Con esto del covid-19, que nos tiene a todos encerrados y buscando la manera de pasar el tiempo sin que se alarguen las horas de tedio, por la inactividad obligada y más cuando se está en plena capacidad productiva, la humanidad encontrará nuevas formas de trabajar, divertirse, distraerse y en fin, pasar el tiempo de acción y solaz sin que las horas se conviertan en una eterna espera.

Es muy factible que el desespero de la quietud lleve a decisiones o acciones ilógicas e irresponsables y se termine realizando actos, que nunca estarían en la mente del individuo que los ejecuta.

También es posible que ante tanto tiempo de inactividad o sin afán se consigan inventos y se forjen teorías filosóficas o nuevas tendencias literarias o vaya uno a saber cuáles serán los resultados de este respiro obligado que trajo esta pandemia.

Ahora los politiqueros andan enloquecidos pues se les acabó el público y sus seguidores, como el resto de los humanos, están en retiro obligatorio, de ahí que ante la escasa exposición mediática están perdiendo validez y audiencia sus peroratas, casi siempre salidas de tono y con muy poco positivismo. Ellos son los buscadores de errores que cometen los demás sin nunca proponer nada diferente a repartir entre todos lo que se ganan algunos.

Claro está que no desaprovechan cualquier oportunidad para buscar protagonismo y ante cualquier medida del gobierno, aparece la inteligencia a posteriori que los lleva a decir que mejor se haga aquello, totalmente diferente, aunque no tenga un sustento real.

Hay otros que se muestran humanitarios y proponen que se propicie una especie de suspensión de las penas o sanciones sociales que se dan para los individuos, las sociedades y los países. Buscan la lástima en vez de la razón y la justicia.

Bueno eso quedará en los anales de este periodo de quietud obligada por un virus que apareció en Asia y se ocultó al resto del mundo hasta que fue imposible su contención; se regó debido a la gran afluencia de turistas provenientes de ese país irresponsable con el resto de la humanidad. Esto es un holocausto originado por la irreflexión y la ambición.

Definitivamente los seres humanos a pesar de la antigüedad de sus culturas no han dejado sus atavismos originados por aquello de la supervivencia del más fuerte o el más vivo o astuto. La solidaridad y generosidad desparecen cuando de conseguir poder se trata.

Lo que sí es casi seguro es el cambio ante la vida que traerá esta pandemia y muy seguramente el hombre (no uso lenguaje inclusivo), se replanteará su forma de afrontar la rutina diaria y dispondrá mejor de su tiempo.

Desaparecerán las carreras, el afán de conocer y hacer turismo, las aglomeraciones serán más escasas y en resumen el cambio de cultura se verá en años venideros. Estamos ante un hito de la historia que traerá nuevos desarrollos y una manera diferente de hacer las cosas.

Por ahora la solidaridad y la generosidad han reaparecido y es muy importante que alcancen de nuevo el sitial que siempre han debido tener.

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Redacción Minuto30

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