A finales del siglo pasado, Colombia era declarada por prestigiosas revistas internacionales como un “Estado Fallido”, las relaciones gubernamentales con otros gobiernos, incluyendo a el de los Estados Unidos, estaban en un punto de quiebre; un tercio del país estaba controlado por las guerrillas marxistas, otro tercio por los mal llamados grupos paramilitares y el territorio restante en enorme riesgo. Colombia estaba inundada de coca y narcotráfico y los indicadores económicos mostraba que el país estaba quebrado.

En agosto 7 de 2010, cuando el expresidente Álvaro Uribe Vélez entregaba un gobierno que transformó a Colombia, pacificándolo y llevándolo por la senda del progreso y desarrollo; para los analistas políticos más destacados del mundo, nuestro país era llamado “el milagro Latinoamericano”. Fueron dos periodos presidenciales de oro para Colombia, donde prácticamente todos los indicadores sociales, políticos, económicos y de seguridad obtuvieron balances positivos. Los narcoterroristas se resguardaban en países como Cuba, Venezuela y Ecuador donde recibían apoyo y refugio por parte de esos gobiernos dictatoriales. Aún quedaba mucho por hacer, pero Colombia estaba marchando por muy buen camino.

Hoy, casi ocho años después, nos encontramos nuevamente con un país inviable, con mucha incertidumbre en los aspectos económicos y sociales generando un pesimismo en la mayoría de  los ciudadanos, debido a la deficiente labor que ha realizado el gobierno de Juan Manuel Santos, que se enfocó únicamente en buscar beneficios judiciales, económicos y políticos para los narcoterroristas de las Farc, mientras abandonó las políticas públicas que tanto bien le hacían a los colombianos de a pie.

El 2018 será un año definitivo para Colombia, se llevarán a cabo las elecciones al Congreso de la República el día 11 de marzo y a la Presidencia el 27 de mayo; un reto enorme para nuestra nación que definirá su futuro básicamente entre dos escenarios:

El primero, es aquel donde se premia al delincuente otorgándoles curules directas en el congreso, donde quienes cometieron delitos de lesa humanidad no pagan un solo día de cárcel y se burlan de sus víctimas, donde no hay ni ley, ni orden, ni justicia para luchar contra el flagelo del narcotráfico y el sistema económico es fiel copia del implementado en Cuba y Venezuela que ha dejado a los ciudadanos de esos países en la miseria. Una alternativa nefasta llamada Socialismo del Siglo XXI.

El segundo escenario, un modelo que garantice las libertades de los ciudadanos, el respeto a la ley y el cumplimiento al ordenamiento jurídico de la nación, la promoción de una economía incluyente que favorezca a todas las clases sociales, a la creación de nuevas empresas y empleos bien remunerados, el respeto a la propiedad privada con apoyo al emprendimiento; un Estado austero y descentralizado, con programas sociales de educación y salud amplios y de calidad. Unos dirigentes políticos que mantenga un dialogo permanente con los ciudadanos. En otras palabras, una Colombia distinta con las políticas del Partido Centro Democrático, la esperanza de Colombia.

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Redacción Minuto30

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