Edgar Artunduaga

Como en el boxeo, Santos y Zuluaga están sobre el ring. Cada uno de los púgiles tiene su estilo, bien conocido por el país, con sus debilidades y fortalezas, mañas y antecedentes.

Edgar Artunduaga

Edgar Artunduaga

De los discursos pronunciados en la noche del domingo, con los resultados sobre la mesa, se colige que Santos insistirá en que él encarna la paz mientras Zuluaga la guerra.

Zuluaga se empleará a fondo para imponer su propio estilo de pelea (seguimos en el cuadrilátero) y evitará estar siempre sobre las cuerdas con el asuntico de que quiere incendiar este país. Por eso ahondará en la necesidad de que Colombia logre el cambio.

¿Es serio hablar de cambio, cuando Zuluaga encarna –para muchos- el pasado, el gobierno de Uribe?

Así será. En política todo es posible. De lo contrario, Santos no hubiera salido ante el país como si fuera el ganador de las elecciones, cuando le acaban de propinar una paliza y la derrota con casi 500 mil votos.

El Presidente logró desmontarse de las implicaciones de que J.J. Rendón y Chica hubieran recibido 12 millones de dólares de la mafia. Y Zuluaga desarmó el escándalo por sus vínculos con el hacker, al punto de que su abogado llegó a poner en duda que su defendido fuera el personaje del video.

Así las cosas, Santos nos tratará de convencer de que sin él no habrá paz y Colombia volará por los aires, despedazada y acuchillada, no por la guerrilla y los violentos sino por los uribistas que arrasaron los puentes bien construidos de la reconciliación nacional.

Zuluaga, entre tanto, acentuará sobre los dolores de la patria, en un país que se desmorona en manos del traidor. Y que volverán a dominar los guerrilleros, por cuenta de las debilidades y componendas de un mandatario que no tiene autoridad.

El asunto sería fácil si solamente se enfrentaran los dos candidatos, con sus ideas y sus puños. La incógnita radica en lo que se inventen sus asesores, cada día más perversos. “Me siento como una monja, frente a las campañas de hoy”, me dijo Carlos Duque, exitoso publicista de Galán (con su famoso afiche) y de Uribe (mano fuerte, corazón grande).

Que no se suba al ring el fiscal Montealegre, por muchas ganas que tenga de ayudar a Santos, o echa por tierra –más todavía- la credibilidad de la entidad. Que se quede callado el Procurador, a quien suponen del otro lado (Uribe). Y que no se destaquen los abogados penalistas sino las ideas de los aspirantes.

Entre tanto los colombianos esperamos el desarrollo inteligente de sus lemas centrales de campaña. Así tengamos claro que la paz no es exclusividad de Santos. Ni el cambio lo sea tanto con Zuluaga.

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Redacción Minuto30

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