Todos los dias quedamos más consternados del grado de corrupción, ineficacia e infamia al que ha llegado la justicia en nuestro país, las cifras oficiales hablan de 85% a 90% de impunidad en cuanto a asesinatos, más del 90% en delitos menores como atracos, robos en propiedad privada y ni sacar estadísticas de los grandes escándalos de corrupción silenciados o archivados en las altas cortes.

Hace ya casi dos años presenciamos el mayor escándalo que haya tenido la corte suprema de justicia, donde los ex magistrados José Leónidas Bustos, Francisco Ricaurte y el magistrado en ejercicio Gustavo Melo, quedaron al descubierto por conformar al interior de la corte una red criminal, la cual coordinó con el ex fiscal anticorrupción Luis Gustavo moreno, para beneficiar a el ex gobernador de Córdoba Alejandro Lyons y al excongresista Musa Besaile quien reconoció haber entregado 2000 millones de pesos en su respectiva investigación penal; seguimos los colombianos esperando las condenas ejemplares en este caso que aún no llegan.

El último acontecimiento que nos avergüenza de las altas cortes es el grabado por las cámaras ocultas de la fiscalía donde vemos claramente como miembros de la recién creada JEP (justicia especial para la paz), reciben dinero para demorar la extradición del narco guerrillero de las Farc Jesús Santrich. Lo más indignante es ver como los defensores de las Farc, ponen el grito en el cielo cuando la mayoría de los colombianos exigimos unos cambios a esta corte mediante los artículos objetados por el presidente Ivan Duque Márquez.

Pero este grado de corrupción en la justicia no termina ahí, lo más frustrante e inaudito ocurrió la semana pasada en Bogotá, donde un ciudadano fue condenado a pagar dos años de prisión e indemnizar con dos millones de pesos a dos atracadores que habían intentado robarle su bicicleta, la víctima se defendió con un arma de fuego y hoy está en la cárcel por intento de homicidio y los delincuentes están libres, indemnizados y riéndose del hombre que no se dejo atracar.

En en el tiempo de ahora, el de la cuarta revolución industrial, marcado por la convergencia de las tecnologías digitales, físicas y biológicas que marcaran una nueva era en la concepción de la civilización moderna como la hemos concebido hasta el momento. La inteligencia artificial, el Big Data, el internet de las cosas y las redes sociales que ya gobiernan nuestras vidas, nos brindaran la grandiosa oportunidad de escribir una nueva historia, de aprovechar las tecnologías de las comunicaciones para ser unos potenciales periodistas y denunciar sin miedo los actos de corrupción que conozcamos, lo atracos, las extorsiones y todo aquello que afecte la paz y la seguridad para de esta manera convertirnos en una “ciudadanía activa” que defiende sin vacilar a esta gran nación.

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Redacción Minuto30

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