tienen que estar en plena actividad, ya que uno de los objetivos del marxismo leninismo es desmoralizar y acabar con el Ejercito para montar su dictadura comunista.

En muchas ocasiones los más importantes medios de comunicación se han dejado engañar y terminan haciendo el oso como se dice coloquialmente, recordando lo que pasó hace casi 22 años, con una muchacha que engaño a todo el país con su embarazo. Según la joven de 16 años, estaba embarazada de 9 bebes y muchos colombianos se solidarizaron enviando pañales y regalos para los bebes, claro que el papel de los medios fue en esa oportunidad fundamental para burlar a la ciudadanía, por lo que el discernimiento es necesario para no caer en la trampa, y aunque el articulo del The New York Times sobre la reactivación de los falsos positivos es un asunto bien delicado, se demuestra que ya sea en una historia pintoresca como el de la barriga de trapo, o en la reactivación de los falsos positivos, de parte del periodismo debe primar la objetividad.

Tal parece que el señor Coronell con la actitud soberbia que ha demostrado al no publicarse el rumor en la revista Semana, que finalmente saco el The New York Times, no ha entendido que al medio nacional, le podía ocurrir lo que le paso a varios informativos hace más de 2 décadas con lo de la barriga de trapo, haciendo un papelón.

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Redacción Minuto30

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