Las exportaciones de carne bovina

La casa de los Bernal es un remanso de paz en plena región andina, para convertirlo en ese paraíso han tenido que superar el conflicto, el desamparo del Estado y el cambio climático; ahora ven en la formación ganadera el ancla para seguir en el campo.

Para llegar a su hogar, en el pequeño pueblo de La Feria, se debe emprender un viaje por tierra desde el municipio de Palmira, en pleno Valle del Cauca, de más de una hora en carro para luego caminar 45 minutos montaña adentro, entre campos de café, ríos y fincas lecheras.

Allí, los Bernal conviven junto a otras 14 familias campesinas que se han formado en el manejo de sus fincas, en buenas prácticas de ordeño y formas de minimizar los gastos de producción, gracias al proyecto Formación Campesina de la empresa Alquería.

Hilario, el padre de familia, cuenta a Efe su historia con la mirada fija en su nieto de siete años, asegura que ahora es más feliz, que antes producía menos leche con las mismas vacas.

Con su anterior producción apenas podía sobrevivir y mantener a su familia, pero desde 2014 su vida ha cambiado drásticamente con ese proyecto.

Con orgullo relata esa época de zozobra, cuando pensó en dejar el campo porque el dinero no alcanzaba, no era productivo y sentía que estaba «todos los días trabaje y trabaje sin sentido, por sobrevivir y pasar el tiempo».

Bernal ahora tiene siete vacas y con ellas produce 80 litros de leche frente a los 20 que sacaba antes de recibir la formación.

No solamente ha triplicado su producción, sino que Alquería la recoge del centro de acopio del pueblo le paga cada 15 días.

«El campo merece la pena, hay que sacarle el tiempo a la finca y tecnificarse eso es lo que toca hacer para ver el cambio», puntualiza.

A 20 minutos caminando de la finca de Hilario está el predio de Marta Jiménez, madre de dos hijos, mujer emprendedora y amante de las flores.

Sonriente, comenta que como parte de la formación ha aprendido junto a su esposo y su hijo menor a «dividir los potreros, a sembrar pastos» y a trabajar juntos.

Carlos Silva, Gerente de Fomento Ganadero de Alquería comenta que este proyecto nació en 2009 con «el plan de consolidación del Gobierno Nacional para la Macarena» en la serranía del Meta con «la sustitución de cultivos de coca por economías licitas».

Asegura que el éxito de esta iniciativa está en «apostarle a la construcción de tejido humano», por lo cual el ingreso es voluntario.

Formación Campesina (FOCA) tiene cuatro líneas de acción enfocadas a la inversión en el campo y en los campesinos como las Escuelas de Campo (ECAS) y los Planes Finca, que son proyecciones individuales y comunales asistidas por expertos.

También dos alianzas con el Servicio Nacional de aprendizaje (SENA) para la Formación en Cursos Cortos y becas para jóvenes hijos de campesinos en programas técnicos y tecnológicos relacionados al campo.

Alquería, según Silva, ha invertido 9.000 millones de pesos (unos 3 millones de dólares) en el proyecto, que llega a más de 10 departamentos y ha beneficiado a al menos 4.000 familias tras 9 años de desarrollo.

Para Marta, ha sido impactante el hacer mingas (trabajo conjunto) entre las 15 familias que están en el proyecto, el que cada una haya triplicado su producción y mejorado la calidad de la leche y el que puedan vivir de sus fincas.

«Innovar y dejarse ayudar da mejora y tranquilidad porque va rindiendo más el dinero y eso da paz», dice Marta mientras recuerda que la zona antes era más «complicada porque había mucha violencia».

Las fincas de los campesinos tienen un área que varía de 8 a 15 hectáreas, vastos campos verdes que en algún momento usaron para sembrar habichuelas y tomates, pero que cuando llegaba la cosecha no sabían a quién vender, ni a qué precio.

Hilario Bernal y Marta Jiménez recuerdan esa época y coinciden en que «eso era un mal negocio» al que no quieren volver.

Recorrer sus fincas de «La Esmeralda» y «Bolo Negro» es respirar otro aire, contagiarse de paz, escuchar relatos cargados de fuerza, sacrificio y metas cumplidas y otras más por hacer realidad.

«Yo quiero que el campo no sea olvidado y que los demás repliquen lo que hemos hecho y vivan mejor, vivan bien», concluye Bernal.


EFE

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Redacción Minuto30

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