La preocupación en torno a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) fue una, de las tantas mentiras, que hoy son una realidad. Como siempre se advirtió, su desbordante poder, sus facultades casi ilimitadas, la convertirían en un arma perfecta para continuar la persecución política que el gobierno de Juan Manuel Santos ha emprendido contra la oposición, la verdadera oposición, cabe aclarar.

Así lo demostró Néstor Raúl Correa, secretario jurídico de la (JEP). Afirmando que el exministro de protección social Diego Palacio había confesado la compra de la reelección del expresidente Álvaro Uribe Vélez y había comenzado a colaborar con la justicia para obtener beneficios. Pero, esto no es sólo una muestra de que dicho tribunal no será un mecanismo para cumplirle a las víctimas con su derecho a la verdad, sino que por el contrario es el declive de lo que queda de justicia en Colombia, un instrumento para la persecución de la oposición y, para legitimar la impunidad a los responsables de los delitos más atroces que han ocurrido en este conflicto.

Es claro que el objetivo de Correa no sólo era cuestionar la reelección de Uribe, sino deslegitimar todo reclamo hacía el gobierno Santos. Correa no es más que un peón enviado en defensa de lo indefendible, este gobierno. Sin embargo, no podemos ver dichas declaraciones como un hecho aislado, es claro que aquí hubo una reacción política, una respuesta a los miles de colombianos que el 1 de abril salimos a la calle a decir no más Santos, no más corrupción, no más a este gobierno que tiene un 80 % de desaprobación. Es claro el mensaje, la JEP será para juzgar a quien se oponga al gobierno y a las Farc.

Incluso, el gobierno y su séquito de políticos enmermelados han buscado minimizar el hecho político que ocurrió el 1 de abril, valiéndose de la tragedia de Mocoa. Si es tanta su preocupación, creo que aún no nos queda claro porque tal inoperancia ante lo previsible: El presidente debería dejar de buscar culpables y responsabilizar a la oposición del fracaso de su gobierno, porque lo ocurrido en Mocoa no fue la inclemencia de la naturaleza, fue la torpeza de un gobierno indiferente con el dolor y las necesidades el pueblo que lo eligió.

Pero con la misma valentía, fuerza y preocupación que marchamos en toda Colombia para decir no más, le demostraremos a este gobierno que la voluntad de los colombianos se respeta, y que aún aliado con la clase política que gobierna este país, no podrá doblegar la voluntad de un pueblo que no está dispuesto a entregar su democracia, a dejar sus instituciones y su futuro en manos de los verdugos de los colombianos.

Gracias Colombia, porque el 1 de abril demostramos que somos más, quienes estamos cansados del desgobierno, quienes estamos cansados porque los privilegios de este gobierno son para las Farc. Porque mientras a los colombianos nos aumentan los impuestos, a la clase política le aumentan sus coimas. @martinalonso_g

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Redacción Minuto30

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