La obesidad en países como Estados Unidos y México ha alcanzado niveles alarmantes, y, al parecer, Colombia va por ese mismo camino ya que cerca de la mitad de la población colombiana tiene sobrepeso, según una reciente encuesta de nutrición que se realizó en el país. Por eso, desde hace algún tiempo, se considera un problema de salud pública. Es un problema mundial ya que su prevalencia se ha ido incrementando en las últimas décadas, incluso en los países en desarrollo.

Según la nutricionista Andrea Múnera Sandoval, adscrita a MedPlus, las alarmantes cifras en la materia tienen una sencilla explicación: “Se deben a nuestros pésimos hábitos de alimentación y a nuestra cultura acostumbrada al carbohidrato, a nuestra actitud sedentaria y a la pésima ingesta de frutas y verduras”.

Diferencias de peso

Para determinar si una persona está obesa se mide su índice de masa corporal que sale del peso (en kilogramos) sobre la considera que una persona está en condiciones normales si su resultado está entre 19 y 25; desde este último número hasta 30 es sobrepeso y de este en adelante es obesidad. Cuando tiene más de 35 se considera que tiene obesidad mórbida.

Según la especialista, en Colombia la obesidad sobre todo se  da en personas de estratos bajos, ya que están menos familiarizadas con las frutas y las verduras y más arraigadas a los carbohidratos como la papa, las harinas y los tubérculos como la yuca y el plátano, “de ahí viene su problema”, afirma la experta.

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Enfermedades relacionadas

La situación resulta todavía más preocupante porque no solo estamos hablando de una enfermedad crónica, sino que alrededor de ella giran patologías muy limitantes. De acuerdo con el psicólogo infantil Gabriel Arévalo, director del centro médico Sport Medicine and Kids, aliado de MedPlus, se aumentan los niveles del colesterol, puede generar problemas respiratorios al dormir, incomodidades ortopédicas, altos niveles de insulina en la sangre, enfermedades cardiovasculares, existe la posibilidad de crear enfermedades crónicas como la diabetes e hipertensión, trastornos del aparato locomotor, artrosis, cánceres de endometrio, mama o colon. Además, el sobrepeso y la obesidad son el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo.

Actúe antes de que sea tarde

Lo primero que se debe hacer es evitar llegar a ese estado y hay que tener en cuenta que, como dicen los especialistas, el problema comienza en la infancia, tanto por los malos hábitos de alimentación que, muchas veces, se aprenden en casa como por el acceso a comidas rápidas, paquetes y gaseosas que se encuentran en la calle y, en algunos casos, en el colegio.

Ya más adelante es importante el consumo de dos porciones de frutas y verduras al día y la actividad física no es una cosa de segundo orden, el ejercicio es fundamental para fortalecer los logros nutricionales que se obtienen con una dieta adecuada. Esto también se comienza a fortalecer desde la infancia si se le fomenta al niño la actividad física y de esta manera se evita que sea una persona sedentaria, que esté pegado al computador y a los videojuegos.

¿Qué hacer?

La nutricionista asegura que una adecuada alimentación al día debe ser personalizada, así que para ella no tienen mucho sentido las dietas que hay en Internet y que salen en las revistas, ya que cada organismo es distinto y, por eso, es recomendable visitar con cierta frecuencia al nutricionista para que sea este quien analice la alimentación de la persona y de acuerdo con su valoración se ejecute un plan de acción, siempre con asesoría médica.

“La función de la nutricionista es la educación, debe enseñarle al paciente a modificar sus hábitos de alimentación ya que la dieta es lo de menos. La idea es no agredir el organismo y hacer la intervención poco a poco”, afirma Múnera.

Una guía de la alimentación sana la da la pirámide de alimentación de la Organización Mundial de la Salud, que muestra algunas bases vitales para los seres humanos: se requieren aproximadamente 5 porciones diarias de alimentos reguladores  como frutas y verduras, 2 porciones de alimentos energéticos como carbohidratos (pastas, arroces), 2 porciones de proteína (una vegetal y otra animal), y un alto consumo de cereales integrantes (arroz, pasta) y entre 2 y 4 vasos de lácteos.

No olvide la clave para que en la vida adulta todo funcione correctamente en su organismo: se trata de los buenos hábitos de alimentación, que se aprenden en casa, a través del ejemplo. “Uno aprende de lo que ve en el hogar, si todos los fines de semana le enseñaron a comer hamburguesa, no se le puede pedir a la persona que coma vegetales, porque no es lo que conoce”, asegura la nutricionista.

En todo caso, la idea tampoco es evitar este tipo de comida al ciento por ciento, sino que se debe manejar una alimentación sana y balanceada la mayoría del tiempo y, de vez en cuando, puede probar algo distinto, sin convertirlo en parte de su rutina.

Tenga en cuenta que los horarios de alimentación también influyen, ya que si se come una vez al día puede generar problemas de metabolismo y si come en diferentes horarios o en la noche es posible que se vea afectado su peso. Lo ideal es mantener horarios fijos de desayuno, almuerzo y comida.


Fuente: Revista MedPlus
ED 77

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