Hemos llegado al punto donde jamás hubiese querido llegar una democracia, el lugar donde el Estado de Derecho fracasó, donde la voluntad del pueblo en las urnas fue ignorada con el robo descarado del plebiscito de 2016 por parte de Juan Manuel Santos y sus secuaces del Congreso de ese entonces y la complicidad de cientos de medios de comunicación vendidos al mejor postor, sin dejar a un lado la ingenuidad de muchas personas, que de buena fe creyeron en el proceso de paz.

El tiempo nos da la razón y los que defendimos con toda firmeza y determinación la opción del NO en el pasado plebiscito, vemos como se van cumpliendo nuestros más grandes temores para socavar las bases de nuestra democracia y llegar al punto donde un tribunal corrupto y parcializado a favor de las Farc, llamado Justicia Especial para la Paz (JEP), niega la extradición del narcotraficante y terrorista Jesús Santrich, en contra de las pruebas irrefutables de la fiscalía y la DEA, desafiando así los pilares más importantes de nuestra Constitución, donde la justicia queda relegada a un segundo plano y todo conduce a la impunidad total del cartel más grande de cocaína y terroritas del mundo, llamado “partido de las Farc”.

En nombre de la supuesta paz que vienen promoviendo las Farc, sus aliados en la JEP y los partidos títeres de este grupo terrorista, trazaron una estrategia hace mas de 6 años que les ha salido perfecta; impunidad total para sus cabecillas, no extradición así siguieran delinquiendo con el narcotráfico, no reparación de victimas, curules aseguradas en el Congreso, una disidencia armada con más de 3000 hombres que controlan más de 150 mil hectáreas de coca, unos partidos aliados a ellos para protegerlos de cualquier intento de búsqueda de justicia por parte del pueblo Colombiano y las víctimas de este grupo criminal y lo mas inaudito ahora las altas cortes haciéndose las de la vista gorda y acomodando sus sentencias para rechazar las objeciones presidenciales, que lo único que buscaban era el último intento para una verdadera paz con justicia, reparación completa de las víctimas y la defensa de nuestra democracia.

Cuando las ramas del poder público fueron permeadas en todas sus esferas por la más grande corrupción nunca antes vista, y sobre todo un sistema judicial que se niega a ser reformado y ahora las Farc manipulando todo a su favor, no queda otra opción que convocar al poder supremo de una nación, el constituyente primario, a todos los ciudadanos que queremos este país para redactar una nueva Constitución, una Asamblea Nacional Constituyente que ponga en su sitio a los criminales de lesa humanidad de las Farc, que acabe con los privilegios de un sistema judicial corrupto, y que logre un verdadera transformación política, económica y social, que nos lleve a un país justo, equitativo y libre de corrupción para todos.

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Redacción Minuto30

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