El fin de semana pasado el “académico” Antanas Mockus dio cumplimiento a su palabra con el presidente Santos, al convocar a una marcha por la paz, ah! Perdón, por la vida. En fin, nadie tenía claro cuál era el motivo del llamado a las calles de la capital de la república.

Santiago Sierra

Referente a Mockus y su convocatoria lo rodea una sombra reciente relacionada al escándalo nacional por el que paso días antes, al ejecutar un contrato de 500 millones, en los meses de Noviembre y Diciembre de 2014, con su corporación Corposivisionarios, cuyo objeto era buscar herramientas para promover la paz.

Todo parecía estar bien planeado, ya que justo dos días después de la convocatoria de la marcha “propuesta” por Mockus alusiva a la vida, el presidente tomó una decisión que para los colombianos es una especie de broma, mofa, chiste, pitorreo, chacota, befa, ironía, inocentada, chanza, guasa, y todos los sinónimos que existan para describir el escenario en que se puedan encontrar la sociedad colombiana. La decisión fue: Dejar de atacar las Farc.

Con la supuesta aprobación de esta manera de ver la paz (con marchas en la capital) el órgano ejecutivo sintió legitimidad para tomar la determinación de dejar a la suerte la paz de Colombia. Sin persecución por parte del Estado a los grupos terroristas, estos podrán transitar y ejecutar sus laborales delictivas de una manera más tranquila, tal y como lo señalo la procuraduría general de la nación en su comunicado, del cual hemos extraído lo más importante “Las Farc persisten en su política de extorsión, intimidación, terror y del delito contra la población civil”. Lastimosamente sectores académicos de la clase alta del país han rechazado siempre las actuaciones del procurador al señalarlo como enemigo de la paz, pero lo cierto es que esa es la realidad colombiana, la Colombia informal y desamparada, la que padecen la mayoría de los colombianos, donde no llega la “academia”.

Es fácil establecer políticas como la dejación de ataque a grupos que infringen la ley, y por ende la tranquilidad de los colombianos continuamente, cuando se está desde la realeza. Es sencillo tener tranquilidad con esas decisiones cuando se tiene escolta, protección rigurosa y cuerpos de seguridad anti-terrorismo a su alrededor.

¿Queremos la paz? Sí, pero con interpretaciones reales de Colombia, del país que anhela algo más que la “paz”, la cual como está sustentada sólo favorece a intereses económicos y políticos, ya que crímenes que afectan la sociedad civil directamente y día a día, siguen sin resolverse.

En este episodio colombiano vale recordar qué sería de Europa, si Winston Churchill hubiera aceptado el pacto de “paz” propuesto por Hitler.

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Redacción Minuto30

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