El concepto de belleza perfecta, de éxito total, de triunfo, sea económico o social, en esencia, los elementos que mueven los deseos, necesidades y emociones de las personas de hoy, que son ellos al mismo tiempo los causantes de la angustia, ansiedad y estrés, son las características del comportamiento humano en este tercer milenio de la era cristiana.

Andaremos por el camino equivocado, seremos tristes, desgraciados, insatisfechos e infelices si no aceptamos que nuestras existencias son hermosas y mágicamente imperfectas. El concepto de imperfección, la sensación de no colmar siempre nuestros anhelos de una vida completamente feliz y exenta de problemas, errores, dificultades y equivocaciones, es lo que hace nuestras vidas desgraciadas, y nos lleva a estados de depresión y baja autoestima.

Los japoneses, hablo de los inteligentes y sabios hombres de la vieja cultura nipona, no de los adictos al trabajo y perfeccionistas ejecutivos que sufren la terrible enfermedad del karochi o angustia laboral por exceso de actividad y ausencia de reposo, tienen dos vocablos que sirven para comprender a profundidad el arte del buen vivir, el supremo arte de hacer de la vida humana la más hermosa aventura en nuestro paso por la tierra: Wabi Sabi constituye la más elemental pero profunda filosofía japonesa sobre el arte de vivir en la simplicidad y la sencillez, aceptando nuestras imperfecciones como premisa fundamental para el correcto y adecuado vivir.

El psicólogo español Tomás Navarro, concibió en la primavera del año 2018 uno de los más completos y profundos libros de la cultura oriental al servicio de la desorientada, angustiada y alocada cultura occidental. Bajo el título del concepto filosófico del Wabi Sabi, Navarro desarrolla una de las más afortunadas teorías modernas de una psicología basada en la sencillez y simplicidad de la vida cotidiana y en el concepto fundamental de la imperfección como apoyo y sustento de una vida plena, serena, contemplativa y dichosa.

Bien es sabido que la tradicional filosofía y la compleja psicología han enredado aún más a mujeres y hombres y sus conceptos abstractos y poco aplicables a la cotidianidad han llevado a que desconfiemos de estas disciplinas sociales y no acudamos a los científicos de la conducta humana ni acojamos las enseñanzas de los filósofos, por considerarlos incomprensibles, abstrusos, abstractos y poco claros.

Por vía de ejemplo, aceptamos que cientos de millones de mujeres en el planeta son adictas a las redes sociales, pero desconocemos las razones que llevan a que nuestras jóvenes de hoy y algunas no tan jóvenes publiquen sus fotos para obtener aceptación y seguidores. Algunas de estas redes son una magnífica plataforma virtual que sirve a actores y actrices, entre otros, para promocionarse y venderse a sí mismos y vender productos que impulsan.

Que las actrices del cine y la televisión con penetración mundial hagan de las redes sociales su más poderosísimo escenario de exhibición y promoción de su imagen y de su ego, tan común en esta clase de personas, se entiende en esta sociedad materialista, frívola y competitiva de esta época. Pero que niñas, jóvenes mujeres y adultas se tomen fotos día y noche, las hagan retocar, las sometan al pulimiento del llamado fotoshop, es además de preocupante, altamente peligroso para las vidas de quienes hacen parte del rebaño o la masa popular.

Ingenuas e incautas damas que creen obtener la sublime belleza perfecta para venderse como tales son aquellas que por millones se han vuelto tuiteras compulsivas, aferradas obsesivamente a instagram y demás plataformas sociales, desconociendo la enseñanza inmensa de los expertos en la conducta humana que niega la imposible obtención de la perfectibilidad humana y pregonan por el contrario, el lado positivo y saludable de aceptarnos imperfectos, con errores y sobre todo con el deterioro normal del paso de los años, que se nos revela en arrugas, alopecia, cabellos canos y otros síntomas biológicos producidos por el ciclo de la vida.

Para triunfar y tener éxito económico, personal y social no basta ser bello, ni inteligente en forma abstracta. Los feos, los que se aceptan a sí mismos con limitaciones e imperfecciones, pueden llevar una vida feliz, placentera y serena, muy por encima de aquellos que creen tener en un buen físico y una inteligencia superior las llaves de la vida bienaventurada.

Espejismo grande es el que viven quienes están subyugados y adictos a estas redes sociales sin pertenecer al grupo de personas que sí necesitan de ellas para su trabajo y amasar grandes fortunas.

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Redacción Minuto30

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