Hace unas pocas semanas fue entrevistado en La W el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, para que se pronunciara sobre unas palabras que respecto de él manifestó el inolvidable Ernesto Samper, hoy, compañero de causa del presidente de la república, quien dijo que el alcalde no tenía tiempo para la paz, porque no quiso o no pudo asistir a un evento organizado por quien dió lugar al proceso 8.000, y al que asistieron varios de los jefes guerrilleros de las Farc, actualmente protagonistas de la política colombiana y quienes andan dando cátedra en cuanto foro asisten sobre cómo es que debe hacerse la paz y cómo debe gobernarse este país.

En la entrevista, el alcalde dejó claras varias cosas: que no iba a asistir a un foro organizado por quien no tenía ninguna autoridad moral, puesto que todavía le debía explicaciones al país sobre lo ocurrido antes y durante su presidencia; que no le iba a rendir pleitesía el mismo personaje y a la guerrilla, que andaba pavoneándose por todo lo largo y ancho del país y que no había entregado la totalidad de las armas, a los menores de edad que estaban en sus filas y de la riqueza para indemnizar a las víctimas no había dicho nada; y que estaba totalmente comprometido con la paz.

Muy oportunas palabras las del alcalde de Medellín en un momento en el que cualquiera que emita una opinión contraria al tema que copa toda la atención y la agenda política del país, como lo es la paz, termina siendo alguien que no la quiere y que persiste por continuar por el camino de la guerra.

Para que no quede duda de su compromiso, la Secretaría de Seguridad y Convivencia de Medellín por medio del programa del Proyecto de Reintegración Sostenible para un Territorio en Paz, adelanta la Estrategia de prevención de la utilización de niños y jóvenes por parte de organizaciones delincuenciales.

De dicha estrategia, que se inició en el 2016, ya hacen parte 1863 jóvenes y niños de nueve comunas y dos corregimientos, 10 de ellos están vinculados laboralmente a diferentes instituciones, 16 se encuentran en procesos de selección, 68 han realizado cursos de mantenimiento de motocicletas y 70 más lo harán próximamente, se han atendido 732 familias mediante talleres y asesorías, 192 jóvenes se han vinculado al sistema educativo y se han realizado más de 70 actividades en las que se han transformado algunos de los sitios en los que antes había consumo de sustancias psicoactivas y se sigue trabajando para que la población vulnerable y propensa a actividades delincuenciales opte por el camino de la legalidad.

Como puede verse, Medellín está jugada por la paz, iniciativas que no son de ahora, sino que vienen desde años atrás, porque no hay que olvidar que esta ciudad, casi que como ninguna otra, ha sufrido los rigores de la violencia de una manera que no quiere repetir, lo cual hace que estas tierras y sus gentes sean terreno fértil para sembrar esperanzas de paz y para recogerlas posteriormente, pero para ello se requiere de un proceso serio, en el que las partes involucradas en conseguirla reconozcan que han causado dolor y sufrimiento a miles, pero por sobre todo, que se cumplan rápido las condiciones a las que se obligaron, y lo digo por la guerrilla, y que luego, si es que la gente lo desea, salgan a hablar de lo que quieran, pero no como está sucediendo ahora, que quieren dar cátedra sobre lo divino y lo humano, se declaran víctimas y no victimarios, no reparan a nadie, y cuentan, quién lo creyera, con el auspicio del gobierno nacional; que tengan ayuda y defensa de personajes de la catadura moral de Samper, es lo de menos, al fin y al cabo nadie da un peso ni por los defendidos, ni por el defensor.

Se necesitan gobernantes como el de Medellín que con responsabilidad dicen lo que piensan (también cabe aquí el gobernador de Antioquia) y no de otros que como borregos salen a replicar lo que dicen gobierno y guerrilla.

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Redacción Minuto30

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