Las gitanas cargaban a sus recién nacidos a horcajadas (en los laterales de sus caderas). Las africanas, en muchos casos, le ponían doble pañal a sus bebés y las indias empleaban un cargador de tela. Todas, trataban de evitarles la displasia de cadera a sus hijos. Se aseguraban de que el fémur estimulara la cadera y, así, se formara un hueco (acetábulo) en el que encajaran el fémur y la cadera perfectamente. A ellas, dice la historia, les funcionó. Sin embargo, en Colombia, los pediatras no sugieren estas técnicas preventivas, ya que no existen investigaciones médicas contundentes al respecto.

Lo que sí es una realidad, según Astrid Medina, especialista en ortopedia infantil adscrita a MedPlus, es que “la cadera está compuesta por el acetábulo, el fémur y los tejidos blandos que la circundan y puede desarrollarse antes o después del nacimiento”. Y cada vez más se registran en Colombia casos de recién nacidos con trastornos en el desarrollo de esta zona, específicamente, con displasia de cadera que, según la pediatra Lina Osorio, adscrita a MedPlus, es una alteración en el desarrollo de la cadera que se puede dar en el acetábulo, en la cabeza, en el cuello del fémur o en los tejidos blandos.

“Pueden existir diferentes grados de alteraciones: el menor se denomina displasia, es decir, falta de concavidad que tiene el techo acetabular. Cuando esta es mayor, el fémur se desliza o se desplaza mínimamente, produciendo subluxación: pérdida parcial de las relaciones articulares. Y el máximo grado produce luxación (pérdida completa de las relaciones articulares). En este último, el fémur se desaloja de su sitio normal y la extremidad se acorta, produciendo cojera”, explica la experta Medina.

Aunque no se sabe a ciencia cierta cuáles son las causas de la displasia de cadera, la pediatra Lina Osorio señala que puede tener origen multifactorial e influir factores heredados, ambientales y hasta hormonales como: embarazo primerizo (porque el útero es rígido), sexo femenino (porque las niñas necesitan de más elasticidad) o cesárea (porque el bebé estuvo sentado dentro del vientre).

bebé med plus appSin embargo, este problema propio de los bebés, explica la pediatra Gloria Inés Escobar, no es una enfermedad, sino un riesgo, ya que “existe el peligro de que el hueso de la pierna o la cadera se comiencen a dañar a causa de la anormalidad de la unión que hay entre la cabeza del fémur (hueso del muslo) y la cavidad de la cadera donde encaja”.

¿Cómo se diagnostica?

La displasia de cadera se da en tres de cada 1.000 recién nacidos y es más común en las niñas. “El certero diagnóstico se lleva a cabo con una radiografía hacia los 4 meses de vida”, indica la pediatra Osorio. Sin embargo, expertos pueden detectar anomalías antes de ese tiempo teniendo en cuenta algunos signo , que no siempre son evidentes en el recién nacido como asimetría de pliegues de muslos y glúteos, limitación en la abertura de los muslos y labios mayores desiguales (en el caso de las niñas).

“Una de las mediciones tiene que ver con que una persona adulta debe tener su cadera en 12 o 15 grados, mientras que a los bebés si se pasan de 25 grados se les diagnostica displasia”, acentúa Gloria Inés Escobar, pediatra adscrita a MedPlus. Y aunque es el ortopedista pediatra el encargado de diagnosticar y medicar al bebé con displasia de cadera, esta pediatra aclara que no solo los grados de la cadera indican que algo está mal: se presentan casos de niños con grados perfectos, pero obstrucción en los movimientos de la cadera; niños con grados pasados de los parámetros normales pero con displasia; y niños con pliegues y grados altos, pero con una posición de cadera perfecta, por lo que se hace necesario siempre la radiografía para diagnosticar el tratamiento acertado.

¿Qué se debe hacer?

Una vez se determina la alteración, por un experto, se deben seguir sus recomendaciones y se debe ajustar el fémur, para que este entre en la cadera. La mejor manera de hacerlo es mediante férula de plástico, si hay displasia; o arnés de Pavlik (correas que mantienen las caderas en flexión de cien grados para reducir, en dado caso, la luxación, que ocurre cuando la cadera está totalmente salida).

Normalmente, la férula de plástico se debe usar durante las 24 horas del día, con derecho a retirarla mientras baña al bebé y le cambia el pañal. Como mínimo son 3 meses con el aparato específico para poder evaluar el verdadero avance.

Si no se sigue al pie de la letra el tratamiento, la pediatra Lina Osorio anticipa que el bebé puede llegar a necesitar por más tiempo la férula. “Entre más temprano el bebé tenga este aparato, mejor, porque sus huesos están más tiernos y, por lo tanto, más fáciles de moverse”. Así que el tratamiento debería realizarse antes de que el pequeño comience a caminar. Si se deja avanzar la alteración, esta terminaría en una luxación y, por ende, en una solución quirúrgica que se hubiera podido evitar: “Si con ninguno de los tratamientos se ve mejoría, la cirugía es la última opción y se realiza hacia los 3 años, edad hasta la que podría evolucionar por si sola la cadera”, afirma la experta Escobar.


Fuente: Revista MedPlus
ED 83
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