El papel de la mujer se ha ido transformando a los largo de los años, la misma historia nos demuestra cómo el cuidar de sus hijos y el ser ama de casa era la mayor responsabilidad a la que podía aspirar. Ahora encontramos su figura en el mundo laboral, en variedad de profesiones y su ser se alimenta de diversos espacios sociales.
En un pasado tan marginado para ellas, la pregunta es, ¿será feliz en la actualidad?

La mujer es en la actualidad tan capaz de aportar al desarrollo social, cultural y económico como el hombre, no porque en décadas atrás careciera de las capacidades, por las limitantes que ha ido rompiendo con el paso de los años y le han permitido ir más allá para aportar en otros ámbitos de la sociedad.

El desarrollo industrial es la puerta que permitió a las manos femeninas incorporarse en el crecimiento de las comunidades, en España por ejemplo, “la tasa de actividad de las mujeres entre quince y veinticuatro años pasa de ser el 20% en 1950 al 40% en 1970, la de mujeres de edades superiores también aumenta, pero en proporciones mucho menores” (El País, 1983).

En el 2017 la tasa de actividad de las mujeres en el mercado laboral español se sitúa en un 52,1%, 12,1 puntos porcentuales inferior a la de los hombres (64,2%), según el informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias del empleo femenino 2017. (RTVE, 2017).

Aunque los resultados del estudio hablen por sí solos, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), responsable del estudio, deja claro que «las brechas de género constituyen uno de los mayores desafíos que afronta la comunidad mundial en el mercado de trabajo».

¿Y la brecha salarial mundial?

Situada en un 26,7 por ciento, lo que ubica a los españoles en un avance significativo en comparación con los demás países. El reto al que se comprometieron los líderes del G20 es “reducir la brecha en las tasas de actividad de los hombres y las mujeres en un 25% para el 2025” (RTVE, 2017).

En Colombia la brecha salarial al 2016 fue del 28%. «Está brecha se da en todos los grados de escolaridad, en el mejor de los casos las mujeres nos estamos ganando 20% menos», señaló la investigadora de la Escuela Nacional Sindical, Viviana Osorio. (Noticias RCN, 2016).

Dados los antecedentes mencionados y para responder a la pregunta ¿es feliz la mujer en la actualidad? Es necesario hacer referencia al concepto calidad de vida, definido por La Organización Mundial de la Salud (OMS) como «la percepción individual de la propia posición en la vida dentro del contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos, esperanzas, normas y preocupaciones».

Aunque el dinero no es igual a calidad de vida o felicidad, si representa un aspecto importante en el nivel de satisfacción, estrés y depresión que pueda sentir una persona. El Primer diagnóstico de felicidad para Colombia, realizado por el Departamento Nacional de Planeación a 9710 habitantes, pertenecientes a la ciudad de Medellín, Cali, Barranquilla y Bogotá, midió su nivel de felicidad, satisfacción, depresión y preocupación.

En una escala de cero a 10 (representando cero el nivel más bajo y 10 el más alto). Se evidenció que los hombres presentan mayor grado de felicidad que las mujeres (8,3 frente 8,1). “Los varones tienen mayor satisfacción (8,7 vs. 8,5); tienen menos preocupación (3,2 vs. 3,5) y menos depresión (1,8 vs. 2,1)” (El País, 2016).

Si bien el conocer el nivel de felicidad de una persona es relevante a la hora de plantear estrategias que continúen mejorando ese índice y con ello su calidad de vida; como bien menciona Simón Gaviria, en su momento director del DNP, “la medición de felicidad se puede entender como una evolución de índices como el PIB y de Desarrollo Humano, los cuales se quedan cortas a la hora de medir el bienestar de los habitantes de un determinado país”.

Una medida más integral que mida no solo la velocidad de la economía, sino cómo se siente la gente con la vida, menciona Gaviria, recogerá de forma más completa la información necesaria para medir el bienestar de las personas.
La posición de la mujer avanza aparentemente hacia un futuro mejor, pero cómo tener total certeza de su nivel de calidad de vida sin un estudio completo que dé cuenta, tal como en su momento propuso Victoria García – Viniegras and González Benítes (2000), analizar este aspecto con base en variables objetivos externas y factores subjetivos de tipo cualitativo.

Ahora como forma complementaría y moderna de este aporte, es imprescindible medir el ser y el tener, (raza, edad, género), sociodemográfico (estado civil, nivel de educación, percepción de seguridad, tamaño del hogar, número de hijos) y económico (actividad laboral, acceso a servicios públicos, características de la vivienda, nivel de gasto), para determinar el nivel de satisfacción con la vida de la mujer, en un mundo cambiante y globalizado, como lo es ahora.

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Abogado especialista en Derecho Empresarial
Magister en Economía Aplicada
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Redacción Minuto30

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